Teolog¨ªa de la suegra
El Papa emula a Emilio el Moro al abordar una cuesti¨®n sobre la que, recuerden, es infalible. Donde pone el ojo, es que hay tema
Presintiendo la que le va a caer al Papa por sus ocurrencias sobre la suegra, y cay¨¦ndome bien este hombre en la medida reconocidamente exigua en que a un ateo pueda caerle bien el l¨ªder de una iglesia, voy a salir en su defensa, aunque solo sea por llevar la contraria al pensamiento autom¨¢tico, somero y borreguero que los analistas suelen dedicar a estos temas. ¡°Existen lugares comunes sobre v¨ªnculos de parentela creados por el matrimonio, sobre todo entre suegra y nuera¡±, dijo el Santo Padre durante la audiencia general celebrada el mi¨¦rcoles en la plaza de San Pedro. ¡°Hoy en d¨ªa la suegra es un personaje m¨ªtico, no digo que pensemos que son el diablo, pero siempre se dice que son malas. Pero son la madre de tu marido, de tu mujer. Al menos hazlas felices, deja que lleven su vejez con felicidad¡±. Vale, dir¨¢ la lectora de cualquier sexo, pero ?a qu¨¦ viene esa patada?
Si es que nos hemos olvidado de Emilio el Moro. Sic transit gloria mundi, oh Circe, qu¨¦ bajo caen los poderosos. Emilio el Moro, queridos amigos, fue un cantaor, guitarrista y humorista espa?ol de mucha fama y renombre hasta 1987, cuando el Se?or se lo llev¨® por qui¨¦n sabe qu¨¦ motivo inescrutable. Dedic¨® un ¨¢lbum o varios al tema que nos ocupa con letras como: ¡°En el cementerio entr¨¦ / a ver a mi suegra un d¨ªa / me dijo el sepulturero / que ya se ha escapao otra vez / no la mata ni un barreno¡±. Sin olvidar este otro cl¨¢sico del g¨¦nero, inspirado por el carro de Manolo Escobar: ¡°Mi suegra me la robaron /estando de romer¨ªa / entre cuatro la amarraron / porque la fiera dorm¨ªa¡±. O tambi¨¦n: ¡°Dondequiera que est¨¦ / hay que amarrarla / que no est¨¢ vacun¨¢ contra la rabia¡±, y no sigo porque me falta columna.
La verdad es que yo, visto lo visto, he tenido suerte con mis suegras de hecho, y hasta he conspirado con ellas en contra de su propia hija, lo que ya es el colmo. Pero esta l¨ªnea argumental no me viene bien en absoluto, as¨ª que vuelvo al Papa. El vicario de Cristo en la tierra habr¨ªa quedado de lujo de haber limitado su discurso a defender a las suegras, vista la inquina que las tienen Emilio el Moro y varios otros. Pero entonces va y, como para d¨¢rselas de agn¨®stico, empieza a meterse con ellas con retranca porte?a: ¡°Y a vosotras, suegras, os digo: tened cuidado con vuestras lenguas. Es uno de los pecados de las suegras, la lengua¡±. Toma. Si la lengua es solo uno de los pecados de las suegras, ?c¨®mo ser¨¢n los otros? Ver¨¢s t¨² la que se va a montar el mi¨¦rcoles que viene.
Las audiencias generales de los mi¨¦rcoles en la plaza de san Pedro se centran a menudo en las cuestiones m¨¢s graves que la actualidad nos echa a la cara a creyentes y descre¨ªdos, como la guerra, la pandemia y la desigualdad. Sacarse del solideo la cuesti¨®n candente de los ¡°v¨ªnculos entre suegra y nuera¡± es una iniciativa extraordinaria, qu¨¦ duda cabe. Pero recuerden que el tipo es infalible. Donde pone el ojo, es que hay tema.
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