Elecciones andaluzas: ni segunda vuelta, ni primarias
Lo que de verdad nos jugamos el 19-J son las pol¨ªticas que determinan la vida de ocho millones y medio de personas. Andaluc¨ªa es algo m¨¢s que un laboratorio o una mera estaci¨®n de paso
Mi amiga Ana lleva m¨¢s de 20 a?os votando opciones a la izquierda del PSOE, salvo alguna abstenci¨®n, pero hace un par de semanas me confes¨® que, por primera vez, estaba pensando en votar al PP en las pr¨®ximas elecciones andaluzas. No es que piense que las cosas vayan mejor ahora, ni mucho menos. Le preocupa cu¨¢n r¨¢pido avanza la privatizaci¨®n sanitaria; sufre por s¨ª misma y en sus hijas el deterioro de la educaci¨®n p¨²blica; es consciente de los peligros de la desregulaci¨®n ambiental y urban¨ªstica y de lo injusto de bajar los impuestos a los m¨¢s ricos. Si el 19-J votase al PP, lo har¨ªa ¨²nicamente para que Juanma pudiera continuar gobernando en solitario ¡ªCiudadanos no existe¡ª sin necesidad de introducir a Vox en su Gobierno.
Hasta hace apenas unos d¨ªas, el 19-J se percib¨ªa ¨²nicamente como un derbi entre las derechas. Cuando cierta periodista madrile?a se mof¨®, meses atr¨¢s, de El¨ªas Bendodo por comparar al PP con Macron a cuenta de las presidenciales francesas, me llam¨® la atenci¨®n ¡ªm¨¢s que el tufo andaluf¨®bico de su comentario¡ª su falta de comprensi¨®n de la pol¨ªtica andaluza de los ¨²ltimos a?os. Y es que en Andaluc¨ªa, a diferencia de otros territorios donde o flirtea con ella o intenta disputarle el mismo espacio, el PP se ha definido discursiva y simb¨®licamente por oposici¨®n a la extrema derecha. No bajo el marco, claro, de la alerta antifascista, ni siquiera en una clave de democracia vs. autoritarismo, sino por la contraposici¨®n entre la moderaci¨®n sensata y la polarizaci¨®n maximalista, entre el ¡°cambio tranquilo¡± de Juanma y la radicalidad de Vox. As¨ª las cosas, incluso para buena parte del electorado progresista, el 19-J se resum¨ªa en una elecci¨®n entre lo malo conocido y lo terror¨ªfico por conocer. Un calco de la segunda vuelta de las presidenciales francesas que, de camino, estrenar¨ªa la nueva estrategia de N¨²?ez Feijoo.
El PSOE no parece muy al tanto de esta situaci¨®n, ya que oscila entre reivindicar el legado de Susana D¨ªaz ¡ªque no es m¨¢s que la precuela de las pol¨ªticas del PP con un retrogusto de corrupci¨®n¡ª y agitar el miedo a la extrema derecha, algo que, como dec¨ªamos, s¨®lo refuerza el marco macronista del PP andaluz. De ah¨ª que, en general, nadie espere gran cosa de Juan Espadas, encomend¨¢ndose los socialistas a una milagrosa intervenci¨®n de S¨¢nchez en campa?a que, con toda la inestabilidad gubernamental de estos d¨ªas, parece cada d¨ªa m¨¢s lejana.
Y en medio de todo esto, una parte de la izquierda decide ofrecer una interpretaci¨®n diferente de estas elecciones, perfectamente compatible, eso s¨ª, con el marco anterior: puesto que todo est¨¢ perdido para la izquierda en Andaluc¨ªa, hagamos del 19-J un calentamiento para el proyecto de Yolanda D¨ªaz. A la Feria que se fue la vicepresidenta, y no precisamente a hablar de datos de empleo. El problema de tal enfoque era, ay, que sus socios de Podemos se lo han tomado como unas primarias a su estilo, es decir, como una lucha sin cuartel no ya por las candidaturas andaluzas, sino por alcanzar la pole en la configuraci¨®n del futuro Frente Amplio. Y ah¨ª siguen apu?al¨¢ndose, sin que la previsible reconciliaci¨®n edulcorada vaya a ser ya cre¨ªble para nadie.
No s¨¦ a qui¨¦n votar¨¢ Ana finalmente. Pero, si me pide consejo, le dir¨¦ que no haga caso de quienes quieran venderle segundas vueltas ni primarias. Que escuche mejor a quienes est¨¢n poniendo el foco en lo que de verdad nos jugamos en estas elecciones: las pol¨ªticas que determinan la vida cotidiana de ocho millones y medio de personas. Y que piden, ya puestos, un m¨ªnimo de respeto por la autonom¨ªa de Andaluc¨ªa, que es algo m¨¢s que un laboratorio o una mera estaci¨®n de paso.
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