Ad¨¨le Haenel: ?Y si nos vamos todas?
La actriz confirma que ya no hace pel¨ªculas porque la industria del cine es ¡°reaccionaria, racista y patriarcal¡±. ?Y si lo dejamos en masa, hartas como ella?
¡°Ya no hago pel¨ªculas¡±, confirm¨® hace unos d¨ªas la actriz Ad¨¨le Haenel en una entrevista con la revista alemana FAQ. La parisina aclar¨® por qu¨¦ lleva desaparecida del cine desde 2019, cuando acumul¨® nominaciones por Retrato de una mujer en llamas, grit¨® ...
¡°Ya no hago pel¨ªculas¡±, confirm¨® hace unos d¨ªas la actriz Ad¨¨le Haenel en una entrevista con la revista alemana FAQ. La parisina aclar¨® por qu¨¦ lleva desaparecida del cine desde 2019, cuando acumul¨® nominaciones por Retrato de una mujer en llamas, grit¨® ¡°?Qu¨¦ verg¨¹enza!¡± mientras abandonaba la platea de unos premios C¨¦sar que ovacionaban a Roman Polanski y nunca m¨¢s se supo de ella en la gran pantalla. Haenel sabe por qu¨¦ se ha pasado al teatro: ¡°Por razones pol¨ªticas. Porque la industria del cine es absolutamente reaccionaria, racista y patriarcal. Nos equivocamos si decimos que los poderosos tienen buena voluntad, que el mundo se est¨¢ moviendo en la direcci¨®n correcta. Para nada. Lo ¨²nico que mueve estructuralmente a la sociedad es la lucha social. Y me parece que, en mi caso, dejarlo es luchar. Quiero participar en otro mundo, en otro cine¡±, zanj¨®.
En un se¨ªsmo en la escala cinco tuitera ¡ªmoderado, no llega a tendencia, pero con la magnitud suficiente como para cruzar los algoritmos del Twitter Feminista? y el que menos desaf¨ªos tolera, el Twitter cinefilia? ¡ª, las reacciones a las declaraciones de Haenel se movieron entre el duelo sentido por su fuga, una encendida aprobaci¨®n ideol¨®gica con emojis de fuego y, para sorpresa de nadie en esta bendita red del demonio, quienes no perdieron la oportunidad de llamarla quejica y, encima, poco mujer.
M¨¢s all¨¢ del tuit viral, una lectura reposada de esa entrevista a?ad¨ªa por qu¨¦ abandon¨® el rodaje de L¡¯empire, de Bruno Dumont: ¡°El guion estaba lleno de chistes sobre la cultura de la cancelaci¨®n y la violencia sexual. Trat¨¦ de discutirlo, porque pens¨¦ que era posible un di¨¢logo [...] Se burlan de las v¨ªctimas. La intenci¨®n era hacer una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n con un elenco blanco y una narrativa racista. No quer¨ªa apoyar esto¡±. Vaya con Ad¨¨le. Menudos 33 a?os de seguridad y no los de mi curr¨ªculo profesional. Mentir¨ªa si dijese que no sent¨ª calambres de envidia y que para nada se liberaron r¨ªos de oxitocina pensando en mandar ese mismo link a mi grupo de amigas anunciando solemne: ¡°Me retiro del trabajo porque es reaccionario, racista y patriarcal¡±. S¨¦ que all¨ª no se hubiese rechistado. Hasta hubiesen encargado camisetas con el lema para celebrarlo.
No s¨¦ en la suya, pero en mi burbuja algor¨ªtmica y personal tengo super¨¢vit de mujeres con la ambici¨®n hecha pedazos. Profesionales que renuncian a pomposos ascensos porque han entendido que nadie quiere ser jefa de un sistema si solo sirve para marchitarlas en su silla. Adultas llorando bajito en el ba?o del trabajo, incapaces de seguir el ritmo y al borde del colapso, evadi¨¦ndose en su tiempo libre y llevando su cuerpo hasta el l¨ªmite para, durante ese rato, tratar de sentir algo. ?Y si nos fu¨¦ramos todas, qui¨¦n se quedar¨ªa? Hace unos d¨ªas la fantas¨ªa de la Gran Renuncia como s¨ªmbolo contra un sistema voraz se vino abajo. Lo contaba Emma Goldberg en un reportaje en The New York Times, donde confirmaba que, en realidad, todos los que dimitieron nunca se marcharon: ah¨ª siguen, produciendo sin descanso, solo que en otro cub¨ªculo con mejores vistas a su correo electr¨®nico. ¡°La gente ha querido ver esto como un rechazo al trabajo, pero yo lo he visto como personas capitalizando una gran cantidad de oportunidades laborales¡±, explicaba en el reportaje un director nacional de contrataci¨®n, lanzando una losa de realidad a aquel conato de utop¨ªa, a los privilegios escondidos de poder decir ¡°no¡±: ¡°La gente tiene que pagar sus facturas¡±.
A las que fantaseamos con la evaporaci¨®n nos lo advirti¨® bell hooks en El deseo de cambiar, cuando escribi¨® aquello de que es ¡°una ficci¨®n de falso feminismo¡± imaginar que las mujeres pudi¨¦semos encontrar nuestro poder en un mundo que negase las conexiones con el patriarcado. Entendido, destruirlo desde dentro, pero: ?Y si nos vamos todas, pero de verdad?, insiste mi mente. Entonces siempre vuelve la respuesta amarga de una amiga sabia: ¡°No podemos. Si se van las buenas, gana Blackstone¡±.