Cancelaciones
No tengo vocaci¨®n de inquisidor; pero claro est¨¢ que, si se tercia, no me privo de reprobar
Pocas pr¨¢cticas humanas con tanta solera como la persecuci¨®n moral, que en una modalidad moderna bastante extendida recibe el nombre de cultura de la cancelaci¨®n. En otras ¨¦pocas se encargaban de la tarea punitiva el Index librorum prohibitorum, el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas o cualesquiera tribunales, sistemas de censura, polic¨ªas de las costumbres y dem¨¢s. Hoy despachan la faena tuiteros metidos a jueces y verdugos ganosos de arruinarle la carrera profesional a quienquiera que presuntamente haya metido el pie donde no deb¨ªa.
Si aplic¨¢ramos con rigor estricto ciertos valores hoy hegem¨®nicos o en v¨ªas de ganar hegemon¨ªa a las figuras c¨¦lebres del pasado no se salvar¨ªa ni el Tato. Schubert, Sartre y Van Gogh, entre otros muchos, frecuentaron prost¨ªbulos. Vade retro Satana: canc¨¦lense. Caravaggio mat¨® a un joven arist¨®crata tras asestarle un tajo en el pene, Althusser estrangul¨® a su mujer y Anne Perry ayud¨® a una amiga a matar a su madre a golpes de ladrillo. Qu¨¦ horror: canc¨¦lense.
Pablo Neruda confes¨® no s¨®lo que hab¨ªa vivido, sino tambi¨¦n violado a una sirvienta ceilanesa; Gil de Biedma pagaba por sodomizar adolescentes y Karl Marx se desentendi¨® del ni?o que le hizo a su ama de llaves. ?C¨®mo perdonar tama?as fechor¨ªas? Canc¨¦lense.
Fulano espiaba para la CIA. Mengano justific¨® la Shoah. Zutano abraz¨® el fascismo. Perengano alab¨® en un soneto a Stalin (o a Franco, o a Mao, o a Pinochet). Habr¨ªa que cancelarlos de inmediato. Fuera del escarnio social, al menos en nuestra zona, van quedando ad¨²lteras, ateos y homosexuales, anta?o carne de hoguera. Se ve que progresamos.
Personalmente, no tengo vocaci¨®n de inquisidor; pero claro est¨¢ que, si se tercia, no me privo de reprobar. Leo, escucho, contemplo lo que me da la gana. Pues eso faltaba. Y, por supuesto, cancelo. Eso s¨ª, sin hacer proselitismo con mis cancelaciones ni olvidar el sano ejercicio de cancelarme a m¨ª mismo de vez en cuando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.