Sin gordas en el para¨ªso
Afirmar que la ropa no importa es algo que solo se pueden permitir quienes no tuvieron nunca problemas para caber en ella
No hay ninguna raz¨®n l¨®gica por la que la industria de la moda no disponga de tallas m¨¢s all¨¢ de la 44 en sus tiendas f¨ªsicas. Nos dieron la impresi¨®n de que atend¨ªan las demandas del body positive y que hab¨ªa empezado una nueva era de inclusividad, pero todo qued¨® en un lavado de imagen. Pongan una gorda en el anuncio (gorda es un decir, porque la mayor¨ªa de modelos curvy lo son en comparaci¨®n con las otras, extremadamente delgadas) y la marca ya puede presumir de no discriminar a nadie. Pero lo cierto es que la ropa para las indeseables de elevado IMC (?ndice de Masa Corporal) hemos sido relegadas a los confines discretos de las compras online, donde nadie nos ve (y podemos ser o no ser pensando en Alejandro Sanz). Llevaba tiempo intentando comprender esta deriva: ?es que el dinero de las gordas es dinero de segunda? ?Por qu¨¦, si exponen piezas rid¨ªculamente peque?as, no pueden tener tambi¨¦n las m¨¢s grandes? El pasado domingo di con la respuesta gracias a la l¨²cida entrevista que le hizo Luz S¨¢nchez-Mellado a Mara Jim¨¦nez. Era algo tan simple y perverso como lo que contaba la actriz: no quieren gordas en las tiendas.
El mercado parece tener una capacidad infinita para adaptarse a los cambios sociales sin mover ni un ¨¢pice su pol¨ªtica comercial: que quer¨¦is modelos gordas, pues os ponemos modelos gordas. Eso s¨ª, no m¨¢s de una que, adem¨¢s, tendr¨¢ que ejercer de gorda y no de simple mujer.
Podr¨ªamos negar la importancia del tema, pero la verdad es que millones de mujeres se ven obligadas a dedicarle esfuerzos, tiempo y dinero. Por no hablar del sufrimiento que comporta no encajar en algo tan blando y liviano como un vestido. El ¨²nico modo de escapar del malestar existencial del vestir ser¨ªa enfundarse en una amplia t¨²nica para ir por el mundo. Pero no somos curas y tampoco es que pidamos el oro y el moro: nos conformamos con que a?adan unos cent¨ªmetros de tela a la ropa que ya se vende. En una sociedad dominada por la imagen es francamente dif¨ªcil escapar de este problema. Llamar a la resistencia antisistema, en este caso, es tan dif¨ªcil como pasar a tejerse las propias telas y confeccionarse las propias prendas. La indumentaria tampoco es un asunto menor cuando la cultura lo convierte en representaci¨®n de la identidad individual y pertenencia grupal. Afirmar que la ropa no importa es algo que solo se pueden permitir quienes no tuvieron nunca problemas para caber en ella.
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