Entre los derechos de Esther L¨®pez y los de los lectores
Publicar datos de la vida privada de la v¨ªctima resulta m¨¢s discutible si se reiteran una y otra vez
Los peri¨®dicos dirimen diariamente colisiones entre el derecho a la informaci¨®n y otros igualmente fundamentales: a la intimidad, la imagen, el honor, el secreto de las comunicaciones, la vida privada¡ Las fronteras aparecen difusas y los medios deben sopesar cada caso. Acaba de ocurrir con la muerte violenta de Esther L¨®pez en Traspinedo (1.100 habitantes, Valladolid) tras ser atropellada por un veh¨ªculo y no recibir auxilio. ?Hab¨ªa que contar que la mujer hab¨ªa consumido altas dosis de alcohol y coca¨ªna? La mayor¨ªa de los lectores que han opinado sostienen que no.
L¨®pez, de 35 a?os, desapareci¨® en la g¨¦lida noche del 12 al 13 de enero. Las batidas para encontrarla resultaron infructuosas, pero tres semanas despu¨¦s su cuerpo fue hallado cerca del pueblo, en una cuneta bien visible.
La cobertura period¨ªstica del suceso dio un vuelco el 21 de abril al conocerse la autopsia. Sostiene que Esther L¨®pez fue atropellada de forma ¡°accidental u homicida¡± y que las heridas internas que sufri¨® no eran mortales, pero que despu¨¦s sufri¨® un ¡°shock multifuncional¡±. La causa de la muerte, concluye, fue un politraumatismo ¡°asociado¡± a hipotermia y consumo de alcohol y coca¨ªna.
Resulta discutible la publicaci¨®n de ese ¨²ltimo dato. ?Era relevante? S¨ª para los investigadores, para la familia, ?pero tambi¨¦n para los lectores, para los vecinos del pueblo?
El Libro de Estilo incluye referencias aplicables al caso. Se?ala que ¡°las informaciones que afecten al honor y la intimidad de las personas¡± solo se publicar¨¢n ¡°si responden al inter¨¦s p¨²blico, especialmente si sus protagonistas no tienen relevancia p¨²blica¡±.
Inter¨¦s, curiosidad, exist¨ªa, aunque debe distinguirse entre lo que interesa y lo que importa, y lo que importa es qui¨¦n atropell¨® a la mujer y por qu¨¦ no fue auxiliada. Lo resum¨ªa el peri¨®dico el 23 de abril: ¡°La autopsia de Esther L¨®pez ya ha aclarado cu¨¢ndo y de qu¨¦ muri¨®. Pero no d¨®nde, c¨®mo, por qu¨¦. Y sobre todo, qui¨¦n fue el responsable¡±. Por otro lado, obviamente la mujer no ten¨ªa relevancia p¨²blica.
El Libro de Estilo, esta vez en el cap¨ªtulo dedicado a Violencia Machista, recuerda que el protagonismo corresponde al autor del crimen, no a la v¨ªctima. ¡°Se debe evitar la sobreexposici¨®n de la v¨ªctima. No se informar¨¢ sobre su intimidad ni sobre actos que habr¨ªan pasado inadvertidos de no producirse la agresi¨®n¡±.
Las dudas se acrecientan al ver la reiterada reproducci¨®n del dato. EL PA?S lo difundi¨® el 21 de abril y, desde ese d¨ªa, se ha mencionado de una u otra manera en 12 ocasiones, una de ellas con las cantidades exactas de t¨®xicos en el cuerpo.
Alg¨²n lector lo justifica. Juan Soler alude a la supuesta carga moral impl¨ªcita: ¡°Puede hacer reflexionar a muchos sobre el peligro del consumo de esas sustancias¡±. Y Severiano Delgado destaca que sirvi¨® para descartar falsas tesis previas: ¡°Todo el mundo dio por hecho que la mujer hab¨ªa muerto por una agresi¨®n sexual que ahora se ha visto que no existi¨®¡±.
Las opiniones en contra saltaron de inmediato. Dolores Gauna se declar¨® ¡°at¨®nita¡±. ¡°?Se han parado a pensar en el respeto que deben (a la v¨ªctima) y el sufrimiento a?adido para su familia?¡± Ferr¨¢n Barrachina insisti¨®: ¡°Son asuntos ¨ªntimos que solo competen al juez, a los abogados, a su familia¡±. O Carmen Hern¨¢ndez: ¡°Los pormenores ¨ªntimos deben quedar para la familia¡±. Y Ra¨²l Mart¨ªnez: ¡°Este pormenorizado periodismo forense y en bucle entra en una forma de sensacionalismo cuya utilidad p¨²blica no se justifica¡±.
Hugo Aznar G¨®mez, profesor de ?tica de la Comunicaci¨®n en la Universidad Cardenal Herrera, de Valencia, ve ¡°l¨®gicas¡± las referencias a esos aspectos privados que influyeron en la muerte, pero tambi¨¦n cree que destacarlos y reiterarlos continuamente entra ya en el campo morboso del suceso ¡°y hasta en la culpabilizaci¨®n de la v¨ªctima¡±.
Los dos firmantes de las informaciones consideran que publicar esos ¡°controvertidos¡± detalles ¡°era importante, relevante y pertinente¡±, porque influyeron en el shock multifuncional que caus¨® la muerte de la mujer. Y a?aden un ¨¢ngulo de inter¨¦s: esos datos ¡°personales y desagradables¡± tambi¨¦n revelan la actitud del presunto culpable del atropello: ¡°?Dejar¨ªas tirado en una cuneta a un amigo o amiga en ese estado, de madrugada, a cinco bajo cero?¡±.
En ese pulso entre derechos, EL PA?S prim¨® esta vez el de la informaci¨®n sobre el respeto a la vida privada. Discutible. Al menos hasta que se sepa qu¨¦ ocurri¨® exactamente aquella noche, qui¨¦n atropell¨® a Esther L¨®pez y por qu¨¦ no la auxili¨®. Hasta entonces, difundir una y otra vez esos datos ¨ªntimos contribuye a una indeseada sobreexposici¨®n de la v¨ªctima. Las fronteras son difusas. Ante la duda, prudencia.
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