En defensa de una poco popular soluci¨®n diplom¨¢tica a la guerra de Ucrania
Ha llegado el momento de que Europa despliegue su arma m¨¢s eficaz que, aunque no sea la soluci¨®n id¨®nea, partiendo de la situaci¨®n actual es la menos mala
Emmanuel Macron y Olaf Scholz impulsan conjuntamente una soluci¨®n diplom¨¢tica a la guerra en Ucrania. A estas alturas no hay muchas esperanzas, ya que las dos partes no est¨¢n dispuestas en este momento a llegar a un compromiso.
En nuestros debates p¨²blicos, el mero hecho de que alguien hable con Vlad¨ªmir Putin se suele equiparar con un apaciguamiento. Esto es claramente rid¨ªculo. Las guerras siempre se resuelven mediante acuerdos diplom¨¢ticos. Tanto si Rusia o Ucrania ganan esta guerra como si se convierte en una guerra de desgaste de varios a?os sin vencedores ni vencidos, la diplomacia siempre est¨¢ presente.
Los europeos hacen bien en invocar la diplomacia. En lo que se equivocan es en no definir un objetivo b¨¦lico concreto entre ellos. Todos queremos ayudar a Ucrania. Imponemos sanciones a Rusia, pero solo mientras no nos perjudiquen. Nos indignamos cuando Putin amenaza con mantener el bloqueo del mar Negro, que podr¨ªa provocar una acuciante escasez de alimentos en partes de ?frica. Le se?alamos con el dedo. Echar la culpa a alguien se ha convertido en nuestro relato pol¨ªtico dominante. ¡°El justo por la fe vivir¨¢¡±, como dice la Biblia.
De vuelta a la tierra, cuando uno impone sanciones econ¨®micas, tiene que estar preparado para las consecuencias. No es cuesti¨®n de animar. Si dejamos de comprar petr¨®leo y gas ruso, prepar¨¦monos para la escasez de combustible y la subida de precios. Si dejamos de importar tierras raras, acabaremos con interrupciones en la cadena de suministro que afectar¨¢n a nuestras propias empresas manufactureras. Y tenemos que estar listos para las sanciones de la parte contraria, como el bloqueo de los barcos que transportan trigo. Sabemos que Putin es m¨¢s despiadado y cruel que nosotros, y que tiene un umbral de dolor mucho m¨¢s alto. Si imponemos sanciones, eso significa que debemos tener en cuenta desde el principio que podr¨ªa producirse una crisis alimentaria al final de la cadena de acontecimientos. Si se imponen sanciones econ¨®micas a alguien, hay que pens¨¢rselo bien antes. Si se puede vivir con todas las consecuencias directas e indirectas, pues adelante. Pero no es ¨¦tico imponer una sanci¨®n econ¨®mica y despu¨¦s hacernos los sorprendidos cuando la gente se muere de hambre.
Consideremos a continuaci¨®n la pol¨ªtica. Independientemente de c¨®mo resolvamos este dilema ¨¦tico, ?estamos seguros de que nuestros votantes est¨¢n de acuerdo con nosotros? Y si lo est¨¢n ahora, ?lo seguir¨¢n estando cuando vean en la televisi¨®n im¨¢genes de ni?os hambrientos en el norte de ?frica? ?O la inmigraci¨®n masiva a trav¨¦s del Mediterr¨¢neo?
Nuestra incapacidad colectiva para pensar con claridad se ha convertido en la caracter¨ªstica definitoria tanto de la integraci¨®n europea como de la solidaridad transatl¨¢ntica. Esa es tambi¨¦n la raz¨®n por la que nuestros esfuerzos diplom¨¢ticos no est¨¢n funcionando. Nos movemos por la conveniencia. Vamos pasito a pasito en un paseo al azar, justo la forma m¨¢s segura de perderse.
Una buena estrategia diplom¨¢tica empezar¨ªa con la aclaraci¨®n de qu¨¦ queremos nosotros. ?Realmente queremos derrotar a Putin? Si es as¨ª, ?qu¨¦ significa eso? ?Significa que las tropas rusas se retiren a la situaci¨®n en la que estaban antes del 24 de febrero? ?Es decir, fuera de Ucrania, salvo en Crimea? ?O queremos que la guerra siga hasta que los rusos sean expulsados tambi¨¦n de Crimea? ?O queremos ir a¨²n m¨¢s lejos, como insinu¨® en una ocasi¨®n el presidente Joe Biden, hasta que Putin sea expulsado del poder? ?Buscamos activamente un cambio de r¨¦gimen? ?Queremos imponer un l¨ªder de nuestro gusto? Las personas razonables pueden estar en desacuerdo en cuanto a objetivos b¨¦licos concretos. Lo que no es razonable es que nos ofusquemos.
Aqu¨ª van dos objetivos de guerra que son a la vez matizados y factibles. Pero no podr¨ªan ser m¨¢s diferentes el uno del otro.
Uno, apoyar a Ucrania con todos los medios que tenemos a nuestra disposici¨®n, militares y econ¨®micos, sin llegar a un enfrentamiento militar directo con Rusia. Las sanciones econ¨®micas tendr¨ªan que estar dirigidas a reducir la capacidad de Putin para financiar su guerra. Deber¨ªan incluir todas sus fuentes de ingresos en el extranjero, especialmente el gas y el petr¨®leo. Esta es una estrategia en la que Occidente har¨ªa m¨¢s de lo que est¨¢ haciendo ahora.
Y dos, poner en marcha una diplomacia sosegada para llegar a un acuerdo negociado. El objetivo de esta diplomacia ser¨ªa dar a ambas partes un fuerte incentivo para que lleguen a un acuerdo. Se podr¨ªa amenazar a Rusia con un embargo al gas si no hay acuerdo, y premiarle con el levantamiento de todas las sanciones si lo hay. Ucrania podr¨ªa ser recompensada con una generosa ayuda para la reconstrucci¨®n y una v¨ªa de integraci¨®n en la UE, y si no hay acuerdo, se le podr¨ªa amenazar con la retirada progresiva de los suministros militares.
La primera estrategia constituir¨ªa la respuesta id¨®nea, en mi opini¨®n. Pero Alemania ha dejado claro que no se atreve a hacerlo, y Estados Unidos y el resto de la UE valoran la unidad con Alemania por encima de todas las cosas.
Esto nos deja con la estrategia n¨²mero dos: un acuerdo diplom¨¢tico sucio. No me sorprende en absoluto ver a Scholz y Macron en el Equipo Diplomacia. Una soluci¨®n diplom¨¢tica no es el desenlace id¨®neo, pero, partiendo de la situaci¨®n actual, probablemente sea el menos malo.
El objetivo que yo rechazar¨ªa de plano son las soluciones extremas: presionar a Ucrania para que se rinda, como propugna un grupo de personalidades alemanas, o ir a por un cambio de r¨¦gimen en Rusia. Esto ¨²ltimo ser¨ªa tan reprobable moralmente como el intento de Putin de instalar un r¨¦gimen t¨ªtere en Ucrania. El cambio de r¨¦gimen hay que dej¨¢rselo a los rusos. Y adem¨¢s, ser¨ªa arriesgado, porque estamos tratando con una potencia nuclear. Que no venga nadie a decirnos que el riesgo de un ataque nuclear es nulo.
Por tanto, mi conclusi¨®n es que ha llegado el momento de desplegar nuestra arma m¨¢s eficaz: los diplom¨¢ticos. Y darles mucho tiempo.
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