La filtraci¨®n y la decepci¨®n
Es chocante que Pek¨ªn no se haya inmutado ante las revelaciones period¨ªsticas que prueban que China reprime y detiene masivamente a los musulmanes uigures en Xinjiang
Quiz¨¢s leyeron la noticia y no le hicieron caso, pero la semana pasada 14 medios de 11 pa¨ªses, incluido este peri¨®dico, publicaron una filtraci¨®n hist¨®rica: las pruebas de que China reprime y detiene de forma masiva a los musulmanes uigures en Xinjiang. Y de que los lleva a centros de reeducaci¨®n, no de formaci¨®n profesional, como sostiene Pek¨ªn. La revelaci¨®n tiene much¨ªsimo valor porque se basa en fotos, discursos y protocolos internos obtenidos al piratear ordenadores de la polic¨ªa. Hay detenidos que no han cometido ning¨²n delito, menores y familias enteras, y se cometen abusos. M¨¢s de un mill¨®n de uigures han pasado por esos lugares.
Lo que ocurre en Xinjiang le resulta ajeno a muchos chinos porque les pilla muy lejos, pero es clave para entender el pa¨ªs. Es la regi¨®n situada m¨¢s al Oeste, tres veces m¨¢s grande que Espa?a, des¨¦rtica y de las m¨¢s estrat¨¦gicas: por all¨ª pasaba la Ruta de la Seda y hoy circulan el gas y el petr¨®leo que abastecen a megal¨®polis como Shangh¨¢i. Adem¨¢s, para el Partido Comunista siempre ha sido el gran foco de inestabilidad. Desde 2009, las tensiones entre la minor¨ªa uigur y los hanes han ido a m¨¢s. A ra¨ªz de que unos pocos uigures proindependencia cometieran atentados terroristas, Pek¨ªn proclam¨® una ley contra el extremismo. As¨ª puso en marcha una de las mayores maquinarias represivas de la historia. La regi¨®n se llen¨® de c¨¢maras de vigilancia, el velo y la barba larga pasaron a ser sospechosos y se cerraron muchas mezquitas. La gente empez¨® a desaparecer de la noche a la ma?ana sin haber hecho nada. A sus familiares les dec¨ªan que los hab¨ªan mandado ¡°a estudiar¡±. Algunos llevan a?os incomunicados. El Gobierno chino insiste en que desde que se construyeron los centros en 2017 no ha vuelto a haber ataques violentos. Es cierto. Pero ?a qu¨¦ precio? Los documentos que acaban de salir a la luz muestran edificios cercados por alambres de espino y sillas de tortura.
Lo m¨¢s chocante es que, ante revelaciones tan graves por parte de la prensa internacional, Pek¨ªn no se ha inmutado. Hace cinco a?os, semejante cobertura sobre Xinjiang habr¨ªa motivado una ofensiva diplom¨¢tica, llamadas a alto nivel, represalias. Ahora, el Gobierno chino se ha limitado a subrayar que los medios occidentales difunden noticias falsas, y que Xinjiang no va de derechos humanos, sino de terrorismo y radicalizaci¨®n.
Lo que ha terminado de ponerle el relato en bandeja a Pek¨ªn ha sido la visita de Michelle Bachelet, que coincidi¨® con la filtraci¨®n. Era la primera visita de una alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU a China en 17 a?os, y no pudo ser m¨¢s decepcionante. En una burbuja sin prensa, Bachelet solo pas¨® dos d¨ªas en Xinjiang recorriendo el itinerario de la propaganda oficial. Hace meses que su oficina ten¨ªa que haber publicado un informe sobre posibles cr¨ªmenes de lesa humanidad en esa regi¨®n. Habr¨ªa sido interesante que Bachelet llevara ese documento a las autoridades chinas. Pero la que recibi¨® algo de lectura fue ella: le regalaron un libro con citas del presidente Xi Jinping sobre su particular concepto de los derechos humanos. @anafuentesf
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