La ¡®confederalizaci¨®n¡¯ del PP
Es curioso que el partido de Feij¨®o parezca m¨¢s territorializado que el PSOE. Falta que esto sea trasladado tambi¨¦n a la teor¨ªa
Pr¨®xima estaci¨®n: Andaluc¨ªa. En la anterior estaci¨®n, la de Castilla y Le¨®n, se ape¨® a Pablo Casado y se incorpor¨® a Alberto N¨²?ez Feij¨®o; tambi¨¦n se agreg¨® al Gobierno a Vox. Y un poco m¨¢s atr¨¢s, el nombre de la estaci¨®n era Madrid, cuando el ruido ayusista empez¨® a resonar por todo el nuevo escenario. Los movimientos temporales de la pol¨ªtica se expresan por la sucesi¨®n de citas electorales. Pero observen que siempre van vinculados tambi¨¦n a una dimensi¨®n espacial. Las distintas estaciones tienen nombre de comunidad aut¨®noma. Lo queramos o no, hacer pol¨ªtica en Espa?a es sujetarse a las din¨¢micas territoriales, ellas son las que mandan sobre el imaginario de lo pol¨ªtico. La territorialidad ha devenido en el apriorismo de nuestra pol¨ªtica. Espacio y tiempo, las categor¨ªas a priori de Kant, convergen sobre aquella.
No solo, desde luego, porque somos el pa¨ªs de nuestro entorno con mayor n¨²mero de partidos de ¨¢mbito territorial ¡ªel pintoresco Ja¨¦n merece m¨¢s quiz¨¢ se a?ada pronto a la lista¡ª. Su efecto se deja sentir en casi todo. Podemos ha fracasado en gran parte por su defectuoso ensamblaje geogr¨¢fico, y el Gobierno sigue vivo gracias a sus socios catalanes y vascos. Y, no nos enga?emos, Casado fue defenestrado por una revuelta de barones territoriales. Fue instada por la rebeld¨ªa de Isabel D¨ªaz Ayuso, pero el problema viene del control centralista que trat¨® de imponer en el partido aquel del ya nadie se acuerda, Teodoro Garc¨ªa Egea. (Ay, la fugacidad de los liderazgos.)
Esto ¨²ltimo me permite aterrizar sobre el interesante giro que Feij¨®o ha dado al PP, convirti¨¦ndolo en algo pr¨®ximo a un partido confederal de facto ¡ªno, desde luego, por modificaci¨®n de sus Estatutos¡ª. Si recuerdan, su entrada en la direcci¨®n del partido coincidi¨® con las negociaciones de Alfonso Fern¨¢ndez Ma?ueco con Vox. Su reacci¨®n fue el delegar la decisi¨®n sobre la incorporaci¨®n de este al Gobierno de la Comunidad en el l¨ªder regional. Lo mismo con Ayuso en Madrid, empoderamiento pleno para que actuara a sus anchas en su ¨¢mbito geogr¨¢fico. Y se deja al criterio personal de Juan Manuel Moreno todo lo relativo a los pactos futuros en Andaluc¨ªa despu¨¦s de las elecciones o sobre una eventual repetici¨®n de las mismas. Autonom¨ªa casi total para todos ellos. Se dir¨¢, con raz¨®n, que se lo puede permitir por su bonanza demosc¨®pica y porque, despu¨¦s de todo, fue cooptado por ellos. Tambi¨¦n, porque espera que ese mismo laisser faire le sea garantizado despu¨¦s en el caso de que llegue a gobernar en Madrid. Aunque creo que tiene que ver m¨¢s bien con su propia socializaci¨®n pol¨ªtica en Galicia, en una nacionalidad hist¨®rica. Es el primer l¨ªder nacional del PP con ese trasfondo. Ya veremos lo que da de s¨ª.
Siempre se ha dicho que los dos partidos que vertebraban Espa?a eran el PSOE y el PP. Ahora es una afirmaci¨®n m¨¢s discutible porque el PP est¨¢ pr¨¢cticamente ausente en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Pero no deja de ser curioso que el PSOE se gobierne desde Moncloa, m¨¢s que desde Ferraz, y el PP, en cambio, aparezca m¨¢s territorializado. Falta que lo que en este partido (aparentemente) rige en la pr¨¢ctica ¡ªplena conformaci¨®n a un dise?o federal¡ª sea trasladado tambi¨¦n a la teor¨ªa. ?Para cu¨¢ndo un m¨¢s expl¨ªcito reconocimiento desde la derecha de nuestra gran diversidad, de lo que en realidad somos? ?Es compatible este presunto giro con potenciales cesiones a Vox? Lo ¨²nico cierto es que la sociolog¨ªa territorial del pa¨ªs, el apriorismo de nuestra pol¨ªtica, se ha acabado imponiendo. La realidad siempre acaba cobr¨¢ndose su venganza sobre las narraciones m¨¢s o menos m¨ªticas.
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