Acabar con la pornograf¨ªa
Los lectores escriben sobre el acceso a los v¨ªdeos sexuales y sus consecuencias en los j¨®venes, las enfermedades degenerativas, la contaminaci¨®n ac¨²stica y los linchamientos en redes sociales
Se?ala el fil¨®sofo Byung-Chul Han que vivimos en una sociedad de la productividad y el rendimiento, donde todo es objeto de mercado, todo se muestra y se vuelve pornogr¨¢fico porque no hay lugar para el misterio ni la intimidad. La din¨¢mica del amor queda paralizada ante un mundo que solo se atiene a lo inmediato. Los j¨®venes crecen as¨ª en un ambiente de confusi¨®n, sin que perciban unos l¨ªmites que les permitan desarrollar el cultivo de su propia interioridad. La sociedad avanza en la medida en que los l¨ªmites quedan claros. Podr¨¢ recuperar su propia sensibilidad si es consciente de los da?os que hace la pornograf¨ªa al convertir los cuerpos en productos de consumo, al distorsionar la realidad y fomentar conductas violentas hacia las mujeres. Si la prohibici¨®n de la pornograf¨ªa produce resquemor, quiz¨¢ es que requiere mayor conciencia social, pero, sobre todo, decisiones valientes. Quiz¨¢s sea el momento de concienciar al conjunto de la sociedad de los problemas que entra?a la producci¨®n y el consumo de material pornogr¨¢fico, apostar por unos l¨ªmites que perfeccionen nuestro entorno. Solo entonces estaremos en condiciones de recuperar la fuerza de Eros.
Manuel C. Ortiz de Land¨¢zuri. Pamplona
Ni debajo del agua
No recuerdo haber escuchado hablar a mi abuelo, nunca. Cuando el p¨¢rkinson y el alzh¨¦imer causaron estragos en su capacidad de dicci¨®n, simplemente dej¨® de hacerlo. Los que lo conoc¨ªan antes de su enfermedad dec¨ªan que era dif¨ªcil ver tan callado a alguien que no par¨® de hablar durante toda su vida. ¡°Ni debajo del agua¡±, dec¨ªan. Pero,para m¨ª, hablarle mir¨¢ndole a los ojos, siempre azules, era como un ba?o en el mar en solitario, donde los problemas siempre parecen m¨¢s peque?os y te sientes escuchado, aunque no recibas respuesta.
Elena Botana Serrano. Santa Cruz de Tenerife
Violencia sonora
Vivo en una ciudad mediana en la que no hay lugar para la calma. Coches, motos, aviones... Los tapones de o¨ªdos se han convertido en fieles compa?eros y me pregunto qu¨¦ ser¨ªa de m¨ª sin ellos. Son mi escudo frente a la violencia sonora, porque esos decibelios pinchan m¨¢s que una navaja afilada, porque no percibo que nadie se preocupe del nivel de ruido que soportamos a diario y de los efectos que tiene para nuestra salud f¨ªsica y mental. Gana el que m¨¢s grita, el que m¨¢s acelera, el que lleva la m¨²sica m¨¢s alta. No s¨¦ si existe el cielo, pero, de haberlo, seguro que reina en ¨¦l un maravilloso y respetuoso silencio.
Keila Su¨¢rez. Arrecife (Lanzarote)
Linchamiento digital
Con las nuevas tecnolog¨ªas resulta m¨¢s sencillo perder la educaci¨®n y olvidar el lado humano a la hora de rebatir las opiniones o confrontar argumentos. A modo de escudo protector, el anonimato o pseudoanonimato permite lapidar a golpe de clic a todo aquel que expresa su visi¨®n o forma de ver las cosas de forma respetuosa, aunque no encaje en seg¨²n que par¨¢metros o dogmas establecidos. Esta Inquisici¨®n 3.0 dicta sentencias sin juicio o debate previo; la presunci¨®n de inicio es la culpabilidad. Visto lo visto, Torquemada no puede estar m¨¢s orgulloso de su legado en versi¨®n digital.
Ram¨®n Puchades Rinc¨®n de Arellano. Valencia
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