Nuestros datos, nuestros cuerpos
El capitalismo de vigilancia permite obtener y procesar informaci¨®n sobre mujeres que buscan servicios de salud reproductiva, una realidad peligrosa en pa¨ªses donde estos derechos est¨¢n bajo asedio
El pasado 3 de junio entr¨® en vigor en Polonia una medida que ampl¨ªa la cantidad de informaci¨®n que el sistema sanitario polaco mantendr¨¢ en su base de datos sobre sus pacientes, incluyendo un registro de embarazos, adem¨¢s de otros datos m¨¦dicos que pueden dar informaci¨®n sobre el estilo de vida de las mujeres embarazadas. Esto quiere decir que el Estado podr¨¢ utilizar estos datos para ...
El pasado 3 de junio entr¨® en vigor en Polonia una medida que ampl¨ªa la cantidad de informaci¨®n que el sistema sanitario polaco mantendr¨¢ en su base de datos sobre sus pacientes, incluyendo un registro de embarazos, adem¨¢s de otros datos m¨¦dicos que pueden dar informaci¨®n sobre el estilo de vida de las mujeres embarazadas. Esto quiere decir que el Estado podr¨¢ utilizar estos datos para rastrear a las mujeres que no hayan finalizado su embarazo.
Las mujeres polacas embarazadas dejan as¨ª de ser ciudadanas libres y aut¨®nomas, y, como las criadas de la famosa novela de Margaret Atwood, se convierten en medios para otros fines. Ya no son seres humanos poseedores de derechos fundamentales, sino ¨²teros que reproducen a otros seres humanos que tendr¨¢n o no garantizados esos derechos dependiendo del sexo con el que nazcan y su orientaci¨®n sexual.
Este registro es un paso m¨¢s hacia la criminalizaci¨®n del aborto en Polonia. El 22 de octubre de 2020, el Tribunal Constitucional polaco declar¨® inconstitucional la disposici¨®n de la ley de 1993 que permit¨ªa el aborto en caso de anomal¨ªa fetal grave e irreversible o enfermedad incurable del feto. Esto supuso una prohibici¨®n del aborto de facto, puesto que la gran mayor¨ªa de los abortos legales en Polonia ten¨ªa esas causas. Una reforma legal de enero de 2021 complet¨® el proceso, incluyendo penas de prisi¨®n para las mujeres y los m¨¦dicos que las asistieran en los abortos. Desde entonces, varias mujeres han fallecido en hospitales polacos por el retraso de los facultativos al extraer fetos ya muertos o que amenazaban gravemente la vida de la madre.
Con desarrollos como el registro polaco de embarazos y en un contexto de capitalismo de la supervisi¨®n y mercantilizaci¨®n de datos, los efectos del avance de la digitalizaci¨®n de nuestras sociedades est¨¢n m¨¢s cerca de la distop¨ªa y el terror de Estado que de mayor bienestar y ampliaci¨®n de derechos. Desde que en EE UU se filtr¨® el borrador de la decisi¨®n del Tribunal Supremo que previsiblemente anular¨¢ la sentencia de 1973 (conocida como Roe contra Wade) y, consecuentemente, el derecho al aborto, se alerta de la vulnerabilidad de las mujeres norteamericanas frente a la gesti¨®n de los datos que comparten en sus b¨²squedas en internet o en las aplicaciones que utilizan y que pueden acabar incrimin¨¢ndolas si deciden interrumpir su embarazo o est¨¢n pensando en hacerlo.
En el mercado de datos se demanda y vende informaci¨®n sobre quienes usan las famosas aplicaciones de m¨®vil de seguimiento de la regla o buscan informaci¨®n, productos o servicios relacionados con la salud reproductiva. En un pa¨ªs que avanza hacia la criminalizaci¨®n del aborto y carece de la protecci¨®n que ofrece el Reglamento de Protecci¨®n de Datos en la UE (RGPD), la econom¨ªa del dato puede transformarse en una herramienta de control social que no s¨®lo privar¨ªa a las mujeres de sus derechos sexuales y reproductivos, sino que cambiar¨ªa su relaci¨®n con el mundo digital, al someterlas a la vigilancia en l¨ªnea y al riesgo de ser condenadas.
Comprar esos datos podr¨ªa permitir a los superpoderosos lobbies antiaborto identificar a las usuarias de esas apps o a quienes se informen sobre personas o agencias que proporcionan servicios a las mujeres que desean abortar. Si en EE UU se avanza en la penalizaci¨®n del aborto, se podr¨ªan utilizar esos datos para procesar a las mujeres que intentan abortar. En Europa, el RGPD lo hace imposible, pero se consiente lo que est¨¢ pasando en Polonia.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, las mujeres hemos gritado muchas veces: ¡°Nuestro cuerpo, nuestros derechos¡±. La digitalizaci¨®n nos urge ahora a incluir nuestros datos en ese lema si no queremos que nuestros cuerpos sirvan a fines que atacan nuestra dignidad y derechos fundamentales o como veh¨ªculos del terror de Estado. Para ello, debemos garantizar no s¨®lo que los derechos sexuales y reproductivos, como derechos humanos, se respeten en todo el mundo, y sin ambages en los pa¨ªses considerados democracias y pertenecientes a la UE, sino que toda la legislaci¨®n vinculada a la digitalizaci¨®n impida desarrollos que vulneren los derechos de las mujeres y los derechos humanos de forma expl¨ªcita. Es fundamental, por ejemplo, incluir una prohibici¨®n expresa de la utilizaci¨®n de nuestros datos para limitar derechos sexuales y reproductivos en el nuevo reglamento que debe crear el Espacio Europeo de Datos Sanitarios, uno de los expedientes de la Estrategia Europea de Datos, o que en la futura potencial revisi¨®n del RGPD se impida la vulneraci¨®n de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
En un mundo cada vez m¨¢s digitalizado, en el que se mezclan el auge de los nacionalismos identitarios con una transici¨®n demogr¨¢fica que implica el envejecimiento de muchas sociedades, el control de los cuerpos y la capacidad reproductiva de las mujeres se perfila como objetivo codiciado que debemos contrarrestar con una f¨¦rrea defensa de los derechos fundamentales, sin mirar nunca hacia otro lado cuando ¨¦stos se vulneren.