Margaret Atwood: ¡°Las utop¨ªas van a volver porque tenemos que imaginar c¨®mo salvar el mundo¡±
La escritora canadiense, que completa la publicaci¨®n en espa?ol de su trilog¨ªa ¡®MaddAddam¡¯, reflexiona sobre las reacciones que siguen a las conquistas sociales y su talento para la biolog¨ªa
Creci¨®, dice, en el norte de Canad¨¢, donde nunca se ha concebido a la mujer como un florero. ¡°Si necesitaba un trozo de le?a, sal¨ªa y lo cortaba con mi propia hacha¡±, dice. Hoy, a?ade, tiene una sierra mec¨¢nica. No puede entenderse su literatura, asegura Margaret Atwood (Ottawa, 81 a?os), sin esa igualitaria, a la vez que alienante, percepci¨®n de mundo. Porque ella miraba alrededor y no era eso lo que ve¨ªa. La obra de un escritor, dec¨ªa Ray Bradbury, est¨¢ hecha de aquello que teme cuando apaga la luz por las noches. Y lo que teme Atwood es lo que ocurre cuando alguien toma el mando y decide que las cosas ser¨¢n mejor si se hacen a su manera. Pongamos que alguien decide que el planeta estar¨¢ mejor sin el ser humano y provoca una pandemia que acaba con el 99% de la poblaci¨®n mundial, como ocurre en su obra reci¨¦n rescatada Oryx & Crake (Salamandra), punto de partida de una trilog¨ªa que este oto?o ser¨¢ completada por fin en espa?ol. ?Se siente una visionaria? ¡°Oh, no, no creo que esta pandemia haya sido intencionada, aunque nunca se sabe, la vida siempre te da sorpresas¡±, responde, divertida.
Est¨¢ en su casa, en Toronto. Ha recordado de milagro la videollamada. Estaba arrancando malas hierbas en el jard¨ªn. Est¨¢ en una habitaci¨®n repleta de libros a sus espaldas, y marcos con lo que parecen peque?os cuadros y fotograf¨ªas. Se atusa su revuelta melena blanca y recuerda que ¡°puede que no les prestase la atenci¨®n que deb¨ªa porque era una adolescente y las adolescentes solo piensan en lo que van a hacer el s¨¢bado por la noche, pero es cierto que mis padres eran cient¨ªficos, bi¨®logos, y que en casa se reun¨ªan con amigos y hablaban de lo mal que iba a acabar todo si segu¨ªamos as¨ª, pero tambi¨¦n de todo tipo de nuevos descubrimientos¡±. ¡°Oh, y yo deber¨ªa haber sido bi¨®loga. Mi hermano no me lo perdonar¨¢ nunca. Se me daba mejor la biolog¨ªa que el ingl¨¦s. Ten¨ªa un mont¨®n de faltas de ortograf¨ªa. ?l tambi¨¦n quer¨ªa ser escritor, pero al final se hizo bi¨®logo. Lee mis libros como un profesor leer¨ªa un examen, ?tengo que ser riguros¨ªsima!¡±, explica.
De ah¨ª que en la trilog¨ªa MaddAddam, la que abre Oryx & Crake, anticipase, por ejemplo, los conejos fluorescentes que se inventaron en 2013 y que aparecen una d¨¦cada antes en esa novela, que retrata de manera certera la velocidad del mundo de hoy y la explotaci¨®n sin escr¨²pulos del medio ambiente ¡ªhasta el punto de crear animales para que simplemente contengan ¨®rganos humanos de repuesto¡ª por no hablar de una vuelta a una especie de Edad Media, una desigualdad social que convierte a los propietarios de grandes corporaciones en se?ores feudales cuyos complejos est¨¢n rodeados de plebillas, villas donde malviven los campesinos de ese futuro hasta que ese futuro tambi¨¦n se acaba. ¡°Crake cree que el mundo est¨¢ mejor sin nosotros y nos sustituye por los crakers, seres que ni siquiera necesitan la agricultura porque comen hojas, que no sienten celos, pero que no pueden evitar querer saber de d¨®nde vienen¡±, dice.
He aqu¨ª uno de los ejes de la narrativa de Atwood: la creaci¨®n del mito. Sus primeros poemarios los dedic¨® a, como ella dice, ¡°reexaminar mitos e historias de hadas¡±, algo que ha continuado haciendo ¡ªEl cuento de la criada no deja de ser la creaci¨®n de un mito, un pasado inconcebible desde el futuro de una sala de conferencias¡ª y que MaddAddam completa en la tercera entrega, llamada precisamente MaddAddam, in¨¦dita en espa?ol hasta ahora, exponiendo de qu¨¦ forma se construye la verdad hist¨®rica tras mostrar la realidad en las dos entregas anteriores, Oryx y Crake y El a?o de diluvio. ¡°La ¨²nica raz¨®n por la que me voy al futuro a contar mis historias es porque no quiero tener que irme del planeta Tierra y es en el futuro donde puedo controlar todo el relato, siempre que sea coherente y plausible¡±, dice. De adolescente le¨ªa las distop¨ªas de George Orwell y Aldous Huxley y se pregunt¨® por qu¨¦ no hab¨ªa mujeres escribi¨¦ndolas.
¡°Por supuesto, toda distop¨ªa habla del presente. Orwell hablaba de 1948 y Huxley hablaba de ¨¦l mismo llegando a Hollywood en los a?os treinta despu¨¦s de haber pasado por la Gran Depresi¨®n, y top¨¢ndose con el sexo libre y comidas ex¨®ticas. En el siglo XIX se escribieron miles de utop¨ªas. Es l¨®gico. Se hab¨ªan visto tantas mejoras materiales, tantos inventos, que solo pod¨ªan imaginar un mundo mejor. El XX fue un siglo de distop¨ªas porque fue un siglo de guerras y totalitarismos. Qued¨® claro que esa idea de la sociedad perfecta implicaba una masacre. Ten¨ªas que matar a todo el que no estuviera de acuerdo contigo para instaurar tu utop¨ªa. Toda distop¨ªa contiene una utop¨ªa y al contrario¡±, apunta, y pese a todo, cree que, en este siglo XXI, ¡°van a volver las utop¨ªas¡±. ?Por qu¨¦? ¡°Vamos a tener que descubrir de qu¨¦ manera organizarnos para que el planeta siga siendo habitable. Las utop¨ªas van a volver porque tenemos que imaginar c¨®mo salvar el mundo¡±, responde.
Los novelistas no son pensadores, puntualiza, aunque s¨ª pueden escenografiar el mundo, ¡°como un director de cine¡±. Dibujar un mapa. ¡°Hay que ser cauto, siempre que se habla del futuro, porque toda historia puede acabar siendo cre¨ªda. ?O qu¨¦ pas¨® con la utop¨ªa de Edward Bulwer-Lytton, Vril, El poder de la raza futura? Hasta Hitler se la crey¨® y mand¨® a un equipo de exploradores a Noruega a encontrar la cueva de la que Bulwer-Lytton hablaba, en la que se escond¨ªa una perfecta sociedad del futuro¡±, cuenta. Lo mismo ha ocurrido con El cuento de la criada. ¡°Ha habido quien ha empezado a preguntarse c¨®mo implantar esa locura. Por eso hay que ser cauto. Y tener presente que lo que para ti es una distop¨ªa, para otros puede ser una utop¨ªa¡±, a?ade. Y no olvidar. Como no se olvid¨® en la d¨¦cada de los cincuenta, ¡°cuando se hizo un esfuerzo unitario ¡ªprincesas Disney incluidas¡ª por devolver a la mujer al hogar, que no era ah¨ª adonde pertenec¨ªa¡±, dice.
?Hay en esta cuarta ola del feminismo m¨¢s esperanza que en ninguna de las anteriores? ¡°Todo est¨¢ en proceso. Cuando empujas, notas la resistencia del otro. La elecci¨®n de Obama fue un impulso, la de Trump, una reacci¨®n en contra. Siempre que hay un cambio de paradigma, hay quien quiere que las cosas vuelvan a ser como antes. Siempre puedes esperar conseguir mejoras, y si hay una reacci¨®n contraria, aguantar hasta donde hab¨ªas llegado, mantener el terreno, e incluso volver a presionar para conseguir lo que ten¨ªas, como ocurri¨® en los cincuenta¡±, responde. Hoy en d¨ªa, en cualquier caso, a?ade, ¡°no se trata ¨²nicamente de la igualdad de g¨¦nero, se trata tambi¨¦n de la desigualdad en la riqueza, que ha alcanzado unas proporciones inauditas desde el antiguo r¨¦gimen franc¨¦s, desde Enrique VIII, y por supuesto, el cambio clim¨¢tico, algo que tendremos que resolver si queremos seguir siendo una especie de este planeta¡±.
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