El edadismo es cosa de Occidente
No imagino que al hacerme vieja mi premio por una larga vida de trabajo sea estar solamente con otros viejos
Hace unos d¨ªas estaba desayunando en un hotel cuando apareci¨® lo que supongo ser¨ªa un grupo del Imserso alem¨¢n. Hab¨ªa algo extra?o en esa escena: todos los all¨ª presentes, con su tostada y su caf¨¦, ten¨ªan m¨¢s o menos la misma edad. Imagin¨¦ que se trataba de jubilados que compart¨ªan viaje, y por un momento me result¨® tremendamente deprimente pensar que el retirarnos de la vida laboral comporte volver a tener que estar con quienes nacieron por las mismas fechas que nosotros. Igual que en la escuela o el instituto. La escena en cuesti¨®n es de lo m¨¢s habitual, pero a m¨ª se me hizo raro, igual de raro que las salas comunes de las residencias de ancianos o las mesas en las que se juega al domin¨® en los centros de mayores. Lo que no encaja, lo que denota una organizaci¨®n que va m¨¢s all¨¢ de la inercia natural de la vida, es precisamente la segregaci¨®n por edad. Que en estos sitios los adultos, por ser los que acumulan m¨¢s a?os en este mundo, est¨¦n casi obligados a juntarse con otros de su quinta para tener vida social. Esta compartimentaci¨®n es, en realidad, un artificio muy propio de las sociedades occidentales capitalistas. Estar fuera de la cadena productiva parece abocar autom¨¢ticamente a un gueto etario.
Es en nuestras latitudes donde la obsesi¨®n por clasificar, delimitar, definir, catalogar y establecer las distintas etapas vitales llega al paroxismo. Como si no pudieran existir espacios de convivencia, como si no pudi¨¦ramos estar m¨¢s que con nuestros coet¨¢neos. Intento pensar en las palabras referentes a este tema que s¨¦ en mi lengua materna, el rife?o, y no consigo encontrar ni la d¨¦cima parte de las que recopil¨® Mar¨ªa Moliner bajo la acepci¨®n de ¡°edad¡±. Y eso que en el diccionario no aparecen ni boomers, ni generaci¨®n x, ni millennials ni zentennials.
El mestizaje intergeneracional, presente en muchas sociedades tradicionales, es m¨¢s interesante y menos claustrof¨®bico. No imagino que al hacerme vieja mi premio por una larga vida de trabajo sea estar solamente con otros viejos. Quiero, como ahora, contagiarme de puntos de vista distintos. Querr¨¦ cargar pilas con la electrizante energ¨ªa de los j¨®venes, del mismo modo que me he arrimado desde peque?a a quienes saben m¨¢s por haber vivido m¨¢s. Quiero recibir agradecida la memoria que se me quiera transmitir y trasladar la m¨ªa a quien pueda interesar para que as¨ª el legado intangible de la experiencia no languidezca tristemente en los hoteles fuera de temporada.
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