Un Derby de platino
La edici¨®n de este a?o de las carreras de Epsom ha contado con dos ausencias destacadas: la reina Isabel y Lester Piggot, considerado el mejor jinete de su siglo
Durante d¨¦cadas, cuando se acercaba la fecha del Derby de Epsom, a comienzos de junio, la pregunta que se hac¨ªan los aficionados era ¡°?a qui¨¦n monta Lester?¡±. Lester Piggott (the Long Fellow, the Maestro) no solo estaba considerado el mejor jinete de su siglo, sino sobre todo el gran especialista en la carrera cl¨¢sica entre las cl¨¢sicas. La pista de Epsom, con sus ondulaciones y sus altibajos, no es una milla y media como las dem¨¢s: llevar al caballo bien equilibrado durante el recorrido, no agotarlo antes de tiempo ni reservarlo tanto que no llegue a tiempo para disputar el final exige una combinaci¨®n de suavidad y energ¨ªa al alcance de pocos privilegiados. Muchos buenos jinetes han aguardado toda su vida la ocasi¨®n y nunca han ganado el Derby: Lester lo gan¨® nueve veces y seis el Oaks, la prueba de yeguas sobre el mismo recorrido, un r¨¦cord que parece no solo insuperable sino incluso dif¨ªcil de igualar. Su primer Derby lo gan¨® en 1954, cuando ten¨ªa 18 a?os, montando al hermosamente llamado Never say die y el ¨²ltimo sobre Teenoso, en 1983. Entre ambos y m¨¢s all¨¢ una larga vida de jockey que le convirti¨® en un mito viviente, en una leyenda de Newmarket que simboliz¨® en los m¨¢s de 30 pa¨ªses donde compiti¨® el arte h¨ªpico en toda su m¨¢gica eficacia. Pod¨ªa permitirse el lujo de elegir el caballo que quer¨ªa montar en su prueba preferida y a veces abusaba un poco de ese privilegio. Acerca de ¨¦l se contaban todo tipo de chismes y an¨¦cdotas, desde su sordera y laconismo incurable hasta su taca?er¨ªa sin fisuras. Incluso pas¨® una temporada en la c¨¢rcel por no pagar los debidos impuestos de sus ganancias en el extranjero: sali¨® de prisi¨®n con m¨¢s de 50 a?os, recuper¨® su licencia para montar (no para matar) y a los 12 d¨ªas gan¨® en Estados Unidos la milla de la Breeder¡¯s Cup, quiz¨¢ su monta m¨¢s perfecta. No carec¨ªa de cierto humor seco y cortante: cuando despu¨¦s de dos a?os de c¨¢rcel un periodista le pregunt¨® que c¨®mo iba a montar a partir de entonces, repuso ¡°pues lo mismo que antes: una pierna a cada lado¡±.
Lester estaba retirado de las pistas desde hace d¨¦cadas, pero este a?o su nombre ha vuelto a estar muy presente en la semana del Derby: el domingo, seis d¨ªas antes del gran premio, ha muerto en su refugio de Suiza a los 86 a?os. A algunos viejos aficionados no les resulta extra?o pensar en este primer Derby que ¨¦l ya no ver¨¢ ni siquiera por televisi¨®n. Y tambi¨¦n que la facci¨®n m¨¢s alegre y et¨ªlica que hoy nos rodea en Epsom naci¨® cuando ¨¦l ya hab¨ªa dejado de montar. Sin embargo, este Derby de 2022 tiene otra protagonista tambi¨¦n veterana y legendaria, la reina Isabel, que celebra sus bodas de platino con el trono de Inglaterra, en el que ha permanecido 70 a?os. Para el mundillo entusiasta del turf, the Queen es nuestra monarca principal. En cada uno de los pa¨ªses tenemos otros reyes y otras reinas oficiales a quienes respetamos (no vayan a creer que somos de Podemos o Bildu) pero reina lo que se dice reina es sobre todo Isabel de Windsor, la que fue juvenil propietaria de Aureole, la criadora de Dumferline, la due?a de una de las cuadras europeas de m¨¢s solera, pero que nunca ha ganado el Derby. La que sabemos que asiste en cada ocasi¨®n a Epsom o Ascot con la misma arrebatada entrega que cualquiera de nosotros. Confes¨® hace tiempo, cuando por razones anglicanas no hab¨ªa competiciones h¨ªpicas los domingos, que ¡°si no fuera por mi arzobispo de Canterbury, yo coger¨ªa el avi¨®n a Longchamp todos los domingos¡±. Antes de comenzar la jornada de Epsom, desfilaron por la pista vestidos con su chaquetilla p¨²rpura y dorada 40 jinetes que a lo largo de medio siglo hab¨ªan montado para ella. Faltaba Lester, claro, que gan¨® con su Carroza el Oaks en estos mismos prados. Pero no solo los turfistas tenemos aprecio por la reina. Isabel II es un caso raro, una gobernante que despu¨¦s de ocupar el mando mucho tiempo goza de la veneraci¨®n de sus ciudadanos en grado mucho mayor que la monarqu¨ªa que representa. En estos d¨ªas del jubileo hemos visto varias concentraciones multitudinarias en su homenaje, en las que muchos de los asistentes de cualquier edad ¡ªentre banderas brit¨¢nicas y otros s¨ªmbolos patri¨®ticos¡ª llevaban una peque?a pancarta con el m¨¢s sencillo de los lemas. ¡°Thank you¡±, gracias. No se puede decir m¨¢s ni mejor.
Cuando entramos en el amplio hall del hip¨®dromo, llaman la atenci¨®n una serie de dibujos de chulapos madrile?os que con sus gorras, bufandas y chaquetas ajustadas parecen escapados de una zarzuela. Tambi¨¦n hay r¨®tulos que proclaman a ¡°Madr¨ª¡± nada menos que ¡°excepcional¡±. Despu¨¦s me entero de que se trata del anuncio de una marca de cerveza que quiere prestigiarse llevando en su blas¨®n el nombre de la ciudad de moda en Europa. ?C¨®mo se nota que los ingleses no leen nuestra prensa progre y, por tanto, ignoran los sufrimientos de los madrile?os bajo la tiran¨ªa de otra Isabel, pero esta no de Windsor sino de Chamber¨ª! Conf¨ªan en lo bien que lo pasan al visitarnos y viven enga?ados... Los caballos de la gran carrera representaban este a?o, como siempre, lo mejor de cada casa y de cada familia h¨ªpica, hijos de Galileo, Frankel, Sea the Stars cuyo recuerdo insigne nos da un peque?o estremecimiento ext¨¢tico a quienes los vimos correr. El ganador ha sido el m¨¢ximo favorito, Desert Crown, un hijo de Nathaniel (hermano, por tanto, de la campeona Enable), entrenado por sir Michael Stoute, uno de los grandes que a sus 76 a?os algunos ya daban por amortizado pero que a¨²n tiene mucho que ense?ar a los que se creen due?os del cotarro. Su jinete tambi¨¦n ha sido en cierto modo un veterano, Richard Kingscote (naci¨® en julio de 1986, un mes despu¨¦s que Rafa Nadal), un excelente profesional pero que nunca brill¨® entre los m¨¢s glamurosos de la distinguida tribu. Quiz¨¢ lo m¨¢s simp¨¢tico del resultado de este Derby es que los jinetes de los tres primeros clarificados ¡ªel propio Kingscote, David Probert y Rob Hornby¡ª son rostros de lo m¨¢s conocidos y respetados, pero ninguno es de los que puede permitirse viajar en avi¨®n privado.
Finalmente, dentro de la exaltaci¨®n inmarchitable del glorioso momento, a algunos de los menos j¨®venes nos queda un regusto trist¨®n. La reina que esper¨¢bamos con tanta ilusi¨®n finalmente no pudo asistir por razones de salud, lo cual no es buena se?al porque solo ha faltado dos veces en sus 70 a?os de reinado (sin contar las ausencias forzosas por el confinamiento de la covid). Y Lester Piggott ya nunca pasear¨¢ por su hip¨®dromo emblem¨¢tico antes de la carrera que este a?o se ha corrido en su memoria. Cuando se dio la salida del Derby, oculto entre el vocer¨ªo de la afici¨®n, yo grit¨¦ como tantas veces ¡°go on, Lester!¡±. Y luego, ya en un susurro: ¡°never say die!¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.