Trump, al desnudo
Los testimonios de la comisi¨®n del asalto al Capitolio confirman que el expresidente buscaba liderar un autogolpe de Estado
La ma?ana en que pidi¨® a sus seguidores que marcharan hacia el Capitolio, Donald Trump era consciente de que muchos estaban armados. Se lo dijo la polic¨ªa. Aquel 6 de enero de 2021, intent¨® ir con ellos a interrumpir la sesi¨®n del Congreso. Cuando se lo impidieron agentes del Servicio Secreto por cuestiones de seguridad, se enfrent¨® a ellos. Despu¨¦s vio por televisi¨®n desde la Casa Blanca c¨®mo miles de personas asaltaban el Capitolio, sin hacer nada. Cuando le dijeron que la turba quer¨ªa ¡°ahorcar¡± a su vicepresidente, contest¨®: ¡°Se lo merece¡±. Estos detalles fueron revelados por Cassidy Hutchinson, una asesora que trabajaba a pocos metros del Despacho Oval, en televisi¨®n ante la comisi¨®n especial para investigar aquellos hechos. Es el ¨²ltimo y m¨¢s explosivo testimonio en una comisi¨®n que durante el mes de junio ha desnudado por completo cualquier posible justificaci¨®n de la actuaci¨®n de Trump, y al personaje mismo, retratado por su propio c¨ªrculo de confianza como un mentiroso aislado y desquiciado.
La investigaci¨®n del Departamento de Justicia ha provocado ya m¨¢s de 800 detenciones y m¨¢s de 300 condenas. Para acusar a Trump o a su entorno por estos delitos, la Fiscal¨ªa necesita pruebas de que su intenci¨®n era lanzar a la turba armada contra el Capitolio y que no se trat¨® de un suceso espont¨¢neo. Aunque la comisi¨®n a¨²n no ha decidido si referir sus hallazgos a la Fiscal¨ªa, ese es exactamente el relato que ha logrado establecer en las seis sesiones televisadas. No hay margen para la confusi¨®n: todo lo sucedido desde la derrota electoral formaba parte de un plan para no entregar el poder, liderado por Trump pero sostenido en apoyos dispersos que espoleaban al expresidente. La batalla legal, desacreditada por m¨¢s de 60 juzgados, fue perge?ada por tres asesores (John Eastman, Peter Navarro y Rudy Giuliani). En el plano pol¨ªtico, un grupo de republicanos esparcieron sin pudor las mentiras sobre las elecciones. Y finalmente, en el d¨ªa se?alado, supremacistas violentos (Proud Boys y Oath Keepers) lideraron una sublevaci¨®n armada ejecutada por miles de ac¨®litos que acudieron a Washington convocados por Trump. Varios de estos personajes clave intentaron obtener un perd¨®n presidencial de Trump en los d¨ªas posteriores para blindarse ante la justicia. No puede haber mayor admisi¨®n de culpa.
Todos los implicados eran conscientes de que no hab¨ªa base alguna para disputar el resultado electoral. En otro momento inaudito, el fiscal general de Trump, William Barr, declar¨® que el supuesto robo electoral era ¡°una patra?a¡±. La propia hija y asesora del expresidente, Ivanka Trump, estuvo de acuerdo en que no hubo fraude. Lo mismo le dijeron abogados de la campa?a, abogados de la Casa Blanca, su jefe de campa?a y su especialista en datos electorales. En palabras de Barr, el presidente ¡°no estaba interesado en los hechos reales¡±, solo en las voces del grupo de conspiradores que le doraron el ego irresponsablemente hasta poner contra las cuerdas la propia democracia. Casi todas las preguntas est¨¢n ya contestadas. Falta que act¨²e la justicia.
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