Lo que dicen Goya y Picasso
El acierto de llevar a cenar a l¨ªderes mundiales ante el ¡®Guernica¡¯ y las pinturas de Goya no puede arruinarse con un contenido mental uniforme y carente de ambici¨®n e ideales
La cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha sido un ¨¦xito. En esto parecen estar de acuerdo hasta los que consideran que todo lo que toca el presidente S¨¢nchez est¨¢ manchado del pecado original. El estigma se remonta a la cuadratura de la moci¨®n de censura que ech¨® al Gobierno Rajoy. Una acci¨®n que ahora sabemos que fren¨® la contumaz destrucci¨®n de pruebas de la trama de corrupci¨®n interna conducida por una estructura parapolicial que ensuci¨® todo lo que trat¨®. Ese mandato de S¨¢nchez, refrendado en dos elecciones de complicados pactos, ha terminado por condenar a los partidos emergentes entonces a un limbo incierto. Ciudadanos eligi¨® p¨¦simamente sus alianzas de poder y la insustancialidad lo devora frente al mecanismo engrasado del PP. En el caso de Podemos, la contorsi¨®n permanente para ser a un mismo tiempo cara y nuca del Gobierno le obliga a un comportamiento infantil y caprichoso. En ese ejercicio de oposici¨®n sentada al Consejo de Ministros, la cumbre de la OTAN era otra oportunidad para dar pu?etazos al aire. La guerra sobre Ucrania ha roto el equilibrio complejo de los europeos, porque no est¨¢n acostumbrados a ver c¨®mo se bombardea un centro comercial y se viola y se mata tras conquistar poblaciones con lluvia de misiles. En eso Putin parece empe?ado en superar al yihadismo con su terrorismo de imperio.
Pero todo ¨¦xito trae de la cola un fracaso y la OTAN sabe que a cada salto le corresponde un aterrizaje. De eso nadie quiere hablar. En primer lugar, queda maltrecha la independencia europea de Estados Unidos. No hace tanto, la presidencia de Trump nos convocaba a un distanciamiento higi¨¦nico, a buscar defensa propia frente a una deriva demencial. Lejos de quedar desactivado por su derrota electoral, las ideas que lo llevaron al poder est¨¢n sentadas en el Tribunal Supremo y en la mayor¨ªa del Partido Republicano, lo que condena a ese pa¨ªs a una guerra civil latente, donde no hay apuesta por la convivencia. Es un socio natural de Europa, pero las incertidumbres ante la fragilidad de sus valores no son menores que las nuestras ante el avance de la cultura del orbanismo, una negaci¨®n de las libertades a cambio de la autoridad y la exacerbaci¨®n del nacionalismo. La mejor de las armas que ha exhibido Europa tras la invasi¨®n de Putin ha sido la unidad y el decoro en la recepci¨®n de refugiados. Lo peor, conocer la influencia rusa en todo proceso desestabilizador y comprender que hemos alimentado al d¨¦spota sin reparar en el peligro de hacerlo. Ahora lo hacemos con otros similares.
Y a¨²n hay una conclusi¨®n m¨¢s hiriente. Concebir el mundo como un conjunto de territorios que se defienden con la misma estrategia que se usa en las urbanizaciones para ricos de los pa¨ªses convulsos. Cercas de seguridad, torretas de control, conserjes con metralleta. Y este es un delirio planteado ante ?frica y Centroam¨¦rica como si fuera la soluci¨®n inteligente a un desequilibrio creciente. Como si matar en la frontera no fuera matar, sino otra cosa m¨¢s aceptable e inevitable. El acierto de llevar a cenar a l¨ªderes mundiales ante el Guernica y las pinturas de Goya no puede arruinarse con un contenido mental uniforme y carente de ambici¨®n e ideales. Eso es como dar palizas al ritmo de Cantando bajo la lluvia. Goya y Picasso pintaron la guerra como el fracaso absoluto del ser humano. Si hemos fracasado de nuevo, habr¨¢ que variar la estrategia.
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