Oxidados por vacaciones

Las vacaciones de verano hacen que la conciliaci¨®n se vuelva una aventura en muchos hogares. Un periodo que es uno de los mejores momentos para el estudiante, pero no tanto para unas familias que deben tomar decisiones, tambi¨¦n en funci¨®n de sus bolsillos. Algunas apuntar¨¢n a sus hijos a campamentos y actividades extraescolares este julio y agosto, otros confiar¨¢n en Clan TV y la PlayStation para que los mantengan ocupados. Probablemente, la mayor¨ªa de los hogares buscar¨¢ un compromiso entre las dos opciones.

Sin embargo, esta decisi¨®n es m¨¢s trascendental de lo que parece. Los especialistas tienen consenso en que los procesos largos de desconexi¨®n del aprendizaje (como es el verano) suelen tener un efecto de deterioro en las habilidades cognitivas de los ni?os, el cual es particularmente intenso entre las familias menos acomodadas. La raz¨®n es que mientras que las familias de bagaje sociocultural elevado pueden dar a sus hijos est¨ªmulos complementarios a los que reciben en la escuela (campamentos, clases particulares), no es as¨ª en los hogares m¨¢s modestos. Aunque se manden tareas o libros de lectura para el verano desde la escuela, la compensaci¨®n es muy escasa. Su seguimiento viene muy condicionado por el hogar, ya que los padres deben implicarse en mayor o menor grado en supervisar las tareas o actividades de lectura.

Esta l¨®gica ya la hemos visto tambi¨¦n durante la pandemia. Despu¨¦s de todo, el confinamiento supuso un periodo dram¨¢tico de desconexi¨®n educativa. Durante el cierre de los centros escolares en Reino Unido, el rendimiento entre los ni?os de familias m¨¢s vulnerables cay¨® de manera m¨¢s acusada, en concreto en familias monoparentales, de menor nivel educativo o de origen migrante. En Pa¨ªses Bajos, las estimaciones apuntan a que los estudiantes de hogares con menos recursos habr¨ªan tenido una p¨¦rdida en aprendizaje un 55% superior que los de familias m¨¢s acomodadas.

En Espa?a tambi¨¦n se vio este efecto. Los datos del Injuve apuntan que uno de cada tres j¨®venes declar¨® haber perdido conocimientos durante aquel periodo respecto a un curso normal. Este hecho, sin embargo, se concentr¨® con mayor intensidad en los hogares en los que al menos un progenitor estaba desempleado o en el que la madre no realiza tareas remuneradas. Por tanto, hicimos bien en reabrir las escuelas para tratar de equilibrar el terreno de juego, pero no deber¨ªamos descuidar lo persistente que es esta cicatriz. Ojal¨¢ tener buenos datos sobre rendimiento y salud mental en nuestros centros para no escapar a nuestra obligaci¨®n de compensarles.

Mientras tanto, hay que tomar una decisi¨®n para estas vacaciones y el calendario acad¨¦mico es el que es. Modificar esto ¨²ltimo para segmentar los periodos vacacionales ya se va planteando, aunque sea de manera t¨ªmida, pero el dilema sigue encima de la mesa. Sin duda muchas familias van con la lengua afuera en este contexto incierto, pero que no se pierda de vista que, abran o no las escuelas, la educaci¨®n nunca est¨¢ de vacaciones.