La importancia de una memoria compartida
Todos los muertos son de todos y forman parte de nuestra historia. La promesa de Feij¨®o de derogar la ley que ha puesto en marcha el actual Ejecutivo, en el caso de que llegue a gobernar, es decepcionante
A sus 83 a?os, Mart¨ªn, vecino de Cevico de la Torre, un pueblo de Palencia de apenas 400 habitantes, recuper¨® los huesos de su madre. Se llamaba Catalina y no la recordaba. Cuando la fusilaron, era un beb¨¦ de 9 meses. El Mart¨ªn adulto ni siquiera conoc¨ªa su rostro. Nunca tuvo una fotograf¨ªa para imaginarla. En junio de 2019, cuando devolvieron sus huesos a la familia, s¨®lo una persona viva ten¨ªa recuerdos de ella: su hija Luc¨ªa. Con 95 a?os lloraba, triste y alegre, al recuperar a su madre. Nunca pens¨® que llegase a verla, a enterrarla con su padre. Sus otros dos hermanos, ya fallecidos, no pudieron vivir ese momento. La historia de Mart¨ªn, Luc¨ªa y Catalina tuvo cierta repercusi¨®n gracias a un sonajero de colores. El que llevaba Catalina en el bolsillo de su delantal el d¨ªa que la mataron. Fue rescatado junto a sus restos por un equipo de antrop¨®logos que buscaba a 250 represaliados en el antiguo cementerio municipal de Palencia, un cementerio invisible salvo para la memoria, sobre el que se construy¨® un parque infantil. Se lo devolvieron a Mart¨ªn y le regalaron un recuerdo palpable que le tra¨ªa de vuelta un trocito de su vida con su madre.
Esta es una de las miles de historias de represaliados de la Guerra Civil y la dictadura que terminaron en una fosa o en una cuneta. De miles de hombres y mujeres, y de sus familias, que durante d¨¦cadas no tuvieron ni el consuelo de una tumba a la que llevar flores. Un lugar donde rezar, llorar, recordar o contar, en voz alta o baja, sucesos cotidianos. A veces, con la impotencia de saber d¨®nde estaban, sin poder desenterrarlos. Otras, con el desgarro de la ignorancia absoluta. Muerto el dictador, las iniciativas familiares y el apoyo de algunas corporaciones municipales impulsaron un proceso irregular de exhumaciones cuyos promotores no siempre lo tuvieron f¨¢cil.
El fracaso del golpe de 1981, con su recordatorio de que una parte del Ej¨¦rcito no ve¨ªa con buenos ojos el nuevo rumbo del pa¨ªs y el p¨¢nico a un retroceso, aceler¨® el proceso de democratizaci¨®n. Los pactos pendientes se desencallaron y pronto lleg¨® la abrumadora victoria socialista del 82, clave para la consolidaci¨®n democr¨¢tica. Pero el miedo del 23-F propici¨® tambi¨¦n un giro conservador que fren¨® las exhumaciones y otras incipientes pol¨ªticas de memoria. Entre 1978 y 1980, los gobiernos de UCD aprobaron varios decretos que buscaban la reparaci¨®n econ¨®mica de las v¨ªctimas de la Guerra Civil mediante la concesi¨®n de pensiones. Durante los mandatos socialistas, se aprob¨® solo una ley, en 1984, La que reconoc¨ªa los servicios prestados a los miembros de las Fuerzas Armadas y cuerpos de Orden P¨²blico de la Rep¨²blica. Las indemnizaciones a quienes sufrieron prisi¨®n durante la dictadura, derivadas de la ley de amnist¨ªa de 1977, tuvieron que esperar a los noventa. La mayor parte de estas disposiciones no lleg¨® hasta los 2000.
Bajo la presidencia de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, se aprob¨® la llamada Ley de Memoria Hist¨®rica. No encar¨® todos los desaf¨ªos pendientes, pero supuso un espaldarazo para las pol¨ªticas de memoria. Una de sus mayores debilidades fue su renuencia a asumir la exhumaci¨®n de v¨ªctimas de la represi¨®n como una responsabilidad del Estado. Por el contrario, se privatiz¨® y su participaci¨®n se limit¨® a financiar las actuaciones de otras entidades. Las asociaciones de memoria siguieron siendo el motor de una pol¨ªtica p¨²blica imprescindible para la salud democr¨¢tica del pa¨ªs.
Al amparo del marco legal de esta norma, varias comunidades pusieron en marcha sus propias iniciativas legislativas de memoria democr¨¢tica, con la intenci¨®n de complementar la ley estatal o de mantener las actuaciones cuando el cambio de Gobierno dej¨® las subvenciones a cero. Lo curioso es que, a pesar de la actitud beligerante con la que un Partido Popular en la oposici¨®n hab¨ªa acogido la ley de Zapatero, acus¨¢ndola de sectarismo revanchista, demagogia divisiva y ataque a la Transici¨®n, el comportamiento del PP en algunas autonom¨ªas fue muy diferente. En Baleares, los populares votaron a favor de la ley de memoria del primer Gobierno de Armengol en 2018. Aunque ¡°el texto no los convenc¨ªa al cien por cien¡±, su diputado, Juan Manuel Lafuente, afirm¨® que la Guerra Civil era un ¡°desgraciado hecho hist¨®rico¡± que ¡°no se deber¨ªa utilizar para el enfrentamiento pol¨ªtico, ni para lograr votos a corto plazo¡±. ¡°Los muertos son de todos y forman parte de nuestra historia¡±, defendi¨®.
En Castilla y Le¨®n, el Gobierno del popular Juan Vicente Herrera present¨® un decreto que someti¨® a participaci¨®n p¨²blica y recogi¨® iniciativas de asociaciones memorial¨ªsticas y sindicatos. El decreto se iniciaba con una condena de la dictadura y su represi¨®n. Su objetivo principal era regular el proceso de localizaci¨®n, exhumaci¨®n e identificaci¨®n de los restos de las v¨ªctimas de la Guerra Civil y del franquismo. Adem¨¢s, recog¨ªa la necesidad de elaborar un mapa de fosas, planteaba la posibilidad de crear un banco de ADN e inclu¨ªa cuestiones de memoria en los contenidos de ESO y Bachillerato. Un decreto de la concordia que parec¨ªa dejar fijado el m¨ªnimo com¨²n donde izquierda y derecha pod¨ªan encontrarse en cuesti¨®n de memoria democr¨¢tica. No deja de ser significativo que Vox escogiese su derogaci¨®n como condici¨®n para apoyar la investidura del Fern¨¢ndez Ma?ueco.
Por eso resulta desolador que cuando al fin llega al Congreso la oportunidad de dar respuesta a esta deuda, de que el Estado se responsabilice de las exhumaciones, la discusi¨®n vuelva a la casilla cero. Que desaparezca la reflexi¨®n sobre el contenido, como si nadie se hubiese le¨ªdo la norma. Que regresen las acusaciones de sectarismo, falta de oportunidad, reabrir heridas y no mirar hacia adelante. Que el voto sea no desde el principio, sin un intento de negociar el articulado. El apoyo de Bildu aceler¨® a¨²n m¨¢s el rechazo. Que la ley se apruebe, entre otros, con sus votos, justifica una posici¨®n ya tomada, dando alas a la indignaci¨®n. El qui¨¦n se impone al qu¨¦, como si las pol¨ªticas transformadoras no se sostuviesen en el contenido. Como si no se hubiera podido negociar antes. Como si el PP y los abertzales no hubieran coincidido nunca en el sentido de su voto.
La promesa de Feij¨®o de derogar por completo la norma cuando gobierne suena a¨²n m¨¢s decepcionante en quien se define como moderado y dice querer ser presidente de todos. No que la modificar¨¢, sino que la derogar¨¢ por completo. ?Merece la pena abandonar de nuevo a las Catalinas, Luc¨ªas y Martines que siguen esperando por un gui?o al electorado m¨¢s escorado a la derecha? ?Por qu¨¦ hacer incompatible llorar y honrar a Miguel ?ngel Blanco con llorar y honrar a otras v¨ªctimas que llevan d¨¦cadas esperando? Como si los muertos no fuesen de todos y no formasen parte de nuestra historia.
Mientras discusiones huecas nos alejan de lo importante, la vida de quienes anhelan recuperar a sus padres se va apagando, como la de los hermanos de Mart¨ªn y Luc¨ªa, que no pudieron enterrar a su madre.
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