No te vas a morir nunca
Tu historia es la de toda una generaci¨®n, de una clase. Os est¨¢is llevando a la tumba una manera de estar en el mundo, de mirarlo y de contarlo
Dices que no te vas a morir nunca y yo te creo, porque los que nacisteis en los a?os del hambre deb¨¦is de tener superpoderes. Has sobrevivido a una guerra civil, a crecer lejos de tus padres porque tuvieron que exiliarse, a una dictadura con una militancia que podr¨ªa haberte llevado a la c¨¢rcel, a trabajar durante a?os lejos de tu familia porque no quer¨ªas ¡ªnormal¡ª que tus hijos fueran alemanes, y a una pandemia.
Tus manos han arado al mismo sol y han desbrozado al mismo viento desde que eras un cr¨ªo. Recuerdo ver c¨®mo te las limpiabas con lim¨®n cuando llegabas de vendimiar y pensar que eso deb¨ªa de escocer mucho, pero m¨¢s escuece haber perdido a cuatro hijos y a tu Mar¨ªa e incluso a eso has sobrevivido.
Con ellas echaste el suelo y le pusiste ba?o a la casa m¨¢s bonita del mundo, que es la tuya. No tiene jarrones ni tapices, no tiene piscina ni alfombras, pero tiene algo mejor: un corral lleno de botes de pintura reconvertidos en tiestos, con las paredes siempre enjablegadas y un nido de golondrinas al que un a?o, no s¨¦ si a prop¨®sito o sin querer, le diste un brochazo blanco.
Cuando mi padre, tu hijo, me cuenta todo lo que ha cambiado esa casa, la borrica que ten¨ªais antes, la letrina que hab¨ªa que vaciar hace no tanto, me cuesta cre¨¦rmelo. Me es m¨¢s f¨¢cil imaginar que no te vas a morir nunca que pensar en c¨®mo has visto el mundo cambiar. S¨¦ que has dejado de entender algunas cosas, como por qu¨¦ tuviste el triple de hijos que tenemos tus nietos con menos de un tercio de nuestro dinero. Si te sirve de consuelo, tampoco yo entiendo algunas cosas.
Tu historia es la de toda una generaci¨®n: la que supo lo que era la guerra cuando apenas hab¨ªa aprendido a hablar, la que se deslom¨® a trabajar para sacar adelante a los que se llevar¨ªan despu¨¦s la palmadita en la espalda por haber tra¨ªdo la democracia de vuelta a Espa?a. Es la historia de una clase: la que aprendi¨® a leer y a escribir a duras penas, la que conoci¨® lo que era trabajar duro mucho antes de darse el primer beso, la que tuvo que emigrar para sobrevivir. Pero, sobre todo, es la historia de un tipo humano: la de los que sab¨¦is cu¨¢ndo florece el olivo, la de los que no tuvisteis el privilegio de pensaros, la de los que no necesitasteis un m¨¢ster en ingl¨¦s sino dichos y coplas para entender y explicar el mundo, la de los que vivisteis para los otros m¨¢s que para vosotros mismos.
Os est¨¢is llevando a la tumba una manera de estar en el mundo, de mirarlo y de contarlo. Porque t¨² no te vas a morir nunca, pero cada vez hay m¨¢s quintos tuyos en el cementerio. Lo s¨¦ porque me los enumeraste un d¨ªa que fuimos a regar las flores de la abuela. Y porque una vez le pediste a mi hermano que te pasara la agenda telef¨®nica a limpio y fuiste tachando los muertos; hab¨ªa casi m¨¢s que vivos.
Como en tu caso no habr¨¢ entierro no habr¨¢ herencia, pero si la hubiera ser¨ªa la ¨²nica permisible en un mundo justo: un nido de golondrinas enjablegao, la sombra del almendro que plantaste de camino a la ermita de San Isidro, una extensa colecci¨®n de dichos manchegos y la obligaci¨®n de reunirnos todos en el corral, tus hijos, tus 18 nietos y tus 9 bisnietos, el s¨¢bado m¨¢s pr¨®ximo a tu cumplea?os, que es el 13 de julio. Para celebrar que si somos es porque fuiste. Que pisamos el suelo que t¨² mismo echaste con esas manos de esparto.
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