El falso posado de Pedro S¨¢nchez
La foto se a¨ªsla del resto, de igual modo que al presidente espa?ol se le a¨ªsla de sus acompa?antes, y el resultado fomenta un bulo: el l¨ªder fue a una zona catastr¨®fica a salir guapo en las portadas
En julio de 2010, la revista The Economist public¨® una portada en la que se ve¨ªa a Barack Obama cabizbajo y abatido, con los brazos en la cintura, en una playa de Louisiana tras un vertido de petr¨®leo de la compa?¨ªa BP, cuya estructura petrol¨ªfera pod¨ªa verse al fondo. Hab¨ªa un problema ¡ªun grave problema si tenemos en cuenta la fiabilidad de The Economist¡ª: la fotograf¨ªa no exist¨ªa. Obama no estaba abatido ni miraba a suelo ensimismado, sino que, en la imagen original, ten¨ªa de...
En julio de 2010, la revista The Economist public¨® una portada en la que se ve¨ªa a Barack Obama cabizbajo y abatido, con los brazos en la cintura, en una playa de Louisiana tras un vertido de petr¨®leo de la compa?¨ªa BP, cuya estructura petrol¨ªfera pod¨ªa verse al fondo. Hab¨ªa un problema ¡ªun grave problema si tenemos en cuenta la fiabilidad de The Economist¡ª: la fotograf¨ªa no exist¨ªa. Obama no estaba abatido ni miraba a suelo ensimismado, sino que, en la imagen original, ten¨ªa delante unas notas que le estaba ense?ando Charlotte Randolph, una pol¨ªtica local. Junto a ellos dos, separado, estaba Thad W. Allen, de la Guardia Costera. Y detr¨¢s de ellos, haciendo la foto, Larry Downing de la agencia Reuters. La agencia envi¨® la foto original y The Economist cort¨® a Allen y elimin¨® directamente a Randolph; la edici¨®n de la foto le dio un significado nuevo. Reuters censur¨® la manipulaci¨®n; The Economist la defendi¨®: ¡°Eliminamos a Randolph para que los lectores se concentraran en Obama, no porque quisi¨¦ramos que apareciera aislado. No induce a error¡±. Pero induc¨ªa: Obama aparec¨ªa desolado ante la cat¨¢strofe medioambiental, y quiz¨¢ lo estaba, pero en ese momento lo que hac¨ªa era atender a las explicaciones de una mujer borrada de la foto.
La imagen que este martes distribuy¨® la agencia Efe de Pedro S¨¢nchez poniendo ojitos con los brazos cruzados delante de un paisaje devorado por las llamas en Casas de Miravete (C¨¢ceres) ¡ªr¨¢pidamente replicada por medios y viralizada en redes¡ª es la imagen de un presidente del Gobierno que, al visitar la zona afectada por los incendios, parece estar posando con una tierra destruida detr¨¢s, o eso da a entender la imagen. Entre el ¡°parece estar¡± y el ¡°est¨¢¡± hay un mundo que se debe recorrer de igual manera que entre el ¡°da a entender¡± y el ¡°dice¡±, con suma delicadeza, y ese es el error de la imagen: que al encuadrarla de esa manera queda a expensas de interpretaciones que, de otro modo, no tendr¨ªa. No es una foto manipulada, y adem¨¢s se env¨ªa con una bater¨ªa de im¨¢genes en las que se comprueba que S¨¢nchez, en realidad, est¨¢ escuchando al presidente auton¨®mico Guillermo Fern¨¢ndez Vara. Pero la foto se a¨ªsla del resto, de igual modo que a S¨¢nchez el fot¨®grafo lo a¨ªsla de sus acompa?antes, y el resultado es ideal para fomentar un bulo: el presidente espa?ol fue a una zona catastr¨®fica a salir guapo en las portadas. El encuadre concede la oportunidad de un significado que de ninguna manera tendr¨ªa en caso de que S¨¢nchez apareciese como realmente estaba: con los brazos cruzados y escuchando a un pol¨ªtico.
No hay en Efe una intenci¨®n editorializante, como s¨ª la hab¨ªa en la foto de Javier Bauluz, La indiferencia de Occidente, que provoc¨® una larga discusi¨®n entre el fot¨®grafo y Arcadi Espada (aquella imagen en la que, con un encuadre determinado, se mostraba a unos ba?istas impert¨¦rritos mientras el cad¨¢ver de un inmigrante descansaba en la arena). El editorialismo, en la foto de Efe, lo buscan a la desesperada los dem¨¢s. De igual manera que un gesto de Cuca Gamarra la convierte, por una mala d¨¦cima de segundo, en una mujer fuera de s¨ª en el Congreso o de una mirada de Felipe VI a Pedro S¨¢nchez se extraen conclusiones b¨¢rbaras. No solemos ser ¡ªsi no estamos posando¡ª el segundo que nos congela el fot¨®grafo, aunque a menudo su trabajo sea capturar el gesto y dotarlo de un significado relacionado con la actualidad. Tampoco podemos (al escribir, al hablar, al tener delante una c¨¢mara) impedir que nadie fragmente nuestras acciones, de hablar o de escribir de tal manera que nadie pueda aprovechar unos segundos para dar a entender lo que no escribimos o dijimos, o hacer parecer que estamos de una manera u otra ¡ªun bostezo, una sonrisa, una mirada odiosa¡ª en las circunstancias m¨¢s chocantes.