Radicales y moderados: las tensiones de la derecha latinoamericana
Hay toda una ecolog¨ªa de derecha centrada en la batalla por el sentido com¨²n que viene dando un combate cultural en cierta medida desde los m¨¢rgenes
La victoria de Mauricio Macri en Argentina a fines de 2015 pareci¨® indicar, para algunos, un cambio de signo en una Am¨¦rica Latina marcada desde comienzos del siglo XXI por un sostenido ascenso de gobiernos progresistas, tanto en versiones socialdem¨®cratas como ¡°nacional-populares¡±. De hecho, el inicio de su Gobierno en 2016 coincidi¨® con un a?o cargado de se?ales negativas para las izquierdas latinoamericanas: el boliviano Evo Morales perdi¨® el refer¨¦ndum para habilitar su reelecci¨®n; la brasile?a Dilma Rousseff fue destituida en un pol¨¦mico impeachment en el que un casi desconocido diputado se burl¨® de las torturas que sufri¨® bajo la dictadura militar (su nombre era Jair Bolsonaro); el triunfo del ¡°No¡± a los acuerdos de paz, festejado por el expresidente ?lvaro Uribe, pareci¨® dar al traste con los trabajosos acuerdos firmados entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), la guerrilla en activo m¨¢s antigua de la regi¨®n. Y en noviembre de ese a?o fallec¨ªa Fidel Castro, una referencia pol¨ªtico-sentimental para las izquierdas de la regi¨®n.
Pero el ¡°giro a la derecha¡± no se produjo. El Gobierno de Macri, que deb¨ªa mostrar las virtudes de la salida del populismo y de la vuelta a la ¡°normalidad¡±, se enred¨® en sus dubitaciones entre ajuste ortodoxo y gradualismo macroecon¨®mico, y abri¨® paso a la vuelta del peronismo tras cuatro a?os de gesti¨®n. La paradoja, en todo caso, fue que el fracaso macrista no fue causado por la movilizaci¨®n popular ¡ªa la que tem¨ªa¡ª sino por los propios mercados (incluso el presidente-empresario sinti¨® una suerte de traici¨®n de clase de sus amigos). Como mostraron Nicol¨¢s Comini y Jos¨¦ Antonio Sanahuja, si el giro a la derecha expresaba la voluntad de ¡°abrirse al mundo¡±, el problema es que el mundo estaba cerr¨¢ndose, con la paradoja de que el cuestionamiento al orden liberal proven¨ªa desde el propio Estados Unidos. Y no solo fue Macri; gran parte de la centroderecha se mantuvo en un ¡°noventismo¡± desfasado de los nuevos tiempos. El deslucido segundo Gobierno de Sebasti¨¢n Pi?era, en el marco del ¡°revent¨®n chileno¡±, o la impopularidad de Iv¨¢n Duque en Colombia, mostraron una crisis m¨¢s amplia del bloque liberal-conservador. En ambos casos, seguida de un ascenso de la izquierda.
Ya con Donald Trump en la Casa Blanca, las nuevas derechas populistas hab¨ªan tenido un triunfo resonante en octubre de 2018, cuando el extravagante Bolsonaro se hizo con el poder reivindicando a la dictadura militar brasile?a y reproduciendo t¨®picos anticorrecci¨®n pol¨ªtica de la derecha radical estadounidense y europea. La ¡°B¡± de Bolsonaro parec¨ªa llevar a la bancada parlamentaria del buey, la Biblia y la bala (BBB), como se conoce en Brasil a la articulaci¨®n de terratenientes, evang¨¦licos de derecha y expolic¨ªas y militares, a una nueva dimensi¨®n. Pero pese a gobernar un ¡°subimperio¡±, el bolsonarismo no se expandi¨® m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. El personaje Bolsonaro gener¨® demasiados anticuerpos fuera de Brasil.
Con izquierdas que resistieron m¨¢s de lo previsto tras sus derrotas, y otras que llegaron al poder en nuevos pa¨ªses, las derechas han ido tratando de encontrar su lugar. La derrota de Jos¨¦ Antonio Kast en Chile (un simpatizante de la era Pinochet) clausur¨® lo que habr¨ªa constituido un cambio pol¨ªtico radical en Sudam¨¦rica. Al tiempo que el debilitamiento del uribismo en Colombia y la nueva derrota en las urnas del fujimorismo en Per¨² impidieron a la derecha retener o reconquistar espacios en pa¨ªses donde a¨²n es fuerte.
Las derechas radicales han encontrado l¨ªmites en las urnas y las derechas moderadas discuten c¨®mo reubicarse ideol¨®gicamente en los nuevos contextos (eso es muy visible en la alianza a¨²n liderada por Macri, que podr¨ªa volver al poder en Argentina en 2023 y se debate entre la moderaci¨®n ¡ªen el estilo del presidente Luis Lacalle Pou en Uruguay¡ª y un posicionamiento m¨¢s claramente de derecha).
A diferencia de Europa o Estados Unidos, tem¨¢ticas centrales de las derechas duras como la inmigraci¨®n le¨ªda en clave de ¡°Gran reemplazo¡± civilizatorio no est¨¢n presentes en Am¨¦rica Latina. En esta regi¨®n, la presencia de derechas fuertes se vinculaba con las huellas de las guerras internas (Am¨¦rica Central, Per¨², Colombia), que permit¨ªan mantener un discurso antisubversivo de guerra fr¨ªa; los ecos de las dictaduras de los a?os 60 y 70 (Chile y en parte, Brasil); y finalmente, la politizaci¨®n conservadora del crecimiento de los grupos evang¨¦licos. Pero las dos primeras bases son hoy m¨¢s d¨¦biles, sobre todo entre las nuevas generaciones. Y el llamado ¡°voto evang¨¦lico¡± existe mucho menos de lo que imaginan algunos analistas (todos los gobiernos progresistas se acercaron a las iglesias pentecostales y el mundo evang¨¦lico es complejo y heterog¨¦neo).
Empero, todo esto no deber¨ªa ocultar que los t¨®picos antiprogresistas ¡ªtan visibles en las derechas radicales del Norte¡ª est¨¢n cada vez m¨¢s presentes en las sociedades latinoamericanas. Las reacciones contra la ¡°dictadura de la correcci¨®n pol¨ªtica¡± o las ¡°nuevas inquisiciones¡± como el feminismo; los nuevos discursos anticomunistas o contra el ¡°marxismo cultural¡±; as¨ª como alianzas cat¨®lico-evang¨¦licas ¡°provida¡± contra los derechos sexuales y reproductivos y la legalizaci¨®n del aborto, muestran un dinamismo potenciado por la difusi¨®n de discursos antiprogres en las redes sociales. El auge del paleolibertario Javier Milei en Argentina, sobre todo entre los j¨®venes, deja ver las din¨¢micas de una derecha que va tambi¨¦n de abajo hacia arriba y condiciona a las derechas convencionales. Parte del endurecimiento ideol¨®gico del macrismo en Argentina ¡ªen temas como impuestos, cr¨ªticas a las restricciones durante la pandemia o rechazo del lenguaje inclusivo¡ª se explican por el desaf¨ªo que presentan los libertarios de derecha.
Hay toda una ecolog¨ªa de derecha centrada en la batalla por el sentido com¨²n que viene dando un combate cultural en cierta medida desde los m¨¢rgenes, que simpatiza con Trump y ataca a las ¡°derechitas cobardes¡± de la regi¨®n, a las que responsabiliza de los ¨¦xitos de las izquierdas incluso incluso en pa¨ªses improbables como Colombia. Con 1,5 millones de seguidores en su canal de YouTube, el argentino Agust¨ªn Laje es uno de los aspirantes a ¡°Gramsci de derecha¡± ¡ªen referencia al pensador comunista italiano que analiz¨® el papel de la hegemon¨ªa cultural en la pol¨ªtica¡ª y es permanentemente invitado a diversos foros en toda Am¨¦rica Latina. Simpatizante de Vox, su ¨²ltimo libro se titula La batalla cultural. Reflexiones cr¨ªticas para una Nueva Derecha, en el que se propone un rearme te¨®rico y ofrece un discurso antiprogresista llave en mano para los pol¨ªticos que quieran ¡°pelear en serio¡±.
La situaci¨®n actual es algo parad¨®jica: las izquierdas latinoamericanas se muestran m¨¢s eficaces para ganar elecciones que para gobernar (una diferencia clave con el primer ¡°ciclo¡± de la llamada marea rosa). Y entre las dificultades de los nuevos gobiernos progresistas se encuentran, adem¨¢s de la crisis y de las resistencias del establishment, un inconformismo social que conecta con discursos globales de las nuevas derechas e incluso sale a disputarle las calles a unas izquierdas muchas veces a la defensiva, que sienten que cada vez pueden cambiar menos cosas desde el gobierno, que la energ¨ªa de las calles se disipa demasiado r¨¢pido y que sus votantes son m¨¢s vol¨¢tiles que en los idealizados primeros a?os 2000.
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