Peixi?a
Mi verano de 2022 entrar¨¢ como un terremoto en lo m¨¢s alto de ese rinc¨®n donde la memoria conserva los momentos bonitos. Este agosto del que nos despedimos es el mes en el que naci¨® mi hija
Agosto se despide y los ecos de la vuelta al cole resuenan cada vez m¨¢s cerca. Los anuncios comerciales que nos lo recuerdan siempre se asoman demasiado pronto. Me da pena que se vayan los veranos y toque dejarlos en el rinconcito c¨¢lido donde la memoria conserva los momentos bonitos, las risas familiares, el brillo de los amigos, los amores felices. Mi verano de 2022 entrar¨¢ como un terremoto en lo m¨¢s alto de ese rinc¨®n. Este agosto del que nos despedimos es el mes en el que naci¨® mi hija. Mi peixi?a.
Convertirme en mam¨¢ est¨¢ siendo aprender a conocerla. Interpretar las notas de su llanto para saber qu¨¦ necesita. Poner mi reloj a su hora. Descubrir la habilidad de mi cuerpo para adaptarse a sus ritmos alimenticios. Dormir m¨¢s de lo que cre¨ªa. Averiguar lo bien que pueden dormir dos adultos y una beb¨¦ en la misma cama. Dejar que el v¨¦rtigo y la tranquilidad convivan y me ayuden a encontrar equilibrios. Ver c¨®mo el universo se reordena y sigo siendo pareja, hija, hermana¡, mientras los que m¨¢s quiero se convierten en padre, abuelos, t¨ªos. Tejer nuevos lazos que se anudan muy fuerte a los anteriores. A?adir nuevas rutinas. Teclear art¨ªculos de madrugada, un ratito sola, otro con la chiquitina en brazos. Comprender que no puedo dejar de mirarla. Porque es tan bonita, tan pequerrechi?a, tan vulnerable, que el coraz¨®n explota de ternura mientras la responsabilidad susurra temblorosa que hay que estar a su altura. Con la energ¨ªa de las cosas importantes, s¨®lo queda lanzarse a la aventura. Queriendo y dej¨¢ndome querer.
Pese a lo que implica tener un hijo, creo que sigo siendo la misma persona. Con el primer pa?al no me ha ca¨ªdo ese rayo con el que descubrir, de pronto, la importancia de los cuidados, como proclamaban Pablo Iglesias y alg¨²n tuitero necesitado de m¨ªstica y autojustificaci¨®n. Quiz¨¢s porque los de mi hija no son los primeros que cambio o porque no hace falta ser madre para querer y preocuparse por otros. Me sigue pareciendo acartonada y absurda la discusi¨®n sobre la maternidad que mantienen los abanderados de la batalla cultural y quienes no encuentran otra respuesta que la exaltaci¨®n del ego¨ªsmo. Como si los reaccionarios fueran los ¨²nicos que tienen hijos y los quieren. Como si la decisi¨®n de tenerlos, o no, no debiese ser libre y consciente. Como si ser madre borrase el resto de tu vida. Como si el amor, en vez de sumar, restase. Por suerte, el mundo no se divide en una lucha entre padres y no padres.
En m¨ªnimos hist¨®ricos de natalidad, la discusi¨®n importante es c¨®mo ayudar a quienes quieren tener hijos y no los tienen por su situaci¨®n precaria. O c¨®mo garantizar los mismos derechos y oportunidades a todos los menores. Por ejemplo, si las autoridades sanitarias las recomiendan, ?por qu¨¦ vacunas como la de la meningitis B no est¨¢ incluida en el calendario oficial? La salud de un ni?o no puede depender de la capacidad de sus padres de pagar 300 euros. M¨¢s de 370.000 menores, seg¨²n la ONG Educo, no comen alimentos nutritivos porque sus familias no pueden comprarlos. Si el comedor escolar es su ¨²nica oportunidad de tener una comida saludable al d¨ªa, ?por qu¨¦ no trabajar en esta vuelta al cole por un comedor gratuito?
Un mundo justo, solidario, libre, con una igualdad de oportunidades real. Ese es el mundo que quiero para mi peixi?a.
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