El genoma de la ¡®Odisea¡¯
Los genetistas han aprendido a escuchar a los arque¨®logos y a los ling¨¹istas, no todo es ADN

Hace muchos a?os, la direcci¨®n de este peri¨®dico se reuni¨® con la secci¨®n de Sociedad como parte de una serie de contactos con los departamentos en que se organizaba y se sigue organizando el diario. All¨ª se trataron muchas cosas, pero recuerdo con especial claridad una cuesti¨®n menor relativa al reparto de ciertos temas fronterizos entre secciones. Siempre he estado convencido de que ese asunto deja helados de aburrimiento a los lectores, que lo que quieren es que les des informaciones interesantes y bien hechas, no que se las pongas en una secci¨®n u otra. Pero, cr¨¦anme, los periodistas nos podemos tirar horas discutiendo sobre qu¨¦ cosa va d¨®nde, en plan ?pero c¨®mo vamos a poner en Medicina el c¨¢ncer testicular de un portero de f¨²tbol?, este animal es capaz de llevarse a Econom¨ªa la cumbre del G-7 y otros ep¨ªtomes del g¨¦nero.
La cuesti¨®n menor a la que me refer¨ªa era si los descubrimientos arqueol¨®gicos deb¨ªan ir en Ciencia o en Cultura. Como nadie opinaba, y dado mi p¨¢nico barroco al vac¨ªo, me sent¨ª obligado a improvisar una teor¨ªa y dije: ¡°10.000 a?os¡±. Un director adjunto hizo la pregunta obvia: ¡°?C¨®mo?¡± Le expliqu¨¦ que, si el descubrimiento ten¨ªa m¨¢s de 10.000 a?os, era ciencia, y si ten¨ªa menos era cultura. ¡°Ah, o sea, criterio de actualidad, ?no?¡±. Me di cuenta de que su chiste era muy bueno, y una carcajada generalizada me lo confirm¨® de inmediato. Me lo merec¨ªa por bocas, que es lo que soy, un bocas. Alg¨²n d¨ªa aprender¨¦ a callarme.
Con todo, mi propuesta del ¡°criterio de actualidad¡± no carec¨ªa enteramente de justificaci¨®n. 10.000 a?os atr¨¢s es una fecha m¨¢gica en las investigaciones hist¨®ricas. Fue por aquellos tiempos cuando acab¨® la ¨²ltima glaciaci¨®n y arranc¨® el Neol¨ªtico, con la invenci¨®n de la agricultura, los primeros asentamientos humanos en Oriente Pr¨®ximo y, por expresarlo de alguna manera, el origen de la civilizaci¨®n occidental. La civilizaci¨®n surgi¨® de manera independiente en China y Sudam¨¦rica, aunque en otras fechas y con otras caracter¨ªsticas. Los occidentales no somos particularmente listos ¡ªel lector ya se habr¨¢ dado cuenta, supongo¡ª, pero es probable que el registro arqueol¨®gico de Oriente Pr¨®ximo se haya explorado con m¨¢s intensidad durante siglos.
Los ¨²ltimos datos, presentados en la revista Science por David Reich e Iosif Lazaridis, dos genetistas de la Universidad de Harvard, se refieren a los genomas de 700 personas que vivieron en aquellas ¨¦pocas y sus aleda?as. Como siempre en la historia y la prehistoria, el ADN registra una compleja serie de mestizajes y migraciones. Las razas puras no han existido nunca, salvo en los ratones de laboratorio y en la mente de los fan¨¢ticos. Pero resulta fascinante pensar que esos genomas le¨ªdos en Anatolia y el este del Mediterr¨¢neo pertenecieron a los ancestros de los personajes que pueblan la Odisea. Mientras yo aprendo a callarme, Reich y sus colegas han aprendido tambi¨¦n a escuchar a los arque¨®logos y a los ling¨¹istas. Si un arque¨®logo encuentra un carro de caballos aqu¨ª, el genetista ya puede decir misa. Y si el indoeuropeo ancestral no tiene palabras para las legumbres, y solo una para los granos, es que sus hablantes no ten¨ªan ni idea de agricultura. No todo es ADN.
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