La lecci¨®n de Jim Carrey
La creatividad y el compromiso pol¨ªtico del actor contrastan con el exhibicionismo dominante en las redes sociales
Hace unas semanas, el actor Tom Holland decidi¨® tomarse un descanso de Twitter e Instagram para ¡°preservar su salud mental¡±, abrumado por los millones de comentarios que le¨ªa sobre ¨¦l. El anuncio del int¨¦rprete de 26 a?os, conocido por su papel como Peter Parker en Spiderman, evidenci¨® una vez m¨¢s lo destructiva que puede resultar la exhibici¨®n constante en las redes para una persona que vive de su imagen y cuya comunicaci¨®n digital se limita a eso, ser una imagen y nada m¨¢s. Como intent¨® explicarle con iron¨ªa, pero sin ¨¦xito, su compa?era de gremio Amy Schumer a trav¨¦s de un v¨ªdeo por el que tuvo que pedir disculpas ¨Dun cl¨¢sico en el maravilloso mundo de Twitter¨D, si dedicas ocho horas al d¨ªa a consultar tus redes donde expones los m¨¢s ¨ªnfimos detalles de tu vida, tu salud mental, efectivamente, saldr¨¢ un pel¨ªn alterada. No hace falta ser Freud para llegar a esa constataci¨®n. Holland puede retirarse de las redes incluso a?os, pero si a su vuelta sigue capitalizando esencialmente su f¨ªsico, su bell¨ªsima novia, y lo bien que le quedan los trajes, pues las horas invertidas en terapia no le valdr¨¢n de nada, salvo permitirle a su analista construirse una mansi¨®n en los altos de Beverly Hills.
La irrupci¨®n de las redes ha supuesto un cambio radical para much¨ªsimas profesiones, tambi¨¦n la de actor. En la era de Netflix, plataformas como Instagram o Twitter no solo se han cargado la salud mental de los int¨¦rpretes que ahora deben preocuparse tambi¨¦n de tener a millones de seguidores para obtener un papel. El exhibicionismo en internet ha destruido uno de los elementos m¨¢s sagrados y consubstanciales del estrellato hollywoodiense: el misterio. Como recalcaba en 2019 un art¨ªculo de la revista estadounidense Slate, la exposici¨®n sin l¨ªmites de la intimidad y la proximidad ¨Dreal o fingida¨D con los fans ha ido diluyendo esa dosis de secreto y de distancia que confer¨ªa a los mejores int¨¦rpretes una dimensi¨®n casi divina.
Por fortuna, siguen existiendo artistas que, pese a ser activos en las redes, ni han acabado desquiciados por las cr¨ªticas ni han perdido su aura de estrella. El que mejor lo demuestra, creo yo, es uno de los ¨²ltimos monstruos c¨®micos de este siglo, al que siempre le estar¨¦ agradecida por haber llenado de risas mi infancia y la de millones de chavales de los noventa: el genial Jim Carrey. Desde su cuenta de Twitter, seguida por 19 millones de personas, el int¨¦rprete canadiense, hoy retirado del mundo del cine y reconvertido a la pintura, comparte sus obras abstractas y su fascinaci¨®n por el arte digital en el que se ha sumergido de lleno; su visi¨®n de la deriva populista en curso en Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump a trav¨¦s de una serie de caricaturas corrosivas en las que no se corta ni un pelo, como ese retrato en el que el magnate aparece con una inmensa barriga y un diminuto pene con la inscripci¨®n ¡°no hay nada m¨¢s peligroso que un hombre inseguro¡±; su admiraci¨®n por figuras de la lucha por los derechos civiles como la difunta jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg o la pol¨ªtica Stacey Abrams, a las que dedica preciosos retratos; o sus imperdibles apariciones imitando a sleepy Joe ¨DJoe Biden¨D en el programa Saturday Night Live. Una interpretaci¨®n que recuerda a la que hac¨ªa de Bill Clinton a sus inicios en el popular show emitido por la Fox entre los a?os 90 y 94, In Living Color, donde, junto con sus ac¨®litos, Carrey ¨Dentonces el ¨²nico humorista blanco del programa¨D retrataba desde la irreverencia la m¨¢s absoluta la violencia y el racismo que impregnaba ¡ªy sigue impregnando¨D la sociedad estadounidense.
Como recalca el reciente documental Jim Carrey, la Am¨¦rica desenmascarada, producido por el canal franco-alem¨¢n Arte, la creatividad del humorista no tiene l¨ªmites. Como tampoco lo tiene su inimitable sentido del humor con el que se dedic¨® a lo largo de su carrera, y ahora en Twitter, a caricaturizar, como cuenta el filme, ¡°una sociedad tan grosera como ¨¦l¡±.
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