En Ir¨¢n la moral sin raz¨®n mata
Me pregunto por qu¨¦ las sociedades musulmanas no buscan otra forma de deshacerse de sus complejos frente a Occidente que no sea humillando y condenando al ostracismo a sus propias mujeres
Lo terriblemente absurdo es que la moral de un pa¨ªs entero, un Estado, una sociedad, dependan de si un trozo de tela se desliza accidentalmente o no sobre la cabeza de una mujer, que el que escape un mech¨®n, un solo pelo de la prisi¨®n ajustada al ¨®valo facial suponga una transgresi¨®n sancionada por ley. Es por esto mismo por lo que fue detenida Mahsa Amini en Ir¨¢n, por llevar mal puesto el velo, y por lo que mor¨ªa en comisar¨ªa desatando protestas en todo su pa¨ªs. Llevan las mujeres iran¨ªes soportando la asfixiante opresi¨®n del r¨¦gimen teocr¨¢tico desde que triunfara la revoluci¨®n reaccionaria de 1979. Incluso un solo d¨ªa es demasiado para vivir sin libertad, sin derechos, siendo la mitad de la poblaci¨®n tratada de un modo tan anacr¨®nicamente discriminatorio. Mujeres mayores de edad, en plenitud de sus facultades, dignas, emancipadas y con enormes ansias de libertad tienen que resistir bajo el yugo de una moral que necesita polic¨ªa para imponerse porque no hay raz¨®n alguna que pueda defenderla que no sea el temor a un ser imaginario y todopoderoso llamado Dios.
Yo me pregunto por qu¨¦, por qu¨¦ las sociedades musulmanas no se curan de una vez el orgullo herido por el poder perdido hace siglos, por qu¨¦ no buscan otra forma de deshacerse de sus complejos frente a Occidente que no sea humillando y condenando al ostracismo a sus propias mujeres. Lo que nos hace distintos, me dec¨ªa mi padre con orgullo cuando era peque?a, es que nosotros, los verdaderos musulmanes, controlamos a ¡°las nuestras¡± y no dejamos que hagan lo que les d¨¦ la gana. En resumidas cuentas: lo que fundamenta su supuesta hombr¨ªa es tratarnos como eternas menores de edad, no reconocernos como seres humanos iguales. As¨ª mismo se comportan los gobiernos que dictan normas legales para decidir sobre la indumentaria y el comportamiento amoroso y sexual de sus ciudadanas, como maridos o padres celosos que creen que la bravura, el honor y la valent¨ªa consisten en cortarnos las alas, encerrarnos para que no crezcamos nunca. Lo cierto es que no hay nada m¨¢s cobarde que impedir la libertad de otra persona para que no resulte una amenaza, nada m¨¢s ruin que seguir imponiendo a la fuerza un dominio que hace tiempo que impugnamos muchas. Si los autoritarios, estatales o dom¨¦sticos, pudieran pensar sin ofuscaci¨®n y miedo a perder el control se dar¨ªan cuenta de que es precisamente la opresi¨®n de las mujeres lo que impide el pleno desarrollo de toda la sociedad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.