Junts y Sancho Panza
Para el partido de Puigdemont resultar¨ªa muy costoso desandar el camino de la unilateralidad, pero ninguna formaci¨®n resiste si su objetivo se queda en alimentar un ideal alej¨¢ndose del poder
El fin del Gobierno de coalici¨®n en Catalu?a ha puesto punto final a la convivencia de dos partidos de cuya relaci¨®n depende desde hace a?os la transici¨®n del independentismo hacia el periodo posproc¨¦s. Ha llovido mucho desde que, en el 2017, una parte importante de los votantes de ERC prefiriese a Puigdemont y no a Junqueras como presidente de la Generalitat. En todo este tiempo, Junts se ha ido convirtiendo en un partido m¨¢s radical y menos institucional, desvincul¨¢ndose primero de su coalici¨®n con el m¨¢s moderado PDeCAT y ahora rompiendo con el pragmatismo de su socio en la Generalitat. Lo que tiene de particular esta ruptura es que, m¨¢s que debilitarse en la tan cacareada competici¨®n por la hegemon¨ªa del independentismo, Junts opta por salirse del terreno de juego, se descalifica. El partido de Puigdemont encara la nueva etapa en la oposici¨®n con dificultades en distintos planos: qu¨¦ es, qu¨¦ pretende hacer, qu¨¦ alternativas tiene y cu¨¢l es el coste de desarrollarlas.
Primero, no est¨¢ claro qu¨¦ tipo de partido es Junts, pues se ha quedado a medio camino entre una formaci¨®n pol¨ªtica y un movimiento social. Esta caracter¨ªstica, que puede favorecerle estando en la oposici¨®n, lo debilita para cualquier gobierno. En un entorno pol¨ªtico tan fragmentado como el catal¨¢n, las alianzas para llegar a acuerdos necesitan partidos que, para asumir concesiones, sean capaces de disciplinar a las bases y al aparato. Los movimientos sociales act¨²an como contrapeso a la labor institucional de los partidos, as¨ª que la permeabilidad de esa relaci¨®n aumenta las tensiones entre, por un lado, la mayor radicalidad de la militancia y el activismo y, por otro lado, el aparato y sus dirigentes. La mejor manera de que el sector radical de Junts se asegurase la ruptura de la coalici¨®n con Esquerra fue externalizar la decisi¨®n a una votaci¨®n de las bases.
Segundo, el partido de Puigdemont apuesta su labor de oposici¨®n a un tema que va perdiendo relevancia en Catalu?a y en el resto del Estado. Desde las elecciones generales de noviembre de 2019, la preocupaci¨®n de los catalanes por la relaci¨®n con Espa?a ha ca¨ªdo m¨¢s de veinte puntos. Hoy, lo que m¨¢s inquieta a la opini¨®n p¨²blica catalana es la econom¨ªa, y todo hace pensar que as¨ª seguir¨¢ siendo al menos durante el pr¨®ximo a?o. En este contexto, a Junts solo le queda seguir cavando en las trincheras de la antipol¨ªtica con un discurso populista. El terreno est¨¢ abonado, pues uno de cada cuatro catalanes piensa que el principal problema de Catalu?a es la pol¨ªtica y los pol¨ªticos.
En tercer lugar, el partido de Puigdemont est¨¢ atrapado en el proc¨¦s. No tiene alternativa porque no puede reorganizar su programa lejos del conflicto territorial. El coagulante de la diversidad ideol¨®gica que caracteriza a su electorado es la confrontaci¨®n con el Estado y no hay plan de pol¨ªticas p¨²blicas que pueda servirles en igual medida para mantenerlo unido. Cualquier intento de aterrizar su discurso en el ¨¢mbito de las pol¨ªticas se encontrar¨¢ con un espacio que ya est¨¢ ocupado por varios partidos.
Por ¨²ltimo, a los votantes de Junts les va a costar despertar del ensue?o de la v¨ªa unilateral, si es que en alg¨²n momento el partido se plantea abandonarla. Los datos de encuesta muestran que sus electores gestionan socialmente la cuesti¨®n sobre la independencia con mayor asertividad que otros grupos. Por ejemplo, declaran tener m¨¢s disposici¨®n a entrar en el debate si surge el tema de la independencia en una conversaci¨®n de trabajo o entre amigos. Son, en este sentido, muy parecidos a los votantes de la CUP. En cambio, la mayor parte de los votantes no independentistas prefieren evadir una conversaci¨®n sobre el tema. Adem¨¢s, los electores de Junts viven ¡ªo as¨ª lo perciben¡ª en entornos que les dan mayoritariamente la raz¨®n: cuando se pregunta a los ciudadanos en Catalu?a qu¨¦ opinan sus parejas, familiares, vecinos, amigos o compa?eros de trabajo sobre el tema de la independencia, quienes votan a Junts creen en mayor medida que el resto de electores (votantes de ERC incluidos) que sus c¨ªrculos sociales o familiares piensan mayoritariamente como ellos.
Es muy dif¨ªcil traicionar a un grupo de votantes tan encapsulado en su causa. Por eso ser¨ªa muy costoso para el partido de Puigdemont deshacer el camino de la unilateralidad por el que ha conducido a sus votantes y militantes durante los ¨²ltimos a?os. Quiz¨¢s no tenga suficiente capital pol¨ªtico para transformarse, vestido esta vez con prendas menos radicales, y el resultado acabe con la escisi¨®n del partido. Su devenir pol¨ªtico suscita una reflexi¨®n sobre la unidad de los partidos y su prop¨®sito: aunque la unidad es condici¨®n necesaria para cualquier empresa pol¨ªtica, no resiste si el objetivo pol¨ªtico se queda en alimentar un ideal desde la oposici¨®n, alej¨¢ndose del poder. Al fin y al cabo, lo que mantuvo la fe de Sancho Panza en la imaginaria ¨ªnsula Barataria era que aspiraba a gobernarla.
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