Ciencia para diputados
Comprender el mundo es el primer paso para cambiarlo, y ese entendimiento no debe ser un privilegio de los cient¨ªficos. Cualquier ciudadano culto puede acceder a ¨¦l, siempre que elija con cuidado sus fuentes
Los diputados ya disponen de una Oficina de Ciencia y Tecnolog¨ªa del Congreso, u Oficina C para abreviar, que pretende ayudarles a tomar decisiones informadas por el conocimiento cient¨ªfico. No se trata de asesorar al Congreso sobre cuestiones sectoriales, como la legislaci¨®n de investigaci¨®n o los presupuestos de innovaci¨®n, sino ...
Los diputados ya disponen de una Oficina de Ciencia y Tecnolog¨ªa del Congreso, u Oficina C para abreviar, que pretende ayudarles a tomar decisiones informadas por el conocimiento cient¨ªfico. No se trata de asesorar al Congreso sobre cuestiones sectoriales, como la legislaci¨®n de investigaci¨®n o los presupuestos de innovaci¨®n, sino sobre cualquier otro asunto que pueda beneficiarse de una mirada cient¨ªfica, experta y puramente racional. Habr¨¢ ciudadanos que desconf¨ªen de esta iniciativa porque la m¨²sica les suena a tecnocracia, y esa es una palabra fe¨ªsima en pol¨ªtica. Tambi¨¦n habr¨¢ quien se pregunte por qu¨¦ una oficina C en lugar de una oficina G de geograf¨ªa, o una oficina F de filolog¨ªa antigua. Son dudas perfectamente leg¨ªtimas que los cient¨ªficos deber¨¢n responder sobre la marcha con su actividad asesora. De entrada, sin embargo, la iniciativa parece muy interesante.
El objetivo de la ciencia es entender el mundo, pero las consecuencias de ese conocimiento proyectan una sombra muy larga sobre la sociedad y, por tanto, sobre la pol¨ªtica. La mec¨¢nica de Newton puede parecer una in¨²til abstracci¨®n acad¨¦mica, pero precede y subyace a la revoluci¨®n industrial, como las ecuaciones de Maxwell generaron la revoluci¨®n de la energ¨ªa el¨¦ctrica y la desconcertante f¨ªsica cu¨¢ntica vive encarnada en lo m¨¢s profundo de nuestros ordenadores. La gen¨¦tica, la doble h¨¦lice del ADN y el conocimiento b¨¢sico de la c¨¦lula fueron producto de la curiosidad, pero cimientan los milagros de la medicina actual. Comprender el mundo es el primer paso para cambiarlo, y ese entendimiento no debe ser un privilegio de los cient¨ªficos. Cualquier ciudadano culto puede acceder a ¨¦l, siempre que elija con cuidado sus fuentes. Los representantes del pueblo las han elegido muy bien.
Nadie est¨¢ hablando de tecnocracia. Los cient¨ªficos no van a tomar ninguna decisi¨®n legislativa. Si lo hicieran, los diputados deber¨ªan echarles por la carrera de San Jer¨®nimo abajo sin la menor contemplaci¨®n. Pero los diputados estar¨¢n interesados sin la menor duda en conocer la mejor ciencia disponible sobre el hidr¨®geno verde, por citar el tema de uno de los cuatro primeros informes presentados por la oficina C, todos de libre acceso, como ser¨¢n los siguientes. Los pol¨ªticos tendr¨¢n que tomar decisiones importantes sobre el modelo energ¨¦tico del pa¨ªs, y necesitan esta informaci¨®n si quieren formarse una opini¨®n solvente sobre los oleoductos de doble uso, para gas natural e hidr¨®geno verde. La actividad parlamentaria es mucho, mucho m¨¢s que ciencia, como estamos todos hartos de comprobar, y los diputados no tomar¨¢n sus decisiones pulsando esa sola nota, sino rasgando el acorde entero. No hay tecnocracia, por tanto. Lo que hay es informaci¨®n fiable y en abierto.
Otro documento es sobre inteligencia artificial y salud. No, no se trata de un informe oportunista relativo al conflicto sanitario de Madrid. Se trata de que la inteligencia artificial puede ayudar a los m¨¦dicos y a sus gestores en materia de salud p¨²blica, diagn¨®stico, opciones cl¨ªnicas y administraci¨®n de recursos. Conocer estas opciones es importante. Pueden ayudar al sistema sanitario a estar a la altura de los tiempos, en lugar de correr detr¨¢s de ellos. Solo si los pol¨ªticos as¨ª lo deciden, desde luego. La oficina C no tendr¨¢ m¨¢s poder que el de informar. No es poco.