Los cuernos y el timo del novio decente

Un pensamiento muy recurrente por lo compartido en Twitter estos d¨ªas es sentirse como en esa secuencia de Titanic en la que los m¨²sicos siguen tocando mientras el resto busca un bote salvavidas. Y una de las canciones que m¨¢s est¨¢ sonando en este ag¨®nico hundimiento ha sido el asunto de los cuernos y los 10 millones de euros. Tanto fascina el debate de la infidelidad que la cuesti¨®n ha pinchado toda burbuja posible y dilatado las habituales 48 horas del ciclo de indignaci¨®n tuitera. M¨¢s de 10 d¨ªas llevan coleando las interpretaciones y ep¨ªlogos a ra¨ªz de ese clip en el que la jugadora profesional de eSports y streamer Abby, en un directo de 12 horas (!!!) en Twitch desde su habitaci¨®n, recib¨ªa la visita de su pareja, el tambi¨¦n streamer Karchez, y contestaban conjuntamente una ronda de preguntas de su chat:

¡°?Qu¨¦ cosas sabes que [Karchez] nunca har¨ªa aunque le pagaran 10 millones de d¨®lares?¡±, le preguntaron en su pantalla. ¡°Ponerme los cuernos¡±, respondi¨® ella, para, acto seguido, tomar la iniciativa: ¡°?Chat, por 10 millones de euros no le pondr¨ªais los cuernos a vuestra pareja? Es que yo te pedir¨ªa que lo hicieras, y lo hicieras cinco veces, as¨ª tendr¨ªamos 50 millones¡±, dijo Abby, sosteniendo con fuerza la mano de su chico, sin ser consciente probablemente de la que se mont¨® hace casi 30 a?os con este mismo dilema entre Demi Moore, Robert Redford y Woody Harrelson en Una proposici¨®n indecente.

?Se consideran cuernos cuando las dos partes est¨¢n de acuerdo? ?Es infidelidad si la otra persona no se siente traicionada? ?Por qu¨¦ seguimos juzgando a quienes viven sus relaciones a su aire bajo etiquetas que los encierran en vidas preestablecidas y peque?as? ?Y qu¨¦ pasa cuando todas nos sabemos la teor¨ªa sexoafectiva y hemos aprendido a tipificar nuestros traumas, pero somos incapaces de meternos eso mismo dentro del cuerpo?

Ser¨¢ porque en Twitter, como en la vida, sale caro ser mujer y salirse de lo heteronormativo. Bast¨® con contemplar el previsible resultado de este enigma afectivo: la persona que rescat¨® el v¨ªdeo y lo comparti¨® tuvo que borrarlo a las pocas horas y pedir disculpas a Abby despu¨¦s de que se convirtiera en tendencia (para mal) con la cl¨¢sica oleada de odio y reprimenda moral: ella fue vista como una buscona cazafortunas; ¨¦l, como un novio ¨ªntegro y decente. Un t¨ªo de verdad.

Hablando de etiquetas que irritan m¨¢s que un jersey de mala lana, mucho se ha debatido sobre el advenimiento de los #TiosDecentes (s¨ª, con etiqueta incluida) a ra¨ªz de un coloquio en Logro?o titulado T¨ªos decentes: para que no haya ni una menos, no seas ni uno m¨¢s. Y, aunque siempre ser¨¢ un avance social reunir a hombres que hablen de sus emociones, los tuiteros esc¨¦pticos no suelen equivocarse al enarcar la ceja ante tal ejercicio de branding feminista sobre la decencia masculina.

Algunas llevamos los suficientes a?os en internet como para intuir el negocio de los que se lucran en las redes vendi¨¦ndose como ¡°nice guys¡± (buenos t¨ªos) o ¡°wife guys¡± (mariditos). Y arrastramos una lista de decepciones lo suficientemente larga frente a los que presumen de conocer ¡°el discurso¡±. Esos que en p¨²blico usar¨¢n todas las palabras de moda, pero cuyas acciones en privado siempre se quedar¨¢n cortas. Porque con los t¨ªos y los novios decentes de internet pasa como con esos v¨ªdeos virales que exhiben a un padre haciendo una trenza de ra¨ªz a su hija antes de ir al colegio. Hemos puesto el list¨®n tan bajo que nos conmueve cuando llega uno y cumple con el m¨ªnimo com¨²n m¨²ltiplo. Y nos pasa hasta cuando el barco se est¨¢ hundiendo.