Iglesias y lo impermeable
El conflicto por la sucesi¨®n dentro de Unidas Podemos se resume en una frase: ni Yolanda D¨ªaz ha asentado su liderazgo ni el exl¨ªder de la formaci¨®n ha dejado de lado el suyo
El comienzo del oto?o ha sido desastroso para la derecha. Alberto Nu?ez Feij¨®o ha dilapidado la inercia que toda novedad acarrea, a medias entre unos dubitativos debates senatoriales, a medias entre un Gobierno ¨¢gil al enfrentar la inflaci¨®n. Detr¨¢s de esta p¨¦rdida de empuje hay algo m¨¢s profundo: el proyecto neoliberal ha dejado de ser omn¨ªmodo y el PP no tiene alternativa. De la ca¨ªda del Gobierno de Liz Truss hasta la concurrida manifestaci¨®n por la defensa de la sanidad en Madrid late algo similar: quien solo tenga como receta la bajada de impuestos o el recorte a lo p¨²blico se va a encontrar en problemas. Quien, adem¨¢s, convierta lo institucional en una trinchera tampoco va a ser premiado por una ciudadan¨ªa cansada de c¨¢lculos en tiempos turbulentos: la ruptura del acuerdo para renovar el CGPJ fue un duro golpe para la credibilidad del l¨ªder popular.
Sin embargo, la pol¨ªtica espa?ola tiende a seguir un movimiento de p¨¦ndulo, no por capricho sino por debilidad en los oponentes. La revisi¨®n de penas tras entrar en funcionamiento la ley de libertad sexual ha sido un frenazo en seco para las expectativas del Gobierno. El conflicto de esta norma no se halla tan s¨®lo en lo jur¨ªdico. Las palabras que valen en lo acad¨¦mico no siempre encajan en un titular de prensa: el debate sobre el punitivismo penal siempre est¨¢ a un paso en su aterrizaje de la alarma social. En todo caso, si los jueces son tan hostiles como asegur¨® Igualdad, parece extra?o que no hubiera una respuesta preparada, alejada del barullo de unos d¨ªas que se har¨¢n sentir en el pr¨®ximo CIS. El ministerio de Irene Montero ha vibrado como la nota que recorre a Podemos tambi¨¦n desde este comienzo del oto?o, una que suena a tambores de guerra.
Si a Feij¨®o, al dejarse arrastrar por sectores reaccionarios para levantar el secuestro del Poder Judicial, se le hubieran dedicado la mitad de los adjetivos que a Pablo Iglesias, por cualquier cosa, estar¨ªamos hablando de un ecosistema medi¨¢tico justo. El de Espa?a no lo es, seguramente el de ning¨²n pa¨ªs donde existe un poder econ¨®mico definido y alguien que lo enfrenta. El hecho no es nuevo, por eso Iglesias anuncia que ampl¨ªa su podcast al canal de televisi¨®n por internet: en pocas horas ha conseguido completar su colecta digital. Eso nos habla de que, en menos de un a?o, el l¨ªder moral de Podemos ha conseguido volver a marcar la narrativa en la izquierda. Tambi¨¦n de una intenci¨®n confesada en su pen¨²ltimo libro: ¡°Un error que ha cometido mucha gente es menospreciar c¨®mo piensa la militancia de Podemos. Hay quien pensaba que con La Sexta y la SER se pod¨ªan ganar unas primarias internas. Tenemos una militancia cada vez m¨¢s impermeable a los estilos de cierto progresismo medi¨¢tico¡±.
Los l¨ªderes morados siempre han dejado rastro te¨®rico de sus movimientos. El de Iglesias es el se?alado por ¨¦l mismo: impermeabilizar a sus seguidores no tanto de los medios de la derecha, sino de aquellas fuentes de informaci¨®n progresistas que le son ajenas. El proyecto comunicativo de Iglesias no es aquel que puso en marcha en La Tuerka hace 12 a?os, un debate plural para informar desde el an¨¢lisis y ganar presencia medi¨¢tica, m¨¢s tarde pol¨ªtica. La polisemia de la palabra ¡°base¡±, nombre de su actual programa, explica casi todo. No se dirige a la generalidad, se dirige a los suyos, su base, sirviendo de ¡°lugar donde se concentra personal y equipo para, partiendo de ¨¦l, organizar expediciones o campa?as¡±. Quien impermeabiliza es porque busca una cohesi¨®n, quien necesita cohesi¨®n es porque requiere de fuerza para enfrentar un combate. La cuesti¨®n no es si Iglesias se comporta como un mes¨ªas, buscando su segunda venida, sino lo f¨¢cil que le resulta encarnar ese papel aupado sobre la monta?a de adjetivos.
Hasta este oto?o, uno de los objetivos de La Base ha sido defender a Podemos; el otro, doblegar a Yolanda D¨ªaz. Ambos parec¨ªan ir de la mano en cada escollo de la actualidad convertido en una batalla a sotto voce. ¡°Cualquier hombre que tiene que decir ¡®yo soy el rey¡¯ no es un verdadero rey¡±, explicaba Tywin Lannister. El conflicto por la sucesi¨®n dentro de UP se resume en esta frase. Ni D¨ªaz ha asentado su liderazgo ni Iglesias ha dejado de lado el suyo. Que el poder se ostente a t¨ªtulo individual expresa tambi¨¦n una grave dejadez org¨¢nica dentro de UP, que nunca pas¨® de grupo parlamentario a coalici¨®n real. En Andaluc¨ªa estuvo a punto, hubo incluso una hoja de ruta para ello hace ahora un a?o, pero se frustr¨® porque ya lo que se buscaba era el marcaje a la ministra de Trabajo. A partir de ahora, a juzgar por el ritmo al que se queman las naves, a juzgar por la concentraci¨®n de fuerzas, el objetivo puede ser el de transformar lo obvio en expl¨ªcito: preparar una confrontaci¨®n electoral abierta contra D¨ªaz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.