Eh, mujer: menos quejas y m¨¢s sonrisas
Basta con que una ponga sobre la mesa una injusticia para que se convierta autom¨¢ticamente en una amargada, una provocadora o, directamente, una mujer peligrosa
¡°Esta mujer es hoy un aut¨¦ntico lastre para el verdadero progreso de este pa¨ªs. Se busca urgentemente a una feminista que no grite, que sepa hacer pol¨ªtica serena, inteligente, sin tanto grito y sin abroncar a todos los dem¨¢s. Y si sabe sonre¨ªr, mejor¡±. Este tuit, que el exdiputado Ignasi Guardans public¨® el jueves 30, ven¨ªa acompa?ado del v¨ªdeo en el que la ministra de Igualdad, Irene Montero, denunciaba en el Congreso que la campa?a de la Xunta de Galicia del D¨ªa Contra la Violencia de G¨¦nero promov¨ªa la cultura de la violaci¨®n.
Respondiendo a los centenares de cr¨ªticas de machismo y misoginia que despert¨® esa afirmaci¨®n, el propio Guardans aleg¨® unos tuits m¨¢s tarde que ¡°un comentario m¨ªo [...] ha agitado la conversaci¨®n de m¨¢s de 630.000 personas. Algunas muy, muy nerviosas. Es interesante¡±. Qu¨¦ paradojas tiene Twitter. Los que se consideran ¡°agitadores¡± se autolegitiman y se ponen la estrellita de provocador solos, pero a las mujeres que llaman a las cosas por su nombre se las castiga se?al¨¢ndolas como un ¡°lastre¡± para todos.
Esta mujer?es hoy un aut¨¦ntico lastre para el verdadero progreso de este pa¨ªs.
— Ignasi Guardans (@iguardans) November 30, 2022
Se busca urgentemente a una feminista que no grite, que sepa hacer pol¨ªtica serena, inteligente, sin tanto grito y sin abroncar a todos los dem¨¢s.
Y si sabe sonre¨ªr, mejor. pic.twitter.com/IwY3VSxEjz
De poco ha servido que el tertuliano lo haya intentado arreglar remitiendo a estudios sobre los beneficios de sonre¨ªr, sin importar si quien lo hace es hombre o mujer. Algunas ya aprendimos que esa postura ignora que los discursos de la felicidad, del entusiasmo y de la positividad, de ese lema facil¨®n del ¡°saca lo mejor de ti mismo¡±, se han convertido, como defend¨ªa la a?orada Barbara Ehrenreich, en mecanismos disciplinadores y en modos de organizaci¨®n basados en la explotaci¨®n.
Dejando a un lado los estragos de los discursos que enarbolan la inteligencia emocional y que no han hecho otra cosa m¨¢s que reforzar la desigualdad social, la esencia del tuit de Guardans es una vieja conocida para muchas aguafiestas. Porque esto pasa cada vez que una mujer se atreve a denunciar lo que est¨¢ pasando en la habitaci¨®n. No importa si es en el Congreso, en una reuni¨®n de trabajo o sentada junto a sus primos m¨¢s queridos en la cena de Nochebuena. Basta con que una no siga la corriente, no se r¨ªa del chiste y abra la boca poniendo sobre la mesa una injusticia. Ah¨ª se convertir¨¢, autom¨¢ticamente, en una amargada, una provocadora o, directamente, una mujer peligrosa. Y dar¨¢ igual que todos sepan que tiene raz¨®n. Inmediatamente, pondr¨¢n los ojos en blanco, alzar¨¢n los brazos y dir¨¢n que ya est¨¢ ah¨ª, otra vez, la feminista de turno arruinando la fiesta.
¡°Que te oigan como una persona que se queja es lo mismo que no te oigan¡±, escribe Sarah Ahmed, la acad¨¦mica que desarroll¨® la teor¨ªa de la feminista aguafiestas y que dimiti¨® de su puesto como profesora en la Universidad de Goldsmiths en protesta por la falta de atenci¨®n al problema del acoso sexual en la instituci¨®n. Oportunamente, ahora publica ?Denuncia! El activismo de la queja frente a la violencia institucional, su ¨²ltimo ensayo con traducci¨®n de Tamara Tenenbaum en la editorial Caja Negra. All¨ª investiga, a trav¨¦s del testimonio de centenares de personas que denunciaron algo en su d¨ªa, por qu¨¦ las quejas se desoyen com¨²nmente al suponer una amenaza a los lazos que hemos construido (con una universidad, con un trabajo, con un gobierno o con un amigo). Y por qu¨¦ algunas masoquistas nos empe?amos en seguir quejando, aunque una queja siempre implica m¨¢s trabajo (argumentar, trabajar y seguir adelante con ella). Insistimos a pesar de que las razones por las que nos quejamos ya son de por s¨ª agotadoras. Pero aqu¨ª seguimos y seguiremos, escribiendo las veces que haga falta sobre la importancia de quejarse y rebelarse contra la tiran¨ªa de la sonrisa impuesta. Aunque nos cansemos solo de pensarlo.
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