?Nos da miedo que fracase Elon Musk, o que tenga ¨¦xito?
Antes de realizar su siguiente predicci¨®n, cualquiera que participe en debates p¨²blicos, y especialmente en los an¨¢lisis pol¨ªticos, tendr¨ªa que comprobar si casa con lo que desea que ocurra. Si es as¨ª, deber¨ªa detenerse ah¨ª mismo
?Se han preguntado alguna vez por qu¨¦ tan pocos vieron venir a Donald Trump, o a Giorgia Meloni, o el refer¨¦ndum del Brexit? La gente tiene una tendencia innata a confundir lo que desea que ocurra con lo que prev¨¦ que ocurrir¨¢.
Christian Morgenstern, poeta alem¨¢n que vivi¨® a caballo de los siglos XIX y XX, escribi¨® en su poema El hecho imposible acerca de los pensamientos finales de un hombre tras sufrir un accidente mortal: ¡°Y llega a la conclusi¨®n: / Su infortunio fue una ilusi¨®n, / pues, razona con convicci¨®n, / lo que no debe ser no puede ser¡±.
Los psic¨®logos del comportamiento tienen un nombre para esto: sesgo de confirmaci¨®n. Separamos la informaci¨®n que no casa con nuestras creencias, y nos quedamos solo con aquello con lo que estamos de acuerdo. Todo el mundo lo hace. Yo tambi¨¦n lo hago. Las redes sociales son un lugar en el que esto ocurre a lo bestia. Se forman burbujas de personas que refuerzan sus propios sesgos.
Un esclarecedor ejemplo reciente ha sido la respuesta a la toma de Twitter por parte de Elon Musk. Un peri¨®dico brit¨¢nico inform¨® sobre el pron¨®stico de un ingeniero de la red a quien acababan de despedir. Su predicci¨®n era que la red colapsar¨ªa en cuesti¨®n de horas. Algunos usuarios de Twitter mostraron tambi¨¦n su preocupaci¨®n de que Musk acabara con Twitter, por lo que migraron su cuenta a Mastodon, una red descentralizada de fuente abierta similar a Twitter. Personalmente, Mastodon me parece muy bueno, sobre todo para las comunidades cient¨ªficas, ya que les permite publicar f¨®rmulas con composici¨®n tipogr¨¢fica. Pero no sustituye a Twitter. Linux tambi¨¦n era muy buena. Pero no sustituy¨® a Windows. Resulta interesante estudiar el ejemplo del ingeniero o el del usuario de Twitter indignado desde la ¨®ptica de los sesgos cognitivos. ?Realmente tem¨ªa el ingeniero que Twitter fuese a colapsar? ?O ten¨ªa miedo de que Twitter pudiese seguir funcionando sin ¨¦l? Acu¨¦rdense de los controladores a¨¦reos que hicieron huelga en Estados Unidos a principios de la d¨¦cada de 1980. Ronald Reagan los puso a todos de patitas en la calle. Ellos tambi¨¦n cre¨ªan que eran indispensables.
Las patolog¨ªas de los usuarios de Twitter son especialmente insidiosas. ?Realmente tem¨ªan que Twitter fuese a colapsar con Musk? ?O m¨¢s bien tem¨ªan que no lo hiciera? Pienso que la mayor¨ªa de los que sintieron p¨¢nico estaban indignados por la readmisi¨®n de Trump. Por supuesto, Twitter no es el ejemplo m¨¢s importante de los sesgos cognitivos que nublan nuestro entendimiento. Ahora mismo ese ejemplo ser¨ªa el de la guerra de Rusia y Ucrania.
He o¨ªdo a muchos generales de sill¨®n ¡ªliteralmente, generales que se retiraron hace poco del servicio activo¡ª predecir en diferentes etapas de la guerra que la victoria de Ucrania llegar¨ªa en cuesti¨®n de semanas. Esto no es lo mismo que la observaci¨®n racional de que Ucrania acabar¨¢ ganando la guerra si Occidente mantiene el suministro de armas. El error de previsi¨®n en torno al cu¨¢ndo no se puede achacar a la estupidez, sino al sesgo. Ellos quieren que gane Ucrania. Tambi¨¦n debemos admitir que la informaci¨®n que tenemos es asim¨¦trica. Sabemos lo que est¨¢n haciendo los ucranios, y sabemos lo que nosotros estamos haciendo para ayudarles, pero de los rusos sabemos mucho menos.
Los medios occidentales resaltan los fracasos militares de Rusia y denuncian sus ¨¦xitos militares como violaciones de los derechos humanos. Nos repetimos una y otra vez la vieja m¨¢xima de que no se pueden compensar los fracasos militares en el campo de batalla con ataques contra objetivos civiles. Los ataques contra civiles son cr¨ªmenes de guerra. Son moralmente repugnantes. Pero pueden ser eficaces. Los bombardeos de Dresde en febrero de 1945 lo fueron. Me hago esta pregunta: si Putin espera poder dejar sin electricidad a grandes partes de Ucrania durante todo el invierno, ?no afectar¨¢ eso a las tropas ucranias en el campo de batalla? ?No necesitan electricidad para las comunicaciones, los trenes y los hospitales de campa?a? Nuestro debate sobre las sanciones econ¨®micas sigui¨® un patr¨®n similar. ?Se acuerdan de las predicciones de que el PIB ruso se contraer¨ªa un 30% tras las sanciones impuestas por Occidente? La recesi¨®n rusa, medida en PIB, ha resultado ser relativamente suave. Rusia registra este a?o un super¨¢vit por cuenta corriente sin precedentes, de unos 250.000 millones de d¨®lares. Ahora estamos prediciendo que el tope de 60 d¨®lares en el precio del petr¨®leo acabar¨¢ con Putin. ?En serio? El Brent cotiza a 65.
Los sesgos est¨¢n en todas partes. La lista es larga. Los economistas, los soci¨®logos y los polit¨®logos son especialmente propensos al sesgo de los modelos. Ning¨²n macroeconomista ha abandonado nunca su lealtad a una escuela de pensamiento ¡ªrepresentada por un modelo¡ª por el mero hecho de que los hechos se entrometan. Ajustan los hechos para que encajen en su modelo. Por eso tenemos una divisi¨®n en el debate sobre la trayectoria futura de la inflaci¨®n entre los del Equipo Coyuntural y los del Equipo Persistente.
?Por qu¨¦ querr¨ªa una persona racional estar atada a un equipo por una predicci¨®n? ?No tendr¨ªa m¨¢s sentido mantener una mentalidad abierta y analizar los datos a medida que llegan? Apenas una minor¨ªa de economistas y banqueros centrales adopta una perspectiva tan imparcial. La mayor¨ªa de los economistas que conozco se comunican como los seguidores en las redes sociales. Forman camarillas, retuitean los mensajes de los dem¨¢s con aprobaci¨®n y expresan su indignaci¨®n ante aquellos con quienes discrepan.
Aqu¨ª va mi consejo para cualquiera que participe en debates p¨²blicos, y especialmente en los an¨¢lisis pol¨ªticos. Antes de realizar su siguiente predicci¨®n, comprueben si casa con lo que desean que ocurra. Si es as¨ª, det¨¦nganse ah¨ª mismo y lleven a cabo este ejercicio intelectual: sit¨²ense en el otro lado del debate y traten de demoler sus propios argumentos. A ver c¨®mo les va. No es una garant¨ªa de ¨¦xito, pero puede que les ayude a ver sus propios sesgos cognitivos en el ¨¢mbito del discurso p¨²blico. A m¨ª me ha servido.
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