Restituir el respeto
El grueso calibre de los ataques cruzados en el Parlamento esta semana vapulea las instituciones democr¨¢ticas
La demolici¨®n de la institucionalidad democr¨¢tica que ha vivido el Parlamento esta semana favorece la desestabilizaci¨®n sist¨¦mica que ha buscado la derecha pol¨ªtica y medi¨¢tica desde que el Gobierno de coalici¨®n empez¨® su andadura en 2018. La argumentaci¨®n racional e informada contra la acci¨®n del Gobierno, sea cual sea la dureza de la cr¨ªtica, ha dejado paso desde hace cuatro a?os a la descalificaci¨®n, el insulto y la negaci¨®n misma de ...
La demolici¨®n de la institucionalidad democr¨¢tica que ha vivido el Parlamento esta semana favorece la desestabilizaci¨®n sist¨¦mica que ha buscado la derecha pol¨ªtica y medi¨¢tica desde que el Gobierno de coalici¨®n empez¨® su andadura en 2018. La argumentaci¨®n racional e informada contra la acci¨®n del Gobierno, sea cual sea la dureza de la cr¨ªtica, ha dejado paso desde hace cuatro a?os a la descalificaci¨®n, el insulto y la negaci¨®n misma de la legitimidad de la coalici¨®n de PSOE y Unidas Podemos que preside Pedro S¨¢nchez y respalda una holgada mayor¨ªa parlamentaria estable, con votaciones que superan en casi todas las leyes importantes los 180 diputados.
Espa?a es hoy una democracia liberal que afronta los mismos problemas y desaf¨ªos del mundo occidental. Todas las encuestas demosc¨®picas serias dibujan un pa¨ªs preocupado por la econom¨ªa, la marcha de la guerra de Ucrania, la complejidad de la digitalizaci¨®n de nuestras vidas o el deterioro de la sanidad p¨²blica. Pero se ha colado entre las primeras preocupaciones de la ciudadan¨ªa espec¨ªficamente la pol¨ªtica. El jueves, el Parlamento vivi¨® la escenograf¨ªa apocal¨ªptica que culmina los intentos de quebrar a una de las instituciones del Estado ¡ªel mismo Gobierno de la naci¨®n¡ª con ataques a su legitimidad de origen. Los han formulado los l¨ªderes m¨¢s destacados de la derecha cl¨¢sica, los liberales y la ultraderecha ultramontana. La llegada de Vox al Parlamento contribuy¨® activamente a la degradaci¨®n parlamentaria, pero es peor el contagio en el uso de la mentira, el insulto y la astracanada verbal que ha llegado al resto de la derecha en una espiral fren¨¦tica que empez¨® sin ayuda alguna de Vox.
La munici¨®n gruesa pas¨® a ser rutinaria por m¨¦ritos propios de Pablo Casado cuando verti¨® contra el presidente del Gobierno una ristra de insultos que rebasaba en extremismo al mism¨ªsimo Abascal. Seg¨²n la cr¨®nica publicada el 4 de enero de 2020 por este peri¨®dico, el entonces presidente del PP tach¨® a Pedro S¨¢nchez de soci¨®pata, mentiroso, presidente fake, falto de dignidad, fatuo, arrogante y pat¨¦tico. En febrero de 2019, Casado le hab¨ªa acusado ya de ¡°presidente ileg¨ªtimo¡±, adem¨¢s de ¡°mentiroso compulsivo¡±, culpable de ¡°alta traici¨®n¡±, ¡°incompetente¡±, ¡°okupa¡± o ¡°el mayor fel¨®n de la historia democr¨¢tica de Espa?a¡±. Las disparatadas asociaciones de este Gobierno con dictaduras y reg¨ªmenes totalitarios se han vuelto intercambiables por parte de Ciudadanos, Vox y el PP entre el aplauso o el silencio de sus afines dentro y fuera de la pol¨ªtica. Seg¨²n Isabel D¨ªaz Ayuso, Espa?a va ¡°camino de una dictadura¡± sometida ¡°por un tirano que pone en peligro el Estado de derecho¡±. La moderaci¨®n institucional que Feij¨®o dice encarnar qued¨® pronto malparada ya como presidente del PP, en marzo de 2022, cuando acus¨® a S¨¢nchez de actuar como un ¡°d¨¦spota¡± al frente de un Gobierno ¡°autista¡±, adem¨¢s de identificarlo como el ¡°presidente m¨¢s autoritario¡± de la historia de la democracia, mientras In¨¦s Arrimadas replicaba el insulto a S¨¢nchez al calificarlo hace unos d¨ªas de ¡°aprendiz de dictador¡± en pr¨¢cticas de ¡°autogolpe de Estado¡±.
La incontestable desproporci¨®n de estas acusaciones somete a la vida p¨²blica a un desprestigio desesperanzador con tintes nihilistas. Cuando la pol¨ªtica es el problema en lugar de la soluci¨®n, se incuba el huevo de la serpiente que dinamita desde dentro el sistema democr¨¢tico. La cr¨ªtica jam¨¢s desestabiliza la democracia porque se nutre esencialmente de ella. Pero la beligerancia guerracivilista que atruena en algunos medios, en las redes sociales y en el Congreso agudiza intencionadamente el deterioro del resto de las instituciones.
Y as¨ª llegamos al jueves pasado, cuando toda la izquierda, tambi¨¦n el PSOE, se sum¨® al grueso calibre verbal ¡ªque hasta ahora hab¨ªa practicado Podemos¡ª ante el riesgo de que el Tribunal Constitucional suspendiera la votaci¨®n del desbloqueo de la justicia. Las acusaciones de golpismo con distintas adjetivaciones cruzaron el hemiciclo en todas las direcciones. Naturalizar el golpismo como argumento del debate pol¨ªtico refuerza la estrategia antisistema cuando la sociedad necesita saber que existen pol¨ªticos que no abandonan la racionalidad y el respeto en los momentos cr¨ªticos. Es la ¨²nica superioridad moral digna de ese nombre. Y estamos sin duda en un momento cr¨ªtico.
De Suecia a Italia, pasando por Hungr¨ªa, las alarmas est¨¢n sonando en todas las democracias ante los o¨ªdos sordos de los partidarios del ¡°cuanto peor, mejor¡± para ganar las siguientes elecciones. Pero es un falso axioma: cuanto peor, peor, como demuestra la historia. Despu¨¦s solo est¨¢ el abismo. La polarizaci¨®n de todas las instituciones, incluidas las que deben velar por la neutralidad institucional como garantes de la Constituci¨®n, arrastra al sistema entero. El recurso de amparo del PP al Tribunal Constitucional para que suspenda la votaci¨®n en el Senado de las reformas legislativas aprobadas en el Congreso ha tensado hasta el l¨ªmite los usos democr¨¢ticos de 40 a?os, por m¨¢s que el Gobierno hubiera debido elegir una tramitaci¨®n m¨¢s acorde con la relevancia de las reformas impulsadas. El inveros¨ªmil comunicado de los ocho vocales conservadores del CGPJ ¡ªejecutores de las maniobras obstruccionistas del PP que nos han tra¨ªdo hasta aqu¨ª¡ª, en respuesta a las cr¨ªticas de Pedro S¨¢nchez al atropello institucional de pretender impedir votar al Parlamento, es un escal¨®n m¨¢s en la descomposici¨®n de un ¨®rgano que no resiste ya ning¨²n examen democr¨¢tico.
El respeto a la Constituci¨®n es la clave de b¨®veda de la estabilidad del sistema, pero no basta con defenderla sin asumir a la vez las normas no escritas que ella misma encarna y que de ella emanan. La aceptaci¨®n del voto de los ciudadanos, el respeto a los adversarios pol¨ªticos y la contenci¨®n verbal son los guardarra¨ªles que est¨¢n desapareciendo bajo la maleza. Proteger la democracia exige algo m¨¢s que histri¨®nica indignaci¨®n; exige respeto y el cumplimiento exquisito de los procedimientos, de todos y por todos.