Vocaci¨®n
Me alegra no haber traicionado al muchacho que, contra el franquismo, se acerc¨® a Blas de Otero. No, Blas, no he tenido que perdonarte, todo lo contrario, te doy las gracias
La reina Letizia inaugura este lunes la reuni¨®n anual de directores del Instituto Cervantes en el Hospital Real, sede del rectorado de la Universidad de Granada. Cada latido de los d¨ªas mezcla realidades y baraja lo que sucede con la memoria. Soy un director adolescente. A ese edificio, que mandaron construir los Reyes Cat¨®licos, acud¨ª yo un mes de junio de 1976 para conocer a Blas de Otero. Admiraba mucho al autor de Pido la paz y la palabra y fue una alegr¨ªa que viniese a la ciudad para participar en el homenaje a Federico Garc¨ªa Lorca que se organiz¨® 40 a?os despu¨¦s de su asesinato, pero en el d¨ªa de su nacimiento. Por lo que se refiere a Lorca s¨ª hubo vida m¨¢s all¨¢ de la muerte. Eso lo celebramos entonces contra viento y marea, es decir, contra Fraga Iribarne. Me acerqu¨¦ a Blas de Otero para decirle que por gente como ¨¦l me quer¨ªa dedicar a la poes¨ªa y respetaba el compromiso pol¨ªtico. Blas sonri¨® y me dijo ¡°espero que puedas perdonarme¡±.
La vida rima. 1976 fue mi primer curso universitario. Desde entonces me he dedicado a la paz y la palabra, 46 a?os de libros, clases, inquietudes y compromisos c¨ªvicos. Me alegra haber aprovechado el paso de los a?os para cambiar en algunas cosas, pero me alegra m¨¢s no haber traicionado al muchacho que, contra el franquismo, se acerc¨® a Blas de Otero. No, Blas, no he tenido que perdonarte, todo lo contrario, te doy las gracias. Como Lorca, formas parte del sentido de mi vocaci¨®n y mi manera de estar en el mundo cada vez que cierro la puerta de un aula, entro en un despacho o escribo una palabra. Y quiz¨¢ por eso no comprendo la vanidad hueca de tanto profesional degradado y viejo que no cumple con la dignidad de su oficio y se dedica a recibir ¨®rdenes de los prepotentes y a obedecer con demasiado servilismo. Sigo con orgullo, querido Blas, pidiendo la paz, la educaci¨®n y la palabra.
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