La judicializaci¨®n de la megapol¨ªtica
Abocados a un escenario de bloques impermeables, el papel del Constitucional va a resultar m¨¢s decisivo¡ siempre que S¨¢nchez o Feij¨®o se resignen a perder la iniciativa pol¨ªtica antes que atreverse a pactar con sus adversarios
A pesar del severo intercambio de reproches, el tono del debate entre Pedro S¨¢nchez y Alberto N¨²?ez Feij¨®o este mi¨¦rcoles en el Senado marc¨® un claro contraste con el calibre grueso que se ha escuchado en la pol¨ªtica espa?ola de los ¨²ltimos d¨ªas.
Probablemente refleje hasta qu¨¦ punto el presidente del Gobierno y el l¨ªder de la oposici¨®n son conscientes del riesgo que ambos corren al calentar innecesariamente un conflicto in...
A pesar del severo intercambio de reproches, el tono del debate entre Pedro S¨¢nchez y Alberto N¨²?ez Feij¨®o este mi¨¦rcoles en el Senado marc¨® un claro contraste con el calibre grueso que se ha escuchado en la pol¨ªtica espa?ola de los ¨²ltimos d¨ªas.
Probablemente refleje hasta qu¨¦ punto el presidente del Gobierno y el l¨ªder de la oposici¨®n son conscientes del riesgo que ambos corren al calentar innecesariamente un conflicto institucional ya de por s¨ª perverso y cuyos vericuetos resultan cada vez m¨¢s dif¨ªciles de comprender no ya para el ciudadano medio sino incluso para la mayor¨ªa de observadores y de los propios actores pol¨ªticos de segunda fila.
Y es que el nivel de ret¨®rica desproporcionada por parte de muchos pol¨ªticos y creadores de opini¨®n (gobierno ileg¨ªtimo, tirano, golpe de estado¡) tiene un recorrido incierto cuando no va acompa?ada por los hechos. Como recuerda Mark Thompson (Sin palabras), Salustio situaba el origen del declive de la democracia en Atenas en la demagogia ret¨®rica, cuando ¡°la gente empez¨® a definirlo todo como le ven¨ªa en gana¡± y el verdadero significado de las palabras se vino abajo.
Con ello, la tensi¨®n de estos d¨ªas deja heridas en las costuras electorales de los implicados. Si bien Feij¨®o alivia la presi¨®n desde Vox (y desde quienes compiten con Vox dentro del PP), apostando por mantener la precariedad del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, con la esperanza de prolongarla hasta las pr¨®ximas elecciones, logra conseguirlo a costa de reforzar la mayor¨ªa gubernamental y, peor a¨²n, disipar las escasa opciones de entendimiento en el futuro con algunos de los partidos que hoy apoyan a S¨¢nchez.
Igualmente, los mecanismos poco ortodoxos del Gobierno para contrarrestar el bloqueo en la renovaci¨®n del Constitucional, que eran manifiestamente mejorables, pueden tener un doble filo para el presidente. Si bien pueden permitir sacar cierto rendimiento de la crispaci¨®n resultante (al relegar el ruido de los acuerdos inc¨®modos con ERC y tapar la brecha interna en su socio de coalici¨®n), todo ello castiga a S¨¢nchez en su tal¨®n de Aquiles, al ahondar la zanja que le separa del electorado centrista con el que quiere reconciliarse a base de buena gesti¨®n econ¨®mica y liderazgo en la escena internacional.
En realidad, si tomamos perspectiva respecto a lo sucedido, podremos apreciar la debilidad de ambos pol¨ªticos ¡ªm¨¢s que la fuerza o la sagacidad¡ª latente en esos intentos de asegurarse la mayor influencia posible sobre los magistrados del Constitucional y el gobierno de los jueces. Aunque muchos ven en ello una politizaci¨®n indebida de ¨®rganos que, de hecho, tienen el mayor calado pol¨ªtico, esta es, por el contrario, la consecuencia del peso decisivo que han venido ganado jueces y magistrados sobre temas y decisiones que hasta entonces ven¨ªan siendo coto exclusivo del acuerdo entre pol¨ªticos. Esta judicializaci¨®n de la pol¨ªtica espa?ola ha sido progresiva y ha demostrado su utilidad para quienes recurr¨ªan a ella en un contexto de p¨¦rdida de la autoridad de los representantes y del m¨²sculo social de los partidos pol¨ªticos. El recurso a ella culmin¨® durante el proc¨¦s, en el que los dirigentes gubernamentales prefirieron trasladar buena parte del protagonismo a la iniciativa jur¨ªdica, algo de lo que ya alert¨® el propio presidente del Constitucional, Francisco P¨¦rez de los Cobos.
Lejos de ser esta una derivada genuinamente espa?ola, el profesor Ran Hirschl ha considerado esta judicializaci¨®n de la megapol¨ªtica una preocupante tendencia de las democracias contempor¨¢neas (Towards Juristocracy. The rise and consequences of the new constitutionalism). Pero en Espa?a tenemos un terreno particularmente propicio: abocados a un escenario de bloques impermeables, con l¨ªderes vulnerables y aspirantes a sucederlos mediante estrategias centr¨ªfugas, con el recurso f¨¢cil a la repetici¨®n electoral antes que a la concertaci¨®n, el papel del Constitucional va a resultar m¨¢s decisivo¡ siempre que S¨¢nchez o Feij¨®o, o quienes les sucedan, se resignen a perder la iniciativa pol¨ªtica antes que atreverse a pactar con sus adversarios.