Mujer educada: mujer peligrosa
?Responder¨¢n el Gobierno de EE UU y los pa¨ªses que dicen defender los derechos humanos y el feminismo ante este vergonzoso atropello de las libertades de las afganas?
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Mi padre me dijo que las mujeres no pod¨ªan trabajar fuera de casa, que era algo que prohib¨ªa el islam. Y yo, que a la callada llevaba tiempo document¨¢ndome sobre el de asunto, le respond¨ª que si eso era as¨ª, ?c¨®mo se explica que la primera mujer de Mahoma, Khadija, fuera una rica comerciante que no solo trabajaba por cuenta propia, sino que adem¨¢s ten¨ªa empleado al mism¨ªsimo profeta? Como no se esperaba el golpe, mi padre se qued¨® desconcertado unos instantes, pero no tard¨® en darme la respuesta nada dialogante propia de los jefes de familia tradicionales: eso da igual, no puedes trabajar y ya est¨¢. Creo que fue uno de los momentos en los que debi¨® pensar que educar demasiado a las mujeres puede resultar peligroso, nada que robustece m¨¢s la insumisi¨®n contra las leyes injustas que disponer de datos, argumentos, l¨®gica, pensamiento, acceso al saber.
Los talibanes, en su larga guerra contra las mujeres, han decidido expulsarlas de las universidades. Borradas ya de la esfera p¨²blica, no les quedaba m¨¢s que desterrarlas de los espacios de adquisici¨®n de conocimiento, de las aulas donde puede fluir el pensamiento, transmitirse a las alumnas igual que a los alumnos. La autoridad basada en la fuerza no tolera que las hembras humanas piensen porque es muy probable que la raz¨®n las lleve a impugnar el sistema de dominaci¨®n al que las est¨¢n sometiendo. Aunque repitan sin cesar que est¨¢ en nuestra naturaleza obedecer y callar, la sumisi¨®n expresa al var¨®n, esta aparente claudicaci¨®n de la propia voluntad, solo se consigue con un esfuerzo enorme y tenaz. Uno de los ejes principales de este esfuerzo consiste en amordazarnos, en obligarnos a callar mediante amenazas, violencia o coacci¨®n. Las mujeres afganas ped¨ªan socorro a las potencias occidentales, lloraban a l¨¢grima viva cuando Biden las abandon¨® repentinamente a su suerte y lo hac¨ªan porque ya sab¨ªan lo que pod¨ªan esperar de un Estado talib¨¢n: la misoginia llevada al extremo mediante la aniquilaci¨®n simb¨®lica y real de las condiciones necesarias para que la mitad de la poblaci¨®n pueda seguir consider¨¢ndose parte de la especie humana. Condenadas el exilio dom¨¦stico, ahora se corona este infame proceso de encierro con la prohibici¨®n de que pisen las aulas de la universidad. ?Responder¨¢n el Gobierno de EE UU y los pa¨ªses que dicen defender los derechos humanos y el feminismo ante este vergonzoso atropello de las libertades de las afganas? ?O seguir¨¢n como hasta ahora, en su c¨®moda y c¨®mplice indiferencia?
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