Celebraciones navide?as
Cada jornada que los participantes en la ¡®rave¡¯ de un pueblo de Granada aguantaban ante la indignaci¨®n postiza, se reforzaba el encantamiento de los vecinos
Me caen bien esas personas que le hablan al televisor. Es algo que vi hacer a mis mayores y que he adoptado por costumbre. Como lo que miro son las noticias, hablo con los presentadores, los entrevistados, los enviados a cubrir espacios problem¨¢ticos y, por supuesto, con los miles de encuestados en la calle que se han convertido en protagonistas de cualquier noticia. Ahora se descubre una nueva disfunci¨®n del ¨¢tomo y le interrogan por ello a una pareja de mediana edad que pasea por Callao. No tienen ni pu?etera idea del asunto, pero opinan con gracejo y soltura. Las noticias son as¨ª. La semana anterior se pasaron seis d¨ªas hablando de un gato grande y blanco avistado por unos vecinos sin mencionar ni un solo segundo las protestas ciudadanas en Ir¨¢n, que es el acontecimiento internacional de mayor relevancia en estos d¨ªas. As¨ª se va conformando nuestra escala de valores, por la cual Picasso acaba siendo un se?oro que trat¨® de manera incorrecta a alguna de sus amantes y, en cambio, la marquesa de Gri?¨®n nos ha de resultar una personalidad arrebatadora. A uno le dan ganas de irse a vivir a la vi?eta de El Roto, que ser¨¢ pesimista, pero al menos es inteligente.
Pero, de pronto, aparece algo fant¨¢stico y te reconcilia con el mundo. Y no abrazas al televisor porque las pantallas ahora son planas y no tienen la chepa de tubo que tanto las humanizaba. Que una fiesta rave dure seis d¨ªas en un paraje de Granada te devuelve al tiempo en que las cosas suced¨ªan sin propaganda. S¨¦ que es un consuelo bobo, pero antes las pel¨ªculas ten¨ªan ¨¦xito porque lo merec¨ªan, no por inducci¨®n anticipada. Los mejores libros surg¨ªan inesperados porque uno le¨ªa sin el prejuicio de leer lo que hay que leer. Los d¨ªas de lluvia llegaban sin aviso meteorol¨®gico y, por tanto, la gente se mojaba de forma inesperada, con lo que descubr¨ªa que nada marida mejor con un sentimiento personal como el azar de la naturaleza. Y hasta en ocasiones los pol¨ªticos m¨¢s ¨²tiles surg¨ªan en la profundidad callada del bosque como la seta jugosa y no por la explosi¨®n artificial de un talento medi¨¢tico chocante. As¨ª esta fiesta continuada y sin premio se erige en el acontecimiento m¨¢s nutritivo de las ¨²ltimas semanas.
Por supuesto, para encumbrar este tipo de convocatoria es necesario que provoque el espanto de las autoridades, la alarma moral, la indignaci¨®n de los enviados especiales y el consenso de los opinadores sobre eso de que la sociedad ha tocado fondo. Todas ellas, reacciones que no atizan contra la discoteca del pol¨ªgono industrial donde suceden cosas apabullantemente m¨¢s siniestras cada fin de semana. Ni contra la fiesta municipal o patronal que suele ser m¨¢s ruidosa, sucia y alcoholizada. Un acto que se convoca para ciscarse en las ordenanzas alcanza el ¨¦xito si las desborda y las sorprende hasta provocar que las fuerzas de asalto se limiten a aguardar durante d¨ªas a que los convocados se cansen y se larguen a su casa tras recoger hasta la ¨²ltima colilla. Y ah¨ª es donde entra la relaci¨®n con el televisor, porque cada jornada que aguantaban ante la indignaci¨®n postiza, se reforzaba el encantamiento de los locales. Antes que acudir a la llamada a filas de Vlad¨ªmir Putin, a la cola de las rebajas, a la puntual conexi¨®n para depositar el excremento audiovisual en la red social favorita y al pasillo de urgencias, los vecinos decidieron que era mejor sumarse a la rave.
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