Picasso, maltratador
El artista emple¨®, sobre todo, la violencia psicol¨®gica, m¨¢s que f¨ªsica, y no solo con mujeres, sino tambi¨¦n con hombres. Pero tambi¨¦n fue el mejor pintor del siglo XX
Un d¨ªa de 1938, Dora Maar lleg¨® al taller del pintor surrealista V¨ªctor Brauner con un ojo morado. Este le pregunt¨® qu¨¦ le hab¨ªa sucedido. ¡°Me he peleado con mi padre¡± dijo la fot¨®grafa. Por tensas que fueran las relaciones entre padre e hija en aquella ¨¦poca, es dif¨ªcil pensar que su padre le diera un pu?etazo. No hay otra explicaci¨®n que la de atribuir la agresi¨®n a Picasso, su amante de entonces. M¨¢s que f¨ªsico, Picasso fue sobre todo un maltratador psicol¨®gico, y no solo con mujeres, sino tambi¨¦n con hombres. Christian Zervos, el autor del cat¨¢logo razonado de la obra picassiana, explica en una carta a Siegfried Giedion que, tras una gesti¨®n fallida con el pintor, no quer¨ªa ver a Picasso: ¡°Conozco el placer que le provoca ver sufrir a la gente¡±. Y a?ade: ¡°La obra y el hombre nunca son lo mismo¡±. ¡°El artista es enorme, el hombre muy peque?o¡±. Tampoco Christian Zervos era una joya de buen comportamiento: abus¨® sexualmente, durante la Ocupaci¨®n, de la adolescente que hab¨ªan recogido en su hogar, Yvette Szczupak-Thomas, quien al cabo de los a?os relat¨® su historia.
Se conocen muchos otros episodios del maltrato psicol¨®gico de Picasso: todo el mundo quer¨ªa cuadros del artista, y su estrategia era citar juntos a dos de sus grandes marchantes para ponerles nerviosos esperando durante una hora en la antesala, elucubrando qui¨¦n de los dos entrar¨ªa antes.
A Fran?oise Gilot, que narra cientos de estas an¨¦cdotas, le dec¨ªa al principio: ¡°No s¨¦ por qu¨¦ la he permitido venir. Ser¨ªa muy agradable ir al burdel¡±. Tambi¨¦n le encantaba hacer coincidir a dos de sus amantes para provocar los celos: esto hizo que un d¨ªa se encontraran en el estudio de Picasso Dora Maar y Marie-Ther¨¨se Walter, que al final acabaron pele¨¢ndose f¨ªsicamente. Picasso declar¨® a?os m¨¢s tarde que aquel era uno de sus recuerdos m¨¢s preciados.
Las v¨ªctimas de los maltratadores psicol¨®gicos suelen tardar muchos a?os en denunciarlo. Y m¨¢s si estos son grandes artistas o escritores. Vanessa Springora escribi¨® recientemente un libro titulado El consentimiento, en donde narra la historia de un escritor ped¨®filo llamado Gabriel Matzneff, famoso en Francia, que la sedujo (con su consentimiento) cuando ella ten¨ªa 14 a?os. No solo las v¨ªctimas se enamoran de verdad, sino que el maltratador suele ejercer de ¡°maestro de vida¡± o las colma, como contrapartida a sus desprecios, de regalos o consejos. De ah¨ª que a ellas les sea tan dif¨ªcil superar la etapa de admiraci¨®n y reconocer que han sido v¨ªctimas de un abuso.
Pero Picasso tambi¨¦n fue el mejor pintor del siglo XX, por m¨¢s que ahora alguien se empe?e en desacreditarlo como tal. Invent¨® el collage, invent¨® el cubismo, invent¨® las esculturas con objetos cotidianos (aunque V¨ªctor Hugo ya hab¨ªa firmado un sencillo guijarro de r¨ªo). Casi siempre ¡°robando¡± alguna idea a los dem¨¢s, fuera este Braque, Julio Gonz¨¢lez o cualquier otro. Pero sus resultados son m¨¢s vivos, m¨¢s radicales, m¨¢s variados, y siempre explorando hasta el infinito m¨¢s posibilidades pl¨¢sticas. Tambi¨¦n era sumamente inteligente, simp¨¢tico y cuando quer¨ªa, generoso: dio 200.000 francos para los ni?os hambrientos de la Rep¨²blica durante la Guerra Civil espa?ola; ayud¨® a muchos refugiados, regal¨® 1.000 d¨®lares (de los a?os cincuenta) para sufragar la intervenci¨®n quir¨²rgica de Alice Toklas, la compa?era de Gertrude Stein, y ayud¨® a varios artistas, solamente a aquellos que le ca¨ªan bien.
?Qu¨¦ hacer, pues, con Picasso? Ahora, con el cincuentenario de su muerte, las feministas radicales querr¨¢n abolirlo y, sin embargo, como escribi¨® Daniel Rico, ¡°tenemos patrimonios inc¨®modos pero que, a poco que escarbemos, todos lo son.¡±
Por poner otros ejemplos, Hitchcock tambi¨¦n fue genial, pero se sabe que le dijo a Tippi Hedren que arruinar¨ªa su carrera al negarse esta a sus avances. Por su parte, Dal¨ª realizaba actos sexuales con patos, a los cuales primero mataban delante de ¨¦l.
La propia Simone de Beauvoir, icono del feminismo del siglo XX, fue desenmascarada en un libro titulado Simone et les femmes, en donde se explica c¨®mo la escritora siempre neg¨® sus experiencias sexuales con j¨®venes, algunas de ellas sus alumnas. Pero lo impresionante del libro no es tanto que lo negara, sino c¨®mo, en sus cartas a Sartre, con quien compart¨ªa algunas de ellas, las trata como meros objetos sexuales. Citamos estos ejemplos porque son personajes famosos, pero podemos recordar que en aquellas ¨¦pocas ¡ªy tambi¨¦n ahora¡ª estos casos de abusos eran muy comunes. Lo que ha cambiado no s¨®lo es la mentalidad, sino la denuncia.
?Qu¨¦ hacer, pues, con los violentos, los ped¨®filos, los fascistas, las manipuladoras? ?Suprimirlos de los museos y bibliotecas? Evidentemente, no.
Seguramente, veremos una reconsideraci¨®n que separar¨¢ vida y obra, y los episodios o comportamientos recriminables ser¨¢n explicados en cat¨¢logos, art¨ªculos y libros de historia. En esta reconsideraci¨®n, que ya estamos viendo, no es justo hacer presentismo ¡ªjuzgar con criterios presentes los actos del pasado¡ª ni dejar pasar, por el contrario, argumentos tan machistas como aquellos que afirman: ¡°A Picasso le gustaban las mujeres. ?Y qu¨¦ hay de malo en ello?¡±.
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