Privacidad cu¨¢ntica
Los sistemas de cifrado que garantizan nuestra privacidad en la red llevan en la frente una fecha de caducidad fosforescente
Que t¨² seas quien dices ser, tengas la cuenta en el banco en que la dices tener y puedas hacer tus compras en l¨ªnea depende de las curiosas propiedades de los n¨²meros primos (2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19¡), los que solo son divisibles por s¨ª mismos y por 1. Supongamos que tu clave secreta sea 9699690. Pero 9699690 es un n¨²mero muy especial, porque es el producto de los ocho primeros n¨²meros primos, los que est¨¢n en el par¨¦ntesis de arriba, y por tanto es divisible por todos ellos. Esa operaci¨®n se llama factorizaci¨®n, y los actuales sistemas de encriptaci¨®n que protegen la privacidad en la Red se basan en ella.
Averiguar que 261.980.999.226.229 es el producto de dos n¨²meros primos (15.538.213 multiplicado por 16.860.433) requiere un tiempo de computaci¨®n disuasorio para los esp¨ªas y los ciberdelincuentes, por m¨¢s que sepan que multiplicar grandes n¨²meros primos es la forma habitual de generar claves secretas en nuestros d¨ªas. Lo normal, en realidad, es utilizar n¨²meros primos a¨²n mayores que esos, y multiplicar tres en vez de dos. Una buena clave no solo debe ser indescifrable para el enemigo, sino tambi¨¦n descifrable por el amigo. Multiplicar grandes primos cumple ambos requisitos.
Pero estos d¨ªas se aprecia cierta excitaci¨®n entre los cript¨®grafos. Shijie Wei y sus colegas de la Academia de Ciencias de Informaci¨®n Cu¨¢ntica de Pek¨ªn han colgado en Arxiv, un servidor de preprints (borradores cient¨ªficos a¨²n no revisados por pares), unas operaciones de factorizaci¨®n realizadas con ¨¦xito por un ordenador cu¨¢ntico. La primera es la que abre el anterior p¨¢rrafo, y los investigadores la han demostrado en una m¨¢quina de solo 10 c¨²bits. Despu¨¦s han ampliado su potencia a 372 c¨²bits y han descifrado claves de hasta 600 d¨ªgitos. Este es m¨¢s o menos el estado del arte. IBM anunci¨® en noviembre su chip Osprey, con 433 c¨²bits.
Los ordenadores convencionales se basan en bits, que pueden adoptar dos valores, 1 o 0. Los ordenadores cu¨¢nticos se basan en c¨²bits, que pueden ser 1 y 0 a la vez, o cualquier combinaci¨®n de ambos. Esto es una consecuencia de la extra?eza de la f¨ªsica cu¨¢ntica, un mundo subat¨®mico en que una part¨ªcula puede estar en dos estados a la vez hasta que una medici¨®n, u otra interacci¨®n con el entorno, la colapse en una de las dos modalidades.
El borrador est¨¢ resultando pol¨¦mico, porque en s¨ª mismo no demuestra que la computaci¨®n cu¨¢ntica sea superior a la convencional para desencriptar c¨®digos secretos. Los actuales ordenadores cu¨¢nticos son muy rudimentarios, con solo unos cientos de c¨²bits, y se suele suponer que har¨¢n falta m¨¢quinas con millones de c¨²bits (megac¨²bits) para descifrar las claves basadas en la factorizaci¨®n. Pero el algoritmo cu¨¢ntico de Shijie y sus colegas de Pek¨ªn indica que tal vez no haya que esperar a que la tecnolog¨ªa alcance esas dimensiones, que tal vez el prodigio llegue con un despliegue de c¨²bits mucho m¨¢s modesto. Sobre esto hay pol¨¦mica. De lo que nadie tiene duda es de que los sistemas de cifrado que garantizan nuestra privacidad en la Red llevan en la frente una fecha de caducidad fosforescente. Habr¨¢ que pensar otra cosa.
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