Contradicciones de ERC
La movilizaci¨®n independentista contra la cumbre de S¨¢nchez y Macron evidencia la incongruencia de los republicanos

La cumbre hispano-francesa que el jueves 19 se celebra en Barcelona se va a desarrollar en un contexto parad¨®jico y hasta embarazoso. La amplia delegaci¨®n del Gobierno franc¨¦s de 10 ministros, con Emmanuel Macron a la cabeza, y la nutrida delegaci¨®n espa?ola presidida por Pedro S¨¢nchez tienen como anfitri¨®n al president Pere Aragon¨¨s, de ERC, a la vez que el presidente de su partido, Oriol Junqueras, participar¨¢ en la cabecera de la manifestaci¨®n convocada por el independentismo en contra de la cumbre. No es f¨¢cil explicar la esquizofrenia pol¨ªtica de un president que entiende la relevancia de acoger un importante acuerdo que afecta de forma directa a Barcelona (por la conexi¨®n con Marsella para el nuevo conducto para el hidr¨®geno verde) y a la vez milita en un partido que protesta en la calle por la misma causa que aprueba Aragon¨¨s en la Generalitat. La cumbre en Barcelona es algo m¨¢s que un gesto de S¨¢nchez hacia Aragon¨¨s. La traslaci¨®n pr¨¢ctica de una conciencia plural de Espa?a pasa por la habilitaci¨®n efectiva de las autonom¨ªas como partes de la urdimbre social, pol¨ªtica y econ¨®mica de una Espa?a que no se agota en Madrid.
Resulta enigm¨¢tico sin embargo el papel que el independentismo reserva a la Barcelona (y la Catalu?a) del futuro cuando Esquerra defiende a la vez dos posiciones incongruentes. Mantener en la marginalidad a Barcelona y Catalu?a sigue siendo una mala idea. Los 10 a?os del proc¨¦s condujeron a una inequ¨ªvoca debilitaci¨®n institucional, pol¨ªtica, comercial, cultural y econ¨®mica de Catalu?a, asfixiada por un debate que forz¨® la colisi¨®n entre dos mitades de la sociedad que hoy viven de forma m¨¢s democr¨¢tica y pac¨ªfica sus diferencias sobre la visi¨®n del futuro. La portavoz de ERC, Marta Vilalta, neg¨® que exista normalidad pol¨ªtica alguna en Catalu?a, y quiz¨¢ tenga raz¨®n: el Govern se apoya en unos exiguos 33 diputados (de 135) que imposibilitan la normalidad gubernamental y hasta la misma aprobaci¨®n de los presupuestos. Pero rechazar para Barcelona ser sede de un acuerdo internacional relevante es la peor de las opciones en t¨¦rminos precisamente de pa¨ªs, y parece incluso destinado a boicotear una posible normalidad pr¨¢ctica.
Que el independentismo no ha desaparecido parece una obviedad demasiado rasa como para discutirla, pero que la normalidad est¨¦ a la vez saboteada en la calle y respaldada desde las instituciones revela alguna incongruencia grave y muy poco leal por parte de ERC con los esfuerzos pol¨ªticos del Gobierno de coalici¨®n para afrontar pol¨ªticamente las relaciones entre los ejecutivos espa?ol y catal¨¢n. La protesta en la calle de los republicanos est¨¢ destinada a frenar los ataques fraternos del independentismo, para no ser culpada de claudicaci¨®n sanchista, pero no responde a los intereses de los catalanes del presente ni tampoco a los del inmediato futuro. Mientras Aragon¨¨s encarna con una mano el principio de realidad pol¨ªtica, con la otra le falta la firmeza para frenar lo que solo puede entenderse como una histri¨®nica sobreactuaci¨®n de ERC ante el independentismo m¨¢s radical. El unilateralismo de la ruptura perdi¨® sin paliativos hace cinco a?os porque adolec¨ªa de la m¨ªnima condici¨®n democr¨¢tica y hoy se siguen zurciendo los rotos mientras las heridas han dejado de sangrar. El actual proceso de normalizaci¨®n pol¨ªtica de Catalu?a no equivale a la evaporaci¨®n del independentismo sino a encauzar sus demandas por v¨ªas democr¨¢ticas y garantizar su capacidad de gobernar. Ante la dureza de la crisis actual, la aprobaci¨®n negociada de los presupuestos habr¨ªa de ser su objetivo pol¨ªtico prioritario.
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