Una historia de dos presidentes
Joe Biden y Donald Trump se ven salpicados por esc¨¢ndalos de posesi¨®n personal de documentos confidenciales, pero hay notables diferencias en ambos casos
Las noticias publicadas a lo largo de esta ¨²ltima semana seg¨²n las cuales Joe Biden conservaba (en una oficina que us¨® entre 2017 y 2020 y en su domicilio personal de Wilmington) dos grupos de documentos clasificados que le hab¨ªan sido entregados durante su etapa como vicepresidente de Barack Obama han provocado la inmediata reacci¨®n de Trump y sus seguidores, que exigen que se le aplique el mismo rasero que al expresidente republicano y que se le investigue con dureza.
Vaya por delante que los hechos son muy embarazosos para Biden: tras criticar abiertamente a su antecesor por retener cientos de documentos clasificados en su residencia de Mar-A-Lago, ahora el presidente se ve envuelto en una pol¨¦mica similar. Y la gesti¨®n del asunto por parte de su equipo de abogados podr¨ªa haber sido bastante m¨¢s transparente: el primer grupo de documentos fue localizado el 2 de noviembre; en lugar de hacerlo p¨²blico de inmediato (lo que hubiera afectado sin duda a las elecciones de medio mandato) los abogados rastrearon otros lugares en los que Biden podr¨ªa haber manejado documentaci¨®n clasificada durante sus a?os vicepresidenciales y, como se ha dicho, la localizaron en su casa de Delaware.
Dicho lo cual, las semejanzas entre la actuaci¨®n de ambos mandatarios acaban aqu¨ª. Las diferencias son mucho m¨¢s llamativas:
¡ªLos abogados de Biden localizaron algo m¨¢s de una docena de documentos clasificados, alguno de los cuales est¨¢ calificado como de ¡°alto secreto¡±, mientras que Trump retuvo miles de documentos p¨²blicos, incluyendo m¨¢s de 160 documentos secretos, 60 de los cuales eran calificados como de ¡°alto secreto¡±.
¡ªLos abogados de Biden, en cuanto efectuaron la batida, entregaron los documentos localizados al Archivo Nacional e informaron al Departamento de Justicia. Trump tuvo que ser requerido reiteradamente por el Archivo Nacional para que devolviera la documentaci¨®n correspondiente a su Presidencia, incluyendo los documentos clasificados. Cuando lo hizo, devolvi¨® s¨®lo parte de ellos ¡ªafirmando que eran la totalidad¡ª se pas¨® un a?o discutiendo con el Departamento de Justicia sobre su supuesta desclasificaci¨®n de los mismos, y su autoridad para retenerlos, y, por ¨²ltimo, ante su actitud obstruccionista, el FBI tuvo que solicitar a un juez una entrada y registro en su residencia en la que se localizaron los m¨¢s de 160 documentos a los que he hecho referencia antes (e insisto: el equipo de Trump hab¨ªa firmado una declaraci¨®n jurada meses antes afirmando que los hab¨ªan devuelto todos).
¡ªLa clave en este caso est¨¢ en el elemento volitivo: la conducta ilegal es ¡°sustraer o retener¡± intencionadamente documentos clasificados. Biden (que se deja asesorar por sus abogados) ha dicho ya que para ¨¦l ha sido una sorpresa descubrir que todav¨ªa conservaba informaci¨®n clasificada (lo que le permitir¨¢ defender que en su actuaci¨®n no ha habido intencionalidad). Trump (que no se deja asesorar y que, por el contrario, suele entorpecer la labor de sus letrados), en cambio, ha defendido en p¨²blico que hab¨ªa ¡°desclasificado¡± los documentos, lo que supone que sab¨ªa que los estaba reteniendo.
El fiscal general, Merrick Garland (que como he dicho en anteriores ocasiones, es un hombre muy prudente), ha obrado exactamente igual en el caso Biden que en el caso Trump: ha nombrado a un fiscal independiente encargado de la investigaci¨®n (y para mayor garant¨ªa de independencia, ha designado a Robert Hur, un abogado de impecables credenciales conservadoras ¡ªtrabaj¨® para los jueces Kozinski y Rehnquist y fue nombrado por Donald Trump fiscal para Maryland¡ª).
En cualquier cosa, las consecuencias de la apertura de una investigaci¨®n contra Biden afectar¨¢n a la que ya existe contra Trump, por cuanto ensuciar¨¢n cualquier decisi¨®n que Jack Smith, el fiscal independiente que se ocupa de la segunda, acabe adoptando: si renuncia a investigar a Trump, se le acusar¨¢ de hacerlo por la existencia de la investigaci¨®n contra Biden. Si decide querellarse contra Trump, los republicanos dir¨¢n que hay un doble est¨¢ndar a favor del actual presidente (de hecho, Biden, en su condici¨®n de primer mandatario, no puede ser procesado, como defendi¨® el fiscal especial Robert Mueller en sus conclusiones sobre la investigaci¨®n contra Trump por la interferencia rusa en las elecciones de 2016).
En cuanto a Hur, si, como es previsible, no presenta cargos contra Biden (por entender que la retenci¨®n de documentos clasificados fue accidental o por su condici¨®n actual de presidente) sus credenciales republicanas no le salvar¨¢n de ser acusado de connivencia con los dem¨®cratas.
Por ¨²ltimo, lo que s¨ª evidencian estos hechos es que el Gobierno estadounidense tiene una pol¨ªtica excesivamente laxa en cuanto a la protecci¨®n de su documentaci¨®n clasificada. Es imperativo hacer cumplir las normas que obligan a presidentes y vicepresidentes a entregar toda la documentaci¨®n de esa naturaleza que se encuentre en sus residencias oficiales o personales el 20 de enero del a?o en que abandonen su cargo.
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