Vox, o recuperar la culpa contra las mujeres libres
El protocolo antiabortista de Castilla y Le¨®n revienta la columna vertebral de los esfuerzos que viene haciendo nuestra sociedad, desde hace a?os, por la emancipaci¨®n femenina
En nombre del sentimiento de culpa, una amiga sigue creyendo que algo hizo para merecer que su exnovio le hablara mal a menudo. Por eso, volv¨ªa una y otra vez con ¨¦l, pese a ser una mujer de 31 a?os, informada, con recursos. Imaginemos, pues, lo peligroso de que Vox pretenda recuperar la culpa, elev¨¢ndola a categor¨ªa de pol¨ªtica p¨²blica contra las mujeres libres, como en el caso del protocolo antiabortista de Castilla y Le¨®n.
Es el efecto clave de utilizar la culpabilizaci¨®n como estrategia pol¨ªtica: revienta la columna vertebral de los esfuerzos que viene haciendo nuestra sociedad, desde hace a?os, por la emancipaci¨®n femenina. Desde la mujer que es maltratada, hasta la chica que desea abortar, la culpa es peligrosa porque sigue actuando todav¨ªa como un lastre invisible que dificulta de facto zafarse del da?o o elegir lo que se desea. Incluso donde el Estado reconoce su protecci¨®n y derechos, la culpa es limitante en las mujeres porque act¨²a en silencio, desde las propias mentes.
La culpa es esa voz interna llam¨¢ndote ¡°mala madre¡± por tener una exigente carrera profesional. La culpa hace sentirse insuficientes a muchas chicas, poco merecedoras, nutriendo el s¨ªndrome de la impostora. La culpa es lo que a¨²n se utiliza en pa¨ªses como Afganist¨¢n o Ir¨¢n para justificar los actos de sus gobiernos contra las mujeres, acus¨¢ndolas de ¡°imp¨²dicas¡±. La culpa jam¨¢s puede ser promovida desde las instituciones de un pa¨ªs democr¨¢tico como Espa?a, porque legitima o normaliza en la sociedad el tormento sobre las voluntades femeninas.
As¨ª que las medidas que Vox desear¨ªa aplicar en Castilla y Le¨®n constituyen la institucionalizaci¨®n de una mentalidad ancestral, cuasi feudal, donde la mujer debe ser devuelta al cauce de lo que algunos consideran correcto, mediante el chantaje emocional o la interferencia sobre sus deseos. Es el paternalismo de quien considera a la mujer un eslab¨®n, un engranaje m¨¢s, y no como ser aut¨®nomo o pleno, con capacidad de decidir su propio destino. Irrita que hoy podamos decidir no ser madres, si no queremos, porque nuestro ¨²tero no est¨¢ al servicio del inter¨¦s ajeno.
La prueba es c¨®mo algunos cuelan el debate de la natalidad para justificar sus tropel¨ªas. Sugieren que la generaci¨®n actual tiene menos hijos porque hay abortos, tal que habr¨ªa que ¡°reconducirnos¡± hacia nuestras labores maternas. Culpabilizar a la mujer, de forma torticera, les sirve adem¨¢s para no aceptar la necesidad de un Estado de bienestar, en el que no creen. Son quienes tildan las ayudas sociales del Gobierno de ¡°paguitas¡±, como si no fuera la precariedad una potente causa de que algunas familias no tengan hijos.
Hete ah¨ª la hipocres¨ªa de Vox: la moral solo les interesa cuando les conviene. Ni la aplican sobre los inmigrantes, ni la aplican sobre las condiciones laborales dignas o la transici¨®n ecol¨®gica, a la luz de c¨®mo se posicionan en los debates en el Congreso.
Ese repliegue de la mujer hacia la esfera privada tampoco es casual en la ultraderecha. Como dir¨ªa Gloria Steinem, las feministas se interponen en la base de su jerarqu¨ªa, que es el hogar. La mujer en la calle siempre abanderar¨¢ un modelo de progreso para los derechos de toda la ciudadan¨ªa; metida en casa, evocar¨¢ un modelo conservador o restrictivo. Por eso, la ultraderecha guarda especial obsesi¨®n contra las pol¨ªticas paritarias, como las cuotas, que han permitido a muchas mujeres lograr su merecido hueco en la empresa o la pol¨ªtica, expandi¨¦ndose en la esfera p¨²blica.
Sin embargo, la ultraderecha no ser¨ªa capaz de apelar a muchas conciencias, si no fuera tan h¨¢bil esparciendo clich¨¦s contra las mujeres. Asumen, de fondo, que ellas abortan porque son seres sin piedad ni escr¨²pulos. Solo si uno es capaz de deshumanizar a una mujer podr¨¢ creer que el aborto es un jolgorio sin m¨¢s repercusi¨®n en su vida. Solo si uno es capaz de ignorar su dolor emocional, puede avalar que la hagan dudar o la desestabilicen, como a una ni?a que creen inconsciente.
Es la estrategia ultraderechista. Recuperar la culpa contra la mujer actual no solo es cruel, sino un lastre contra la igualdad, la construcci¨®n del avance femenino y de la sociedad entera. Quien bien te quiere jam¨¢s te hace sentir culpable sino ligera de carga para que vueles libre. En nombre de la culpa, ser¨¢n c¨®mplices quienes permitan cualquier retroceso femenino, por mucho que se vistan de moderaci¨®n o se crean muy distintos a los ultras.
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