Contra las cajas de autocobro: necesitamos atenci¨®n al p¨²blico

Adrian Tomine firm¨® una portada emblem¨¢tica de The New Yorker que reaparece de cuando en cuando en Twitter. En ella, una mujer recoge en la puerta de su casa un paquete que le entrega un repartidor de Amazon; justo al lado, un hombre abre la puerta de la librer¨ªa que regenta. En 2018, Verne destac¨® que se hab¨ªa convertido en meme una d¨¦cada despu¨¦s de su publicaci¨®n, pero hoy podemos verlo como algo m¨¢s: el principio del fin del trato con los comerciantes. No he visto la imagen compartida en los ¨²ltimos d¨ªas, pero me he acordado de ella al leer cr¨ªticas a la proliferaci¨®n de cajas de autocobro en tiendas y supermercados.

Hace un par de semanas, muri¨® un quiosquero del barrio de El Carmen, en Murcia. Su fallecimiento supuso una gran p¨¦rdida para sus clientes habituales, porque seguramente noten que cada vez existe menos cercan¨ªa en las tiendas. La periodista Mar¨ªa Gonz¨¢lez tuite¨®: ¡°Se me ha muerto el quiosquero y yo es que me muero de la pena porque qu¨¦ gusto pararte a hablar de libros con alguien, qu¨¦ gusto dar los buenos d¨ªas, qu¨¦ gusto pasear por un barrio lleno de caras conocidas y qu¨¦ poco nos queda ya de todo esto¡±.

Charlar con quien te vende el peri¨®dico, preguntar qu¨¦ tal va la ma?ana a quien te llena el dep¨®sito del coche o por la familia a quien te sirve en el bar no es m¨¢s que ser humano con la persona que tenemos delante. Este trato humano cada vez va a menos: los bancos est¨¢n cambiando sus oficinas para convertirlas en espacios abiertos con ¡ªdicen¡ª atenci¨®n personalizada, pero cuando alguien intenta hacer una gesti¨®n en caja obtiene una tajante respuesta: ¡°Eso, en el cajero o en la web¡±. Lo mismo ocurre con supermercados y gasolineras. Las quejas sobre las cajas de autocobro se cuentan por cientos en las redes sociales: ¡°Nada har¨¢ m¨¢s por el anticapitalismo de nuestros padres que las cajas de autopago: ¡®en el decathlon??? a m¨ª no me ver¨¢n¡¯, ¡®al ikea? ni de broma que ya no hay personas¡±, tuite¨® la periodista y escritora Anna Pacheco.

Por suerte, los peque?os comercios, aun ahogados por las grandes superficies, siguen prestando la misma atenci¨®n de siempre a quienes cruzan sus puertas con una sonrisa mientras ayudan a meter la compra en la bolsa y cuentan el cambio antes de despedirse de un cliente.

Algo as¨ª ha ideado ¡ªm¨¢s bien recuperado¡ª una cadena de supermercados de Holanda, que ha instalado en sus establecimientos ¡°cajas lentas¡± en las que quien lo desee puede entretenerse y charlar con los cajeros. Sin prisas. Tuvo repercusi¨®n en las redes hace unos d¨ªas, aunque la iniciativa ya lleva unos a?os en vigor: ¡°Ayuda a mucha gente, especialmente a ancianos, a lidiar con la soledad¡±, reza un tuit de @maartenvda. ¡°La medida ha tenido tanta acogida que han instalado cajas lentas en 200 tiendas¡±, a?ade. 200 tiendas, nada m¨¢s y nada menos. Imagin¨¦monos cuando suced¨ªa en todas. Una locura.

Entre las reacciones a ese tuit est¨¢n las de quienes lo consideran una bonita medida y las de quienes opinan que no es m¨¢s que un parche que busca corregir un grave problema: el abandono de los mayores. ¡°Tu sociedad ha fallado si un anciano tiene que ir al centro comercial a que le den conversaci¨®n¡±, escribe @laiguanatuiter. La cuenta de la editorial Capit¨¢n Swing tuite¨® varios mensajes con una medida que, en la era del autoservicio, puede resultar revolucionaria. Uno de ellos es: ¡°Esperar voluntariamente en la cola del s¨²per como peque?o sabotaje cotidiano al orden sist¨¦mico acelerado del turbocapitalismo¡±.

Lo que hoy necesitamos es humanidad, no autoservicio total en los comercios.