?Para qu¨¦ ha servido el solo s¨ª es s¨ª?
La reforma de la ley puede ser un nuevo ejercicio de cara a la galer¨ªa y probablemente alentar¨¢ la confusi¨®n entre protecci¨®n y punitivismo
Es dif¨ªcil llegar a buen sitio si partes de una premisa falsa. El consentimiento ya era central en el C¨®digo Penal de 1995, como ha explicado Mercedes Garc¨ªa Ar¨¢n: presentarlo como novedad es propaganda. El Convenio de Estambul no exige un solo tipo de atentado sexual; las conductas que describe como delito ya estaban penadas. La reforma nace en parte de la indignaci¨®n producida por la sentencia de La Manada; con la ley a...
Es dif¨ªcil llegar a buen sitio si partes de una premisa falsa. El consentimiento ya era central en el C¨®digo Penal de 1995, como ha explicado Mercedes Garc¨ªa Ar¨¢n: presentarlo como novedad es propaganda. El Convenio de Estambul no exige un solo tipo de atentado sexual; las conductas que describe como delito ya estaban penadas. La reforma nace en parte de la indignaci¨®n producida por la sentencia de La Manada; con la ley anterior, a los perpetradores se les sentenci¨® primero a nueve a?os de c¨¢rcel y luego a 15. Hay alguna mejora ¡ªsobre la sumisi¨®n qu¨ªmica, por ejemplo¡ª, pero la nueva ley tiene problemas que ya hab¨ªan se?alado los expertos. El episodio apunta a un fallo en cadena y muestra los riesgos de la combinaci¨®n de buenas intenciones, adanismo y demagogia. Ha revelado deficiencias en la esfera comunicativa: la indignaci¨®n era m¨¢s poderosa que las explicaciones. Expertos en derecho penal se desga?itaban, pero no siempre se les escuchaba. Dos ejemplos del clima: el ministro de Justicia del PP declar¨® que el juez que hab¨ªa emitido un voto particular en la primera sentencia ten¨ªa ¡°alg¨²n problema¡±; el humorista An¨®nimo Garc¨ªa satiriz¨® el sensacionalismo de los medios y fue condenado por ¡°trato degradante¡± a la v¨ªctima. Algunas falsedades del momento parecen inamovibles: la mentira alcanza el estatus de verdad cuando se convierte en t¨®pico. Los errores t¨¦cnicos dejan en mal lugar al Gobierno y a las C¨¢maras. Cambiar la norma parece sensato por sus defectos ¡ªlas consecuencias no deseadas ya no tienen arreglo¡ª, pero es inveros¨ªmil que el PSOE se desligue de su corresponsabilidad mientras hace la alucinante promesa de que la reforma se har¨¢ con rigor. La negaci¨®n de la evidencia, las mentiras y las acusaciones a medios y jueces por parte de Unidas Podemos tienen un aire trumpista. La ministra de Igualdad ha presentado dos leyes estrella: la del solo s¨ª es s¨ª ha beneficiado a cientos de agresores sexuales y la trans ha fracturado el movimiento feminista. Cualquiera que destrozara as¨ª su campo y sus activos pensar¨ªa en cambiar de oficio, quiz¨¢ buscando uno que no afectara directamente a otras personas, como la poes¨ªa o la papiroflexia. La reforma puede ser un nuevo ejercicio de cara a la galer¨ªa y probablemente alentar¨¢ la confusi¨®n entre protecci¨®n y punitivismo que han denunciado Clara Serra y Nuria Alabao. El proceso ha sido muy desafortunado y revela fallos profundos en nuestro sistema informativo y legislativo: deber¨ªa ser una lecci¨®n si le importara a alguien.
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