Veinte a?os
Cada a?o, desde hace 20, nos reunimos en Andoain en recuerdo del vilmente asesinado Joseba Pagaza
Veinte a?os despu¨¦s es el t¨ªtulo de la estupenda continuaci¨®n de Los tres mosqueteros. Pese al tiempo transcurrido, D¡¯Artagnan y sus compa?eros se encuentran todav¨ªa en una forma envidiable y son capaces de descubrir intrigas cardenalicias (ahora no de Richelieu sino de Mazarino) y de luchar a favor del desventurado rey ingl¨¦s Carlos, aunque no logren salvarle de su fatal destino. Nosotros, los que ma?ana nos reuniremos en Andoain en recuerdo del vilmente asesinado Joseba Pagaza hace 20 a?os, no podemos ufanarnos de tanta gallard¨ªa como los mosqueteros, pero al menos no nos rendimos: por mucho que insistan los propagandistas del falso triunfalismo, no creemos que el partido pol¨ªtico de los asesinos haya sido derrotado, al contrario, vemos que ha obtenido un peso pol¨ªtico en el Pa¨ªs Vasco y en Espa?a mayor que nunca. Y eso gracias a haber matado, a haber vendido luego ventajosamente la renuncia a los cr¨ªmenes, y hoy a alardear de virtudes democr¨¢ticas de izquierda aut¨¦ntica, es decir, fingidas. Todo con el apoyo pol¨ªtico y medi¨¢tico de la peste porcina moral que abunda en este pa¨ªs. Ya saben, los manifestantes de Cibeles son trumpistas, pero Otegi y compa?¨ªa son gente de paz. Los viejos mosqueteros no podemos vencer siendo tres o cuatro, es imprescindible convencer a muchos m¨¢s de que la batalla antietarra contin¨²a y que solo la perderemos definitivamente si hacemos caso a los que dicen que ya ha acabado.
A lo largo de dos d¨¦cadas nos hemos reunido en la plaza de Andoain, en torno a La casa de Joseba, la obra de Agust¨ªn Ibarrola. Hemos dicho palabras de ira, de consuelo, de ¨¢nimo, de pasi¨®n c¨ªvica. A?o tras a?o hemos escuchado Adi¨®s a las penas de abril, la hermosa canci¨®n pirata de Suburbano que tanto gustaba a nuestro compa?ero asesinado. Casi siempre llovi¨®, llueve, llover¨¢ en Andoain. ?Y el sol, el sol?
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