En Turqu¨ªa, la c¨®lera se impone al dolor
La corrupci¨®n e incompetencia del r¨¦gimen de Erdogan han contribuido a la tragedia del terremoto. No est¨¢ claro si la dignidad y la necesidad de verdad derribar¨¢n la propaganda, pero la revuelta est¨¢ m¨¢s cerca de imponerse al miedo
![El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, visita los edificios destruidos por el terremoto en la ciudad de Kahramanmaras, en el sur de Turqu¨ªa, el 8 de febrero.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GY4GMG76QOR2AYW3HRXGDEL7IA.jpg?auth=c62e42a3679054044b47da6f3cac65e6d1c2f2a47c2c05390076de6c11d5dbeb&width=414)
Dos terremotos de magnitud 7,8 y 7,6 han asolado diez ciudades del sureste de Turqu¨ªa. Un suceso as¨ª habr¨ªa sido una cat¨¢strofe devastadora para cualquier pa¨ªs. Sin embargo, los habitantes del m¨ªo, como tantas veces en los ¨²ltimos a?os, se debaten hoy una vez m¨¢s entre el dolor ocasionado por un desastre natural y la leg¨ªtima c¨®lera que genera la desverg¨¹enza del r¨¦gimen, que no conoce l¨ªmites. Muchos ya saben que los incre¨ªbles da?os y la falta de ayuda no pueden atribuirse a la magnitud del desastre, sino a la falta de medidas, la inexistencia de un plan de contingencia y los despiadados intentos del r¨¦gimen por encubrir su monumental metedura de pata. Durante su reinado de 21 a?os, Recep Tayyip Erdogan y su r¨¦gimen han recibido innumerables advertencias de sism¨®logos, ingenieros y todas las personas formadas del pa¨ªs. Han sido tachadas de terroristas y silenciadas por los medios de comunicaci¨®n progubernamentales. Y aqu¨ª es donde estamos: la ayuda no puede llegar a las ciudades porque las carreteras y los aeropuertos, todos construidos por empresas sin m¨¢s m¨¦rito que el de ser partidarias de Erdogan, est¨¢n destruidos. Y lo que es a¨²n peor, las organizaciones de ayuda se derrumban como tigres de papel por la enorme corrupci¨®n pol¨ªtica.
Todo el pa¨ªs, salvo los piadosos partidarios del r¨¦gimen, se pregunta d¨®nde est¨¢n los impuestos pagados desde el devastador terremoto de 1999. Algunos usuarios de redes sociales se limitan a contestar a esa pregunta colgando im¨¢genes del gigantesco palacio que Erdogan se ha construido. No hace falta decir que, a diferencia de 1999, ya no queda ning¨²n gran medio de comunicaci¨®n que pueda gritar la verdad en sus titulares. Lo ¨²nico que pueden hacer los periodistas es hablar con miedo (¡°vemos lo que ocurre¡±), cuando los cargos p¨²blicos mienten descaradamente sobre los ¨¦xitos de las labores de ayuda. Sin embargo, despu¨¦s de asistir a toda esta tragedia, hasta los periodistas m¨¢s d¨®ciles comienzan a recular y a expresar su c¨®lera. Todav¨ªa no est¨¢ claro si la dignidad humana y la pura y simple necesidad de verdad acabar¨¢n por derribar la poderosa maquinaria de propaganda del r¨¦gimen. No obstante, ahora la revuelta est¨¢ m¨¢s cerca de imponerse al miedo creado por ese sistema.
La cifra de muertos super¨® los 22.000 este viernes. Las redes sociales se llenan de gritos de socorro que surgen entre los escombros. Una mujer que pas¨® la noche bajo los cascotes, grita de madrugada: ¡°?Mi beb¨¦ acaba de morir congelado!¡±. Dos d¨ªas despu¨¦s del terremoto, segu¨ªa habiendo ciudades a las que la ayuda no pod¨ªa llegar. Y, por experiencia, todos sabemos que las primeras seis horas son cruciales. Por eso todos los usuarios de Twitter est¨¢n retuiteando los gritos de socorro que salen de los escombros. Las v¨ªctimas escriben sus direcciones y n¨²meros de tel¨¦fono, pidiendo que las saquen. Pasadas unas horas, se quedan en silencio; es decir, han muerto. La mayor¨ªa de los gritos proceden de Hatay, una ciudad cercana a la frontera siria. Se sabe que es un lugar disidente, que no es leal al r¨¦gimen. As¨ª que, con raz¨®n, muchos creen que la asombrosa falta de ayuda a la ciudad tiene motivaciones pol¨ªticas. Se podr¨ªa pensar que esa crueldad es tan exagerada que no resulta cre¨ªble. Sin embargo, por los incendios forestales del verano pasado, todos sabemos que el r¨¦gimen puede dejar de enviar ayuda a las ciudades que no votaron a Erdogan. En pa¨ªses que no han sufrido un autoritarismo de tal calibre resulta dif¨ªcil comprender que un Gobierno pueda mostrar una hostilidad as¨ª hacia su pueblo. Pero, desgraciadamente, esto no es inimaginable en Turqu¨ªa. Por eso ahora los alcaldes y pol¨ªticos de los partidos de oposici¨®n, en lugar de pedir ayuda a las organizaciones estatales, colaboran entre s¨ª.
La falta de confianza en el Estado es de tal magnitud que quienes quieren donar dinero lo entregan a organizaciones civiles, no a entidades p¨²blicas. Por eso parece que Ahbap (compa?ero, en turco), un colectivo fundado por la estrella de rock Haluk Levent, es la organizaci¨®n m¨¢s eficaz. Programadores turcos han creado aplicaciones para clasificar solicitudes de ayuda y asistir inmediatamente a organizaciones civiles. Pr¨¢cticamente todos los ciudadanos llevan alimentos y otros productos potencialmente necesarios a partidos pol¨ªticos y asociaciones. Unos a otros se dicen lo mismo: ¡°No tenemos Estado. S¨®lo estamos nosotros, no hay m¨¢s¡±.
Se podr¨ªa pensar que nada hay m¨¢s doloroso que un desastre como este. Pero el pueblo turco sabe que lo peor es contemplar la falta de principios morales b¨¢sicos cuando una naci¨®n atraviesa su momento m¨¢s tr¨¢gico. Ya sabemos que en un pa¨ªs en el que el peligro de terremotos es siempre inminente, el presupuesto de la Presidencia para Desastres y Gesti¨®n de Emergencias, cuya labor es comparecer cuando se producen esos sucesos, es 14 veces menor que el de la Direcci¨®n de Asuntos Religiosos. Todav¨ªa peor, hasta para nosotros, es ver c¨®mo en el mismo d¨ªa del terremoto el jefe de esa direcci¨®n tuitea que en todas las mezquitas del pa¨ªs se entonar¨¢ una plegaria f¨²nebre (sela), cuando la gente sigue tuiteando desde debajo de los escombros, enviando su direcci¨®n. Por eso un usuario de Twitter se dirigi¨® as¨ª al r¨¦gimen: ¡°Pasar¨¦is a la historia como el Gobierno que consigui¨® que la gente escuchara su propia plegaria f¨²nebre mientras luchaba por su vida¡±. M¨¢s doloroso que este enorme desastre es saber que tiene toda la raz¨®n, y que durante los ¨²ltimos veinte a?os Turqu¨ªa ha sido condenada a vivir con este nivel de insensatez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.