Un a?o de guerra en Ucrania
La invasi¨®n por parte de Putin ha alterado el orden mundial y ha puesto a prueba la unidad de Europa
El pr¨®ximo 24 de febrero se cumplir¨¢ un a?o del inicio de la invasi¨®n de Ucrania por parte de las fuerzas rusas. El conflicto b¨¦lico empez¨® en 2014 con la anexi¨®n de Crimea y el asalto a la regi¨®n de Donb¨¢s, pero entr¨® en una fase completamente diferente con la agresi¨®n a gran escala de febrero de 2022. El fracaso de la ofensiva que pretend¨ªa rendir Kiev en unas jornadas ha terminado por convertirse en una guerra larga que no solo produce centenares de miles de v¨ªctimas y una enorme destrucci¨®n en el pa¨ªs agredido, sino que est¨¢ transformando el actual orden mundial. Una ambiciosa ofensiva que el Kremlin proyecta para primavera ha obligado a los aliados occidentales de Ucrania a dar un paso m¨¢s en su apoyo militar. Y, sin embargo, Kiev sigue reclamando m¨¢s ayuda.
La brutal agresi¨®n de Vlad¨ªmir Putin produjo una respuesta inmediata de las democracias m¨¢s desarrolladas, que tejieron enseguida m¨²ltiples acuerdos ante lo que no dejaba de ser una intolerable violaci¨®n de la legalidad internacional. Con Joe Biden en la Casa Blanca, la unidad de respuesta entre Washington y Bruselas ha funcionado a trav¨¦s de la coordinaci¨®n de una amplia serie de medidas de ayuda militar y financiera a Ucrania, y de hasta diez paquetes de sanciones a Rusia. Dentro de la propia Uni¨®n Europea, los socios no solo han mantenido las filas prietas, sino que han respondido con m¨¢s agilidad y han ampliado su per¨ªmetro de acci¨®n, por ejemplo destinando fondos para sostener la respuesta militar de Kiev. Ha habido tambi¨¦n sinton¨ªa en las sanciones con democracias de Asia/Pac¨ªfico.
La invasi¨®n ha aclarado, por otro lado, los t¨¦rminos de la alianza entre Rusia y China, que se concret¨® en una declaraci¨®n de amistad publicada justo pocas semanas antes del ataque ruso, y que anunci¨® que la relaci¨®n bilateral no tiene l¨ªmites. La realidad es que los tiene: China no ha querido adoptar ninguna medida de apoyo directo a Rusia que pudiera desencadenar una reacci¨®n adversa de Occidente. Mantener fluido el flujo comercial con las democracias pr¨®speras le importa mucho m¨¢s que ayudar a su socio autoritario. Aunque en algunos momentos Pek¨ªn le haya dado algo de ox¨ªgeno al Kremlin, lo cierto es que la relaci¨®n es de clara subordinaci¨®n y dependencia de Rusia ante China.
Existe tambi¨¦n una vasta y heterog¨¦nea constelaci¨®n de pa¨ªses no alineados que observan con recelo el desarrollo de los acontecimientos. La resoluci¨®n de condena de la invasi¨®n en la Asamblea General de la ONU fue aprobada por una mayor¨ªa aplastante, pero el n¨²mero de pa¨ªses dispuestos a sancionar Rusia es mucho menor. Desde distintos pa¨ªses, e incluso desde determinados sectores en el interior de algunas democracias, hay voces que reclaman con urgencia la paz, se?alan el riesgo de escalada y la inestabilidad econ¨®mica y social que conlleva e, incluso, reprochan a Occidente lo que consideran una implicaci¨®n cada vez mayor en la guerra.
Cualquiera en su sano juicio comparte el deseo de paz. Pero es Putin, responsable de haber iniciado el conflicto, quien no muestra ninguna intenci¨®n de renunciar a las armas y al redise?o imperialista de las fronteras y quien re¨²ne ahora m¨¢s medios para iniciar una nueva ofensiva. La diplomacia no puede descartarse en ning¨²n caso, Europa deber¨¢ tener voz propia en la salida de esta crisis, pero lo que no pueden hacer las democracias bajo ning¨²n concepto es abandonar a Ucrania a su suerte. Y la ¨²nica forma de responder con eficacia es seguir manteniendo la unidad y fortalecerla ante un inquietante panorama de destrucci¨®n que no da se?ales de remitir.
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