Gente de bien
Ya no existe gente como aquella, salvo en la mente de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho peligro
Antiguamente, durante el franquismo, en los pueblos de la Espa?a profunda, gente de bien era aquella que se mov¨ªa a sus anchas dentro del tri¨¢ngulo marcado por el cura p¨¢rroco, el comandante del puesto de la Guardia Civil y el director de Banesto. El p¨¢rroco te daba el certificado de buena conducta a la primera, la Guardia Civil te facilitaba sin problemas la licencia de caza y el director de Banesto te conced¨ªa un cr¨¦dito por la cara. Llevar zapatos y corbata para ir a trabajar te convert¨ªa en una persona respetable. Tambi¨¦n los criados y jornaleros pod¨ªan ser gente de bien siempre que al hablar con el superior, fuera patr¨®n o simplemente el se?orito, se quitaran la boina y la estrujaran entre las manos mientras recib¨ªan la orden consabida. Gente de bien era aquella que al cruzarse en el camino con una pareja de la Guardia Civil con capote, tricornio y el fusil naranjero al hombro, lejos de acongojarse como cualquier mortal, se saludaban mutuamente con un ¡®buenos d¨ªas nos d¨¦ Dios¡¯. En la ciudad ser gente de bien depend¨ªa no tanto del c¨®digo gen¨¦tico como del c¨®digo postal. Ser gente de bien consist¨ªa en vivir en un buen barrio, en una buena calle, en una buena finca, en un buen piso y dejar el ascensor perfumado con colonia de marca los domingos cuando la familia con todos los hijos muy repeinados iba a la iglesia y el portero uniformado dejaba de leer el Abc y se pon¨ªa en pie al verla pasar por delante de su garita. Si en el vest¨ªbulo se cruzaba con otros vecinos era obligado preguntar por las oposiciones a notar¨ªas que preparaba el chico, por la copa de nataci¨®n que hab¨ªa ganado la ni?a, por la cadera que se hab¨ªa roto la abuela y la conversaci¨®n terminaba recomend¨¢ndose una pasteler¨ªa para despu¨¦s de misa. Ya no existe gente de bien como aquella, salvo en la mente de gente muy antigua y si quedara alguna, anda con cuidado porque tiene mucho peligro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.