Demasiado empoderadas
Se ha producido un abuso de la palabra empoderamiento hasta difuminar su sentido original, que apela a conseguir derechos colectivos y el control de la propia vida en igualdad y libertad
Cuando Shakira escribi¨® su canci¨®n de desamor y despecho a su expareja, el futbolista Gerard Piqu¨¦, mucha gente consider¨® que era una mujer empoderada. Se ha utilizado tanto el t¨¦rmino empoderamiento, que existe un cansancio e incluso hartazgo respecto a ¨¦l. Es cierto que se ha usado profusamente para aludir a fen¨®menos diferentes y, en ocasiones, de forma err¨®nea. El peligro es dar por amortizada la palabra cuan...
Cuando Shakira escribi¨® su canci¨®n de desamor y despecho a su expareja, el futbolista Gerard Piqu¨¦, mucha gente consider¨® que era una mujer empoderada. Se ha utilizado tanto el t¨¦rmino empoderamiento, que existe un cansancio e incluso hartazgo respecto a ¨¦l. Es cierto que se ha usado profusamente para aludir a fen¨®menos diferentes y, en ocasiones, de forma err¨®nea. El peligro es dar por amortizada la palabra cuando a¨²n no se han conseguido los objetivos que persegu¨ªa.
El empoderamiento se ha relacionado, principalmente, con las pol¨ªticas feministas de afirmaci¨®n de las mujeres y es tambi¨¦n en ese ¨¢mbito donde, con frecuencia, se han tergiversado sus significados y sus efectos. Empoderamiento no es autoestima. Se dice a menudo que una determinada mujer est¨¢ ¡°muy empoderada¡±, como en el caso de Shakira, cuando en realidad se quiere decir que va por la vida pisando fuerte o con decisi¨®n que raya la agresividad. Incluso se califica de ¡°demasiado empoderada¡± a mujeres que destacan por su engreimiento o actitud soberbia. En ambos casos, quien habla se refiere a la creencia en el poder personal, a la autoestima, esa capacidad psicol¨®gica de valorarse a uno mismo. Sin embargo, probablemente no sepa que la autoestima nunca puede ser ¡°demasiada¡± porque ocurre igual que con la salud, que tampoco puede nunca ser excesiva. Existe una medida adecuada y ¨®ptima de nivel de autoestima para la salud mental de los seres humanos que ser¨ªa deseable que todos alcanz¨¢semos. La autoestima puede formar parte del empoderamiento, pero no definirlo por completo.
El empoderamiento no es tampoco un proceso individual. La mayor¨ªa de las veces que se alude a personas empoderadas se hace referencia a actitudes singulares. No obstante, el verdadero empoderamiento se refiere a procesos colectivos y no puede ser explicado por conductas exclusivamente personales.
?Qu¨¦ significa, entonces, empoderamiento? Hablamos de empoderamiento para referirnos a la necesidad de acceder a derechos por parte de colectivos que carecen de ellos o que est¨¢n en camino de alcanzarlos. En psicolog¨ªa se trata de un indicador de que las personas est¨¢n participando en acciones colectivas y esta actitud, a su vez, influye en el control de sus propias vidas. Se trata de un modelo sist¨¦mico que es social e intrapersonal a un tiempo porque impacta en la vida comunitaria y en la personal a la vez.
El origen del empoderamiento podemos encontrarlo en el trabajo de Paulo Freire desarrollado en la d¨¦cada de los sesenta del siglo pasado. Promulgaba una educaci¨®n popular basada en la participaci¨®n de aquellos que no tienen voz. En su ¡°pedagog¨ªa del oprimido¡± defend¨ªa la necesidad de que las multitudes pobres, precarias y dominadas aprendieran a tomar la palabra, impulsando as¨ª una educaci¨®n como pr¨¢ctica de la libertad. Consist¨ªa en un m¨¦todo participativo de alfabetizaci¨®n para campesinos ind¨ªgenas que les conduc¨ªa, a trav¨¦s de la conciencia cr¨ªtica, a un proceso de empoderamiento colectivo.
Por su parte, los movimientos afroamericanos, los de mujeres feministas occidentales, as¨ª como los de Am¨¦rica Latina y Caribe, reivindicaron desde la d¨¦cada de los setenta la necesidad de la toma de poder colectivo para producir el cambio necesario en las relaciones de g¨¦nero. Defend¨ªan subvertir la desigualdad en el ¨¢mbito econ¨®mico, pol¨ªtico, jur¨ªdico y sociocultural. Pero no ser¨¢ hasta la Conferencia de Pek¨ªn, en 1995, cuando se adopte formalmente el concepto de empoderamiento en la agenda feminista mundial.
Ahora que la palabra parece tan gastada, es el momento de preguntarnos si la pol¨ªtica del empoderamiento es todav¨ªa necesaria. Para contestar a esta cuesti¨®n, no hay m¨¢s que echar una ojeada a los datos socioecon¨®micos y a las investigaciones cuantitativas y cualitativas sobre la presencia de las mujeres en el mundo.
Mientras exista una brecha salarial como la que tenemos en nuestro pa¨ªs, todav¨ªa de un 28% seg¨²n Global Gender Gap, es necesario trabajar en el empoderamiento femenino.
Mientras las mujeres sean mayoritarias en trabajos menos valorados y peor pagados, como azafatas de congresos, limpiadoras o cajeras, y minoritarias entre las conferenciantes, tecn¨®logas y cient¨ªficas, ser¨¢ necesario avanzar en el empoderamiento colectivo.
Mientras la pobreza tenga nombre de mujer, y ellas sean mayor¨ªa en los sueldos mileuristas, en el paro de larga duraci¨®n, en los contratos a tiempo parcial o responsables de familias monoparentales, habr¨¢ que incidir en el empoderamiento femenino.
Mientras disminuyan las mujeres en los puestos de decisi¨®n, como est¨¢ pasando actualmente, y persista el techo de cristal para alcanzar puestos de poder, habr¨¢ que construir el empoderamiento colectivo.
Mientras exista desigualdad en el hogar y las mujeres trabajen el doble de horas que los hombres en tareas dom¨¦sticas y de cuidados sin remuneraci¨®n, ser¨¢ necesario el empoderamiento colectivo.
Mientras una sola mujer sea abusada, o violentada o asesinada a manos de un hombre, ser¨¢ necesario el empoderamiento colectivo para plantar cara y decir: ¡°Basta¡±.
Por tanto, creo que vale la pena recuperar el concepto original de empoderamiento, que apela a conseguir derechos colectivos y el control de la propia vida en igualdad y libertad.