Adi¨®s al apocalipsis
El Gobierno arroll¨® argumentalmente a sus censores y fortaleci¨® su alianza parlamentaria
El Gobierno gan¨®. Arroll¨® argumentalmente a sus censores. Su alianza parlamentaria se fortific¨®. Este certificado lo extendi¨® ayer Cuca Gamarra (PP). Perifr¨¢sticamente, pero por duplicado. Al decir que la moci¨®n no est¨¢ ¡°condenando al fracaso¡± a la actual legislatura, sino que ¡°va a generar el efecto contrario¡±. Y al lamentar que el ¡°Gobierno en descomposici¨®n¡± haya obtenido ¡°una tregua¡±. As¨ª que, adi¨®s a la presunci¨®n de Apocalipsis. Y es que el mal insultado sanchismo ha desarticulado el argumentario de la oposici¨®n. Ha exhibido una potente maquinaria en el debate. Ha soldado fracturas internas. Ha construido un marco de propuesta electoral com¨²n. Y ha afianzado la divisi¨®n de las derechas. Aunque todo eso, con cautelas: ni de forma definitiva, ni irreversible, ni erga omnes, ante todos.
Al carecer de propuestas alternativas conjuntas y s¨®lidas, el arsenal argumental de las derechas se desequilibra, se erosiona y tiende a amortizarse. La insistencia un¨ªvoca en los reveses y torpezas gubernamentales recientes (fricciones en la coalici¨®n progresista, desastres de la ley del solo s¨ª es s¨ª, barroquismo ret¨®rico del socio menor) tiene l¨ªmites. Cuando no incorpora siquiera un atisbo de condescendencia a sus ¨¦xitos contrastables (datos econ¨®micos, reforma de pensiones, apoyo de la UE en energ¨ªa y cambios sociales¡), y cuando deletrea la cr¨ªtica destructiva como desautorizaci¨®n jerem¨ªaca tipo se?orita Rottenmeier, provoca la fatiga ante lo manido. Hipertrofiando una presunta ¡°apoteosis de la mala gesti¨®n¡± del Gobierno, probablemente se enajena a segmentos de esa ¡°mayor¨ªa moderada¡± de la que se reclama centuriona. Aunque el emperador est¨¦ Ausente, paseando por embajadas, igual que su predecesor Mariano Rajoy se fue de copas al perder otra moci¨®n de censura. ?Qu¨¦ maldici¨®n incubaron los jefes de ese partido para afrontarlas?
Eso habr¨ªa sido distinto si la implacable maquinaria de la coalici¨®n hubiese fallado: algo previamente nada descartable dada su tensi¨®n ambiental interna. El partido de dobles jugado por Pedro S¨¢nchez y Yolanda D¨ªaz supo generar sorpresa (en vez de cansancio), al cubrir distintos ¨¢ngulos: un presidente y una vicepresidenta; un hombre y una mujer; un socialista y una izquierdista (?y de tradici¨®n comunista, como el candidato!). Y solidez: ambos reivindicaron los resultados econ¨®micos (especialidad del candidato) y sociales de la acci¨®n de gobierno. Uno plasm¨® la dualidad entre esta y la gesti¨®n anterior conservadora ante crisis parecidas, ¡°socialdemocratismo¡± versus ¡°neoliberalismo¡±, dijo: hay dos salidas contrapuestas, solidaria o austeritaria. La otra reivindic¨® la Constituci¨®n como mandataria y pared maestra del Estado de bienestar y su recuperaci¨®n (reforma laboral, IMV, SMI¡), algo m¨¢s bello (y sedante) en quien procede de la izquierda de la izquierda.
As¨ª soldaron fisuras internas, saldaron o suavizaron algunas inquietudes ciudadanas (muy graves) y confortaron a sus seguidores. De modo que la imputaci¨®n de ser ¡°uno de los gobiernos m¨¢s ca¨®ticos, cainitas e inestables¡± de la inefable y hu¨¦rfana Gamarra se estrell¨® ante un muro de datos: tres a?os de presupuestos consecutivos; 200 leyes reformistas, alguna con errores, las m¨¢s de ambici¨®n estructural; paz social en asuntos divisivos, y apoyo de la Uni¨®n Europea, con un Ejecutivo de mayor¨ªa conservadora, a sus proyectos principales.
La doble jornada se cerr¨® con la dispersi¨®n de las derechas, pese a su tronco com¨²n y su ausencia de proyecto alternativo conocido: las propuestas del candidato fueron ralas, curiosas (Gibraltar, carb¨®n); retr¨®gradas (criminalizaci¨®n de la inmigraci¨®n, cosificaci¨®n de la mujer solo como agente de natalidad); y la acertada, reformar la ley electoral, no lo es por el motivo aducido (esterilizar a los nacionalistas), sino para decapar el poder excesivo de las c¨²pulas de los partidos. Fue la armata Brancaleone. Le vot¨® Vox, pero sin entusiasmo. Y el candidato no aplaudi¨® a sus patrocinadores y les rega?¨® en la cuesti¨®n esencial de su negacionismo clim¨¢tico. El PP se abstuvo, desplomado en la irrelevancia y en el desprecio a una iniciativa contemplada en la Constituci¨®n, aunque ejecutada de forma disparatada. Y se esforz¨® en no irritar a los ultras, cu¨¢nto centrismo. La buena de In¨¦s Arrimadas, sombra de Ciudadanos, la err¨® en todo: critic¨® al Ausente por no encabezar la moci¨®n, cuando a¨²n se espera a que ella lo hiciese en Catalu?a cuando gan¨®; y desbord¨® a Vox y al candidato por ¡°cuestionar la naci¨®n espa?ola¡±, al defender que es una ¡°naci¨®n de naciones¡±, un acierto evidente de Ram¨®n Tamames, quien lo clav¨® en lo accesorio, aunque moleste a S¨¢nchez: los discursos del Gobierno son largos, prolijos, p¨¦treos. Algo es algo.
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