Europa decepciona en la cuesti¨®n el¨¦ctrica
De la mano de las energ¨ªas renovables, el sector puede ser una fuente potente de crecimiento y bienestar. Pero tiene que ir acompa?ado por una regulaci¨®n que asegure que todos los consumidores se beneficien de ello
Dos a?os de crisis energ¨¦tica sin precedentes no han sido suficientes. No ha sido suficiente que la inflaci¨®n en Europa haya superado los dos d¨ªgitos, aupada, entre otros, por la escalada de los precios de la electricidad y su traslaci¨®n a los precios de tantos otros bienes y servicios. No ha sido suficiente que ello haya contribuido a la subida de tipos de inter¨¦s por parte del Banco Central Europeo (BCE), agudizando la p¨¦rdida de renta disponible de los hogares hipotecados, encareciendo las inversiones de las empresas y devaluando los activos financieros en los balances de la banca. No ha si...
Dos a?os de crisis energ¨¦tica sin precedentes no han sido suficientes. No ha sido suficiente que la inflaci¨®n en Europa haya superado los dos d¨ªgitos, aupada, entre otros, por la escalada de los precios de la electricidad y su traslaci¨®n a los precios de tantos otros bienes y servicios. No ha sido suficiente que ello haya contribuido a la subida de tipos de inter¨¦s por parte del Banco Central Europeo (BCE), agudizando la p¨¦rdida de renta disponible de los hogares hipotecados, encareciendo las inversiones de las empresas y devaluando los activos financieros en los balances de la banca. No ha sido suficiente que el aumento de los costes energ¨¦ticos haya puesto en riesgo la competitividad de la industria europea y, con ello, la supervivencia de algunas empresas y puestos de trabajo.
Nada de esto ha sido suficiente para que la Comisi¨®n Europea haya reaccionado con la que hubiera sido la medida antiinflacionista m¨¢s eficaz: una reforma pro-competitiva de los mercados el¨¦ctricos. Su propuesta no aporta nada nuevo para evitar que los episodios que hemos vivido durante estos a?os se repitan. Como tampoco aporta los instrumentos necesarios para abordar la transici¨®n energ¨¦tica de forma eficiente y equitativa, permitiendo que los consumidores se beneficien de los menores costes de las energ¨ªas renovables e incentivando la electrificaci¨®n como v¨ªa principal para descarbonizar la econom¨ªa.
Para evitar que en situaciones de crisis los precios del gas contaminen los mercados el¨¦ctricos, la Comisi¨®n habilita a los Estados miembro a regular los precios de la electricidad para los hogares. Sin embargo, no especifica c¨®mo se va a pagar la diferencia entre el precio de los mercados el¨¦ctricos ¡ªque seguir¨¢ afectado por los precios del gas¡ª y el precio regulado. La experiencia pasada y reciente no aporta buenos augurios. En Espa?a, el ministro Rodrigo Rato adopt¨® una medida similar que dio lugar al d¨¦ficit tarifario, casi 30.000 millones de euros que todos los consumidores el¨¦ctricos seguimos pagando. De forma similar, durante estos dos a?os, los Estados miembro, en funci¨®n de sus capacidades fiscales asim¨¦tricas, han amortiguado el impacto de los costes energ¨¦ticos a trav¨¦s de ayudas p¨²blicas. Pero, en ambos casos, son los consumidores el¨¦ctricos y los contribuyentes los que, en ¨²ltima instancia, han acabado pagando.
Regular los precios finales no evita el problema porque no ataja su ra¨ªz: la sobrerretribuci¨®n de algunas centrales de generaci¨®n el¨¦ctrica (nuclear, hidroel¨¦ctrica y renovables) cuando su producci¨®n ¡ªde costes bajos, ajenos a las fluctuaciones del gas¡ª es retribuida a precios que superan de tres a diez veces sus propios costes. Lo hab¨ªa diagnosticado bien Ursula von der Leyen en su discurso del Estado de la Uni¨®n (¡°Las fuentes de energ¨ªa bajas en carbono est¨¢n obteniendo ingresos con los que nunca so?aron¡ [y que] no reflejan sus costes de producci¨®n¡±) y por eso decepciona que la propuesta de la Comisi¨®n haya ignorado esa realidad incontestable. Por el contrario, se deb¨ªa haber habilitado a los Estados miembro a limitar la retribuci¨®n de estas centrales, m¨¢xime cuando en algunos casos ¡ªcomo en Espa?a¡ª se trata de centrales previas a la implantaci¨®n del mercado el¨¦ctrico vigente, y a las que la regulaci¨®n siempre garantiz¨® la recuperaci¨®n de sus costes, como as¨ª ha sido.
La Comisi¨®n deja desprotegidos a los consumidores industriales, a quienes recomienda que contraten la electricidad a precios fijos para evitar la volatilidad en sus costes energ¨¦ticos. Pero olvida que el principal problema no es la volatilidad, sino el nivel de precios. Como olvida tambi¨¦n que no es que la industria no quiera contratar su electricidad a precios estables y competitivos, es que no tiene la posibilidad de hacerlo. No hay suficientes contratos a un plazo suficiente para cubrir las necesidades de la industria, y sus precios no son competitivos porque siguen reflejando los precios de los mercados de corto plazo que inevitablemente son, bajo la actual regulaci¨®n, su referencia subyacente.
La supervivencia de la industria europea depende de que sus costes energ¨¦ticos sean competitivos. La mejor manera de conseguirlo no es a trav¨¦s de subvenciones, sino a trav¨¦s de un dise?o del mercado el¨¦ctrico que potencie la competencia. Bajo la propuesta actual, dif¨ªcilmente se evitar¨¢ la desindustrializaci¨®n de Europa.
La Comisi¨®n acierta al preservar los mercados a corto plazo para promover la eficiencia en la producci¨®n el¨¦ctrica. Tambi¨¦n acierta al denunciar la falta de contrataci¨®n a largo plazo que deber¨ªa servir para fomentar las inversiones en renovables y el desacople de los precios de la electricidad de los del gas. Pero falla en el mecanismo elegido: la contrataci¨®n bilateral privada a largo plazo entre generadores y grandes compradores (industriales o comercializadores). La Comisi¨®n quiere favorecer este tipo de contratos por tres v¨ªas. Por una parte, pide que existan garant¨ªas contractuales suficientes, lo que exigir¨¢ ayudas p¨²blicas que adem¨¢s de ser onerosas para las arcas p¨²blicas, podr¨ªan dar lugar a problemas de riesgo moral. Tambi¨¦n obliga a las comercializadoras de electricidad a contratar a plazo parte de sus ventas, favoreciendo a los operadores integrados frente a los comercializadores independientes, y encareciendo el precio de la electricidad para el consumidor final. Y, por ¨²ltimo, propone que en las subastas que realice el regulador se favorezca a los generadores con energ¨ªa contratada a plazo, lo que distorsionar¨ªa la elecci¨®n eficiente de las inversiones en renovables.
En cualquier caso, la contrataci¨®n bilateral privada a plazo no es la soluci¨®n. Este tipo de mercados, adem¨¢s de ser discriminatorios con los consumidores sin capacidad de negociaci¨®n ¡ªla inmensa mayor¨ªa¡ª, no solucionan las necesidades de cobertura de los clientes, y su opacidad se traduce en una menor presi¨®n competitiva y mayores precios.
Por el contrario, las subastas de contratos a largo plazo con el sistema el¨¦ctrico como contraparte ¡ªcomo las celebradas en Espa?a para las inversiones en renovables¡ª han demostrado ser eficaces para aportar precios competitivos y estables en beneficio de todos los consumidores. Adem¨¢s, dan predictibilidad a las inversiones, cuesti¨®n fundamental para que se desarrolle la industria en torno al despliegue de las renovables. La propuesta de la Comisi¨®n deb¨ªa haber exigido a los Estados miembro celebrar estas subastas para cubrir una fracci¨®n significativa sus inversiones comprometidas en sus planes nacionales de energ¨ªa y clima. Y no s¨®lo no lo ha hecho, sino que recomienda que estas subastas se utilicen como un ¨²ltimo recurso cuando el mercado de contratos bilaterales privados falle.
El sector el¨¦ctrico, de la mano de las energ¨ªas renovables y de sus menores costes, puede ser una fuente potente de crecimiento econ¨®mico y bienestar. Pero tiene que ir acompa?ado por una regulaci¨®n el¨¦ctrica que asegure que todos los consumidores se beneficien de ello. La elecci¨®n de instrumentos regulatorios inadecuados, como los que propone la Comisi¨®n, podr¨ªa frustrarlo. Como tambi¨¦n podr¨ªa frustrar el que florezca una industria europea en torno a estas inversiones, o el que se evite la fuga de la industria. Por ¨²ltimo, no es admisible que la Comisi¨®n consienta que la regulaci¨®n el¨¦ctrica ampare rentabilidades con las que las empresas el¨¦ctricas ¡°nunca so?aron¡±, a expensas de los ciudadanos y de la industria europea.
Ahora es el turno del Parlamento Europeo y del Consejo. Reconducir una propuesta decepcionante hacia una regulaci¨®n el¨¦ctrica a la altura de los retos es su responsabilidad.